Sugirió aumentar el comercio entre los países emergentes para fomentar el consumo.
El ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, aseguró ayer en París que a Europa le esperan entre "dos y tres" años más de crisis, por lo que aconsejó a los países emergentes que aumenten el comercio entre ellos y fomenten el consumo interno para minimizar las consecuencias.
"La crisis europea no tiene solución a corto plazo", dijo el ministro brasileño que se reunió en París con su homólogo Pierre Moscovici y empresarios interesados en invertir en Brasil, que este año crecerá en torno al 4%, tras superar un crecimiento raquítico en el primer trimestre.
Mantega, que proseguirá hoy su viaje a Londres, lo achacó a que "las medidas adoptadas no logran salir del papel" debido a los intereses encontrados de los principales países de la Eurozona, lo que hace que "todo quede postergardo para la eternidad".
Francia, dijo, tiene interés en que funcionen las medidas adoptadas por los europeos, en particular la del Banco Central Europeo de comprar deuda de los países en dificultades, pero "hay otros, aunque no voy a dar nombres, que tienen problemas políticos y siguen aplazando" su puesta en marcha, aseguró el ministro brasileño.
"Y no habrá una solución a la crisis europea mientras no se solucionen esos problemas urgentes de corto plazo. Mientras haya riesgo de quiebra de países y de bancos las economías van a seguir con problemas", vaticinó en una conferencia de prensa.
Esto significa que los países emergentes tienen que organizarse para hacer frente a la situación al no poder contar con la recuperación del mercado europeo, porque va a seguir estancado en los próximos años, aseguró.
Aquellos que tienen un modelo basado en las exportaciones, como China, que dependen más del mercado externo que interno, tendrán que sustituir el mercado europeo por el de los países emergentes y fomentar el consumo interno, aconsejó.
Para el ministro, la falta de creación de empleo es uno de los principales problemas en Estados Unidos y la Unión Europea, a diferencia de Brasil, que cuenta con unos "fundamentos sólidos", aunque reconoció que la cualificación de la mano de obra, como se lo han hecho ver los empresarios con los que se reunió el pasado jueves, es un obstáculo para el desarrollo del país.
Entre ellos, citó el déficit inferior al 2%, lo que le da libertad para medidas de reducción de costos y exoneraciones y estímulos directos, como los programas de infraestructura o inversiones importantes, y un mercado consumidor que no para de crecer, lo que repercute a su vez en la creación de empleo.
Mantega espera que en los próximos años salgan de la pobreza entre 30 y 40 millones de brasileños más, lo que contribuirá a que el coloso sudamericano --con una población de 190 millones de personas-- se convierta en el quinto mayor mercado consumidor del mundo.
El martes, tras su reunión con Moscovici, Mantega criticó con dureza la política monetaria estadounidense, que según él "puede provocar muchos problemas a los países emergentes", en particular a Brasil.
Ayer trató de matizar sus declaraciones y aseguró que "no adelanta nada" que Estados Unidos haga sólo estímulo monetario si no adopta otras medidas fiscales, ya que la devaluación del dólar acaba "perjudicando a los países emergentes".
Y es que estos estímulos monetarios en vez de ir a la producción acaban en la actividad financiera, en particular en Wall Street, y en los países emergentes, lo que contribuye a la revalorización de las monedas locales.
El ganador de las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre, "tendrá que hacer política fiscal para que la economía vuelva a crecer", dijo Mantega, para quien "sanear" el sector inmobiliario es el primer paso, así como "estimular el consumo".
El ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, aseguró ayer en París que a Europa le esperan entre "dos y tres" años más de crisis.