"Estamos avanzando bastante rápido y en junio daremos importantes pasos hacia una unión bancaria europea", aseguró a la AFP un responsable del Eurogrupo.
"Estamos dando pasos agigantados. En junio terminaremos de afinar varias piezas", señaló Thomas Wieser, el presidente del Grupo de Trabajo del Eurogrupo, formado por los países que adoptaron el euro.
Según Wieser, para la reunión de ministros de Finanzas de la zona euro del 20 de junio, habrá varias propuestas a este ambicioso plan que pretende federalizar y repartir los riesgos bancarios de manera más uniforme entre los Estados miembros.
Pero el tema requiere de un complejo entramado de soluciones, unificando reglas en toda la zona euro.
Uno de los asuntos claves es establecer un orden escalonado de quiénes y en qué proporción asumirán las pérdidas en caso de quiebra: desde los accionistas a los contribuyentes.
En ese aspecto, "necesitamos tan sólo un impulso político y yo creo que para junio ya habremos alcanzado un consenso", dijo Wieser.
"En la sustancia estamos ya de acuerdo; falta establecer el orden", precisó.
El asunto no es menor. Tras aprobar el polémico rescate a Chipre por 17.000 millones de euros, los europeos destacaron que los pequeños ahorradores (es decir que los que tienen depósitos por menos de 100.000 euros) "son sacrosantos", es decir no participan en los rescates europeos.
El Banco Central Europeo (BCE) cree que el orden debería ser el siguiente: los accionistas, tenedores de preferentes y deuda subordinada, los bonistas sénior y los depositantes con más de 100.000 euros.
Otro de los grandes cabos sueltos es acordar las condiciones para una recapitalización directa de los bancos por parte del fondo de rescate europeo, conocido como MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad).
"Un asunto espinoso, que genera divisiones radicales: o sí o no", destacó Wieser.
"El gran tema que nos queda resolver sobre la recapitalización directa es saber cómo gestionar los activos tóxicos que aparecen en los balances de los bancos en el momento de su rescate", subrayó.
Este es un pilar fundamental de la unión bancaria, con el que se pretende romper el ciclo de retroalimentación negativa entre la deuda soberana de los estados y la deuda pública.
"Es un tema para el Supervisor único" (SSM) que hace que todos los bancos estén sometidos a las mismas reglas de supervisión, añadió.
Los europeos han condicionado la inyección de capital directo a la banca al diseño del Mecanismo Único de Supervisión, por el que el Banco Central Europeo (BCE) asumirá la responsabilidad de supervisión directa sobre los principales bancos de la zona euro.
Pero aquí también hay un problema, el BCE, Francia, España, Italia y la Comisión Europea creen que el supervisor único podría estar en vigor a mediados de 2014. Sin embargo, Alemania insiste en que este organismo único para reestructurar o cerrar los bancos sólo puede acordarse si se cambian los Tratados europeos, un proceso de largo aliento.
"Los alemanes seguirán pidiendo un cambio de Tratado", admitió Wieser.
Y adelantó que una parte de los 700.000 millones de euros que dispone el MEDE, será utilizada para la recapitalización directa de los bancos.
El monto exacto aún es incierto pero "ronda poco menos de los 80.000 millones de euros", afirmó Wieser.
Varios países, entre ellos Alemania, se oponen a utilizar el dinero del MEDE, es decir de los contribuyentes, para pagar los riesgos, antes de que entre en vigor el SSM.
Pero Wieser aclara que "siempre habrá una contribución de los estados miembros" que será de entre un 10% a 20% del total necesario.
"¿Porqué? Para incitar a los Estados a que no impulsen a la banca a tomar riesgos con la idea de que al final son los contribuyentes europeos los que pagarán por ello", añadió.
De esa manera se evitaría además el riesgo de que en caso de una crisis bancaria sistémica, los presupuestos nacionales de determinados países fueran insuficientes para asumir los costes fiscales, lo que pondría en riesgo la sostenibilidad de sus cuentas públicas.
Cada vez son más expertos y dirigentes políticos, entre ellos el gobierno español, Mariano Rajoy, y el nuevo mandatario italiano Enrico Letta, que exigen que se acelere esta unión, en medio de una prolongado malestar social.
España ya recibió un rescate de 40.000 millones de euros para su sector financiero, pero el préstamo acabó por engrosar levemente la deuda pública del país (4% del PIB).
"La recapitalización directa hay que usarla cuando realmente se necesita. Y no es el caso de España", afirmó Wieser.
"No es una señal de fortaleza", recordó.