ESPECIAL. El papa Francisco, Trump y Dios | El Nuevo Siglo
Foto AFP
Lunes, 21 de Agosto de 2017
Hernán Olano

Aunque muchos podrían considerar que la religión de Donald Trump es el dinero, él hace parte de la iglesia presbiteriana, aunque no le gusta hablar de sus creencias, incluso tiene una pastora personal desde hace catorce años, Paula White, quien el día de la posesión del 445 presidente norteamericano, pronunció esta fórmula por medio de la cual lo bendijo: "Dios misericordioso, revela a nuestro presidente la capacidad de conocer la voluntad, tu voluntad, la confianza para conducirnos y la compasión para ceder ante nuestros mejores ángeles". Del mismo modo, en esa ceremonia, Trump utilizó para su juramento la biblia de Abraham Lincoln y otra que le había regalado su mamá cuando tenía nueve años de edad.

Trump siempre ha dicho que su religión es maravillosa, no obstante que en su libro Great Again, escribió que la gente pensaba que él no era religioso porque es millonario.

Los presbiterianos, la iglesia de Trump, tienen una relación distante con la iglesia católica, pues aunque dentro de sus creencias están el padre Dios, Jesús su hijo único, quien nació de la virgen María, murió en la cruz y resucitó y, el Espíritu Santo.

El primer matrimonio de Trump con Ivana, la madre de sus tres hijos mayores Donald Jr., Ivanka y Eric, lo celebró el pastor Norman Vincent Peale de la Iglesia Marble Collegiate de Nueva York. Sin embargo, cuando en el 2009 Ivanka se casó con Jared Kushner, judío ortodoxo y ella se convirtió al judaísmo practicante.

Al visitar México el papa Francisco, antes de las elecciones que llevaron a Trump a la presidencia, el Sumo Pontífice dijo que cualquier persona que hable de muros “no es cristiano”. Y, de entrada, el magnate neoyorquino expresó: "Parece increíble que un líder religioso pueda poner en duda las creencias de un ciudadano americano".

Cuando el 22 de enero de 2017 fue entrevistado el papa Francisco por “El País” de España, Antonio Caño y Pablo Ordaz acerca de la tensión mundial por la posesión de Donald Trump, le preguntaron ¿A usted qué consideración le merece? Y Francisco dijo: “Ver qué pasa. Pero asustarme o alegrarme por lo que pueda suceder, en eso creo que podemos caer en una gran imprudencia. En ser profetas o de calamidades o de bienestares que no se van a dar, ni una ni otra. Se verá. Veremos lo que hace y ahí se evalúa. Siempre lo concreto. El cristianismo, o es concreto o no es cristianismo. Es curioso: la primera herejía de la Iglesia fue apenas muerto Cristo. La herejía de los gnósticos, que el apóstol Juan la condena. Y era la religiosidad de spray, de lo no concreto. Sí, yo, sí, la espiritualidad, la ley… pero todo spray. No, no. Cosas concretas. Y de lo concreto sacamos las consecuencias. Nosotros perdemos mucho el sentido de lo concreto. A mí me decía el otro día un pensador que este mundo está tan desordenado que le falta un punto fijo. Y es precisamente lo concreto lo que te da los puntos fijos. Qué hiciste, qué decidiste, cómo te movés. Por eso yo frente a eso espero y veo”.

El 25 de mayo de 2017, con cierta frialdad, el papa Francisco recibió en el palacio apostólico del Vaticano a Donald Trump, junto con su esposa Melania y un séquito de familiares y funcionarios norteamericanos, y aunque hablaron de ecología y paz, la cara del pontífice, reseñada en las fotografías de los medios de comunicación, no dejaban ver más que malestar y cierta lejanía y frialdad con un encuentro poco fructífero.

En lo único en lo cual coincidieron los dos personajes, fue en las frases expresadas tras el intercambio de regalos, cuando el Papa le dio un medallón con el olivo de la paz: “Se lo doy para que sea instrumento de la paz” y Trump contestó: “Necesitamos paz”. Un deseo de los dos, pero no sabemos si pueda salir adelante el propósito que se han fijado como objetivo común.

Cuando en el año 2015 se dio uno de los encuentros entre el papa Francisco con el antecesor de Trump, Barack Obama, en cambio, su reunión se centró en la lucha contra el cambio climático y en defensa de los inmigrantes y los refugiados, algo que realmente no está en la agenda del actual presidente republicano, ya que en esa reunión, en los propios jardines de la Casa Blanca, ante unas quince mil personas, el Papa se presentó como el “hijo de una familia de inmigrantes”, alegre de estar en un país que fue “construido en gran parte por tales familias”. Mientras que Obama, aludiendo al mensaje pontificio sobre compasión y amor hacia “el extranjero (...), desde el refugiado que huye de tierras rotas por la guerra al inmigrante que abandona la casa en busca de una vida mejor”.

Es difícil creer que un demócrata hubiese estado con un Papa más sintonizado que un republicano. Incluso, el Papa ha utilizado en Laudato Si frases del reverendo Martin Luther King y, en ese encuentro, hablando de cambio climático, utilizó una frase del líder inmolado en 1968: “…hemos incumplido un pagaré y ahora es el momento de saldarlo”, refiriéndose a la acción conjunta para salvar el planeta, en el cual, el presidente norteamericano, sea el que sea, tiene un papel preponderante, aunque ya Trump retiró a su país del Acuerdo de París sobre el cambio climático (COP21).

Mejor dicho, aunque la esperanza es lo último que se pierde, Trump no va a cambiar de rumbo y, durante su mandato seguirá la revolución de la normalidad de su ser y la Iglesia únicamente puede rezar por él.

 

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