Un verdadero tesoro lo constituyen las piezas precolombinas que se conservan en el Museo del Oro de Bogotá. Se recuerda la leyenda de El Dorado que despertó la ambición de los colonizadores españoles y de otros países europeos que llegaron a las tierras del Nuevo Mundo con el propósito de hallar riquezas, que se decía abundaban entre tribus de los primitivos pobladores. Los peninsulares codiciosos no ocultaban su obsesión por el áureo metal.
La ciudad fabulosa del oro era el sueño de europeos, en especial los conquistadores ibéricos. El mito seguramente se deriva de la ceremonia que realizaban caciques muiscas del altiplano central del país, con inmersión en la laguna de Guatavita, cubiertos con polvo de oro. Además, tiraban al fondo de la laguna elementos de orfebrería.
De las culturas: muisca, quimbaya, zenú, tolima, tairona, calima, hay objetos en el Museo del Oro que conforman una de las más valiosas colecciones del mundo. Ahora son llevadas a Londres 200 piezas para una exhibición de 300 del Museo Británico, cien corresponden a este último. Para los europeos admirar la obra de las antiguas culturas de lo que hoy conforma el territorio colombiano es experiencia única.