El escepticismo reinaba sobre las posibilidades de éxito del acuerdo de alto el fuego en República Centroafricana entre las milicias anti-balaka, de mayoría cristiana, y la exrebelión de los Séléka, de mayoría musulmana, alcanzado la víspera.
El foro de Brazzaville para la paz en República Centroafricana llegó el miércoles a última hora a un acuerdo de alto el fuego, el primero en ocho meses de violencia intercomunitaria.
El resultado de estas negociaciones en Brazzaville está por debajo de los objetivos anunciados y se obtuvo gracias a una fuerte implicación de la mediación congoleña para obtener la adhesión de los ex rebeldes de Séléka, que se había retirado rápidamente de las negociaciones al exigir una partición del país.
El acuerdo lo firmaron representantes de los dos principales beligerantes: la Séléka, de mayoría musulmana, y las milicias anti-balaka, formadas mayoritariamente por combatientes cristianos, y representantes políticos, religiosos o civiles centroafricanos, como el presidente congoleño Denis Sassou Nguesso.
"¿Qué puede aportar ese famoso acuerdo de alto el fuego en el terreno, si la exSéléka sigue masacrando y que los balaka también lo hacen? Sangaris y Misca, ¿de qué sirven en la tierra centroafricana?", indicó el jueves el diario de Bangui, el Agora.
La decena de pequeños diarios de Bangui y habitantes de la capital comparten el escepticismo sobre la voluntad de los grupos armados de cumplir el alto fuego y la capacidad de las fuerzas francesa Sangaris y africana Misca ha hacerlo respetar.
"El acuerdo de alto el fuego no es más que una ilusión. ¿Cómo haremos para hacer aplicar este acuerdo a gente que se niega a desarmarse?", se pregunta Christelle Malamamon, jurista.
"Es sólo para salvar el honor del presidente congoleño y mediador de la crisis centroafricana Denis Sassou-Nguesso que a su pesar, obligada y forzada, la Séléka ha tenido que confirmar el famoso acuerdo de cese de las hostilidades", estima la página en internet Centrafrique-Presse.
La comunidad internacional organizadora del Foro, entre otros Francia, no quería cerrar el foro de Brazzaville con un fracaso.
La cuestión del reconocimiento oficial de una partición, exigida por la Séléka, que había bloqueado las conversaciones, muestra una realidad ya existente en el terreno. La ex rebelión controla el grueso del norte y el este del país, fronterizos de Chad y de Sudán.
Desde hace años, Bangui ya no controla estas regiones, abandonas a las rebeliones, lo cual ha permitido a la Séléka avanzar rápidamente hacia Bangui, con el apoyo de Chad y derrocar en marzo de 2013 al presidente François Bozizé.
Los anti-balaka y otras milicias cristianas y animistas operan en el noreste y el oeste, donde pillan a los viajeros en las carreteras y los civiles, así como los convoyes de ayuda humanitaria.