Libreros del viejo centro y del norte de Bogotá narran que ha sido un éxito en ventas la obra donde Enrique Gómez Hurtado plantea graves cuestionamientos acerca de la muerte de su hermano Álvaro, hace 16 años. Gómez observa que las 150.000 páginas del proceso contienen tres teorías distintas, alimentadas por ciudadanos embusteros. Unos lo han sido en razón de su naturaleza mitómana y otros, convencidos de servir al gobierno de entonces que encabezaba Ernesto Samper. La obra a nadie acusa. Y tampoco exonera de culpas. Cita nombres de samperistas fanáticos, por ejemplo, el vallecaucano Ignacio Londoño Zabala, el ex coronel Osorio, quien fue edecán de Samper, y el ex capitán Villegas, ambos de la Policía Nacional.
¡Que vergüenza! Una décima parte (30.000 hectáreas) de las 300.000 inundadas en el invierno anterior tornaron a ser productivas. El resto (270.000 hectáreas) ofrecen maleza. Los campesinos, lesionados sicológica y materialmente, difunden una peculiar creencia suya: la de que Bogotá olvidó que el agro aporta alimentos y materias primas.
Podredumbre. El presidente Santos opina, en forma pública, que el sistema electoral “está podrido”. Mas no dice cómo su gobierno podría evitar, disminuir y castigar esa podredumbre. Tampoco aclara si los corruptos han gozado de impunidad en los últimos 30 años. Y menos aún parece saber si excede de 160 años la corrupción material de los mecanismos y las instituciones del ramo. Es muy seguro que la alteración de documentos, la quema y el hurto de votos adversarios más la falta de garantías físicas para votar empezaron con el nacimiento del Liberalismo y el Conservatismo en 1848-1849.