Catorce personas murieron y 119 resultaron heridas en el doble atentado con bomba del jueves en la ciudad india de Hyderabad (sur), indicaron al día siguiente de las explosiones la policía y un ministro, que rebajaron el balance anterior de 20 muertos.
"El número total de muertos es de 14, los heridos suman 119. Seis se encuentran en estado crítico", declaró el ministro indio de Interior, Sushil Kumar Shinde, en conferencia de prensa en la megápolis meridional.
N. Rao, alto funcionario policial de Hyderabad, confirmó el balance de 14 muertos y estimó en 80 el número de heridos.
La policía adelantó el jueves la cifra de 20 muertos y medio centenar de heridos en la explosión casi simultánea de dos bombas en un barrio comercial de mayoría hindú de la periferia de Hyderabad, donde vive una importante minoría musulmana.
La ciudad alberga además industrias especializadas en la alta tecnología de la información.
El atentado, que no fue reivindicado, ocurre tras la ejecución, el 7 de febrero, de un musulmán separatista de Cachemira, condenado a muerte por su participación en el asalto sangriento al Parlamento en Nueva Delhi en 2001. Desde entonces, el país estaba en alerta.
Los artificieros desactivaron tres artefactos más.
"Es un acto cobarde y los culpables no quedarán impunes", prometió el primer ministro indio, Manmohan Singh, llamando a la población a la calma.
El secretario indio de Relaciones Exteriores, Ranjan Mathai, de visita en Washington, dijo que se ignora quiénes son los responsables, y no descartó una implicación extranjera.
"No estoy seguro de que haya pruebas de terrorismo local. Hemos tenido numerosos ataques que han sido inspirados u orquestados desde el extranjero", declaró el ministro, sin mencionar explícitamente a Pakistán, país al que India suele acusar de fomentar ataques en su territorio.
Según un policía presente en el lugar de una de las explosiones, Amit Garg, hubo "tres explosiones por separado en (el barrio periférico de) Dilsukh Nagar".
El funcionario dijo que las bombas explotaron en zonas concurridas, una de ellas en una cantina.
En el hospital, las víctimas ensangrentadas yacían en camillas, mientras los familiares, abatidos, intentaban informarse sobre sus seres queridos.
"Las bombas estaban colocadas en sendas bicicletas, y la distancia entre ellas era de entre 100 y 150 metros", dijo el ministro del Interior a la prensa desde Nueva Delhi.
Shinde indicó que las autoridades indias habían recibido "informaciones de los servicios de inteligencia sobre la posibilidad de ataques, y esa información fue compartida con otros Estados", sin hacer más precisiones.
Los atentados en Hyderabad coinciden con la apertura de una nueva sesión parlamentaria en Nueva Delhi, y ocurren días después de la ejecución en la horca del separatista Mohamed Afzal Guru.
Por temor a que hubiera disturbios en la Cachemira india, región de mayoría musulmana, se instauró un toque de queda después de la ejecución. A pesar de ello, hubo manifestaciones de protesta.
India ha hecho grandes esfuerzos para mejorar su seguridad interior después de los atentados de Bombay en noviembre de 2008, perpetrados por un aguerrido comando de diez hombres, que dejaron 166 muertos.
Pero los expertos apuntan a la falta de coordinación entre las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia.