La labor de la Policía Nacional contra todas las formas del delito, que en Colombia se dan silvestres, es incansable. En la lucha contra la subversión miles de uniformados han sufrido el suplicio del secuestro, otros han perdido la vida en emboscadas, o víctimas de las minas antipersona.
Hay casos que conmueven por su dramatismo, como el de la patrullera Erika Olivera Vega, de la Policía Metropolitana de Bucaramanga, quien murió en el cumplimiento de su deber. Ofrendó su vida al tratar de impedir el secuestro de un estudiante universitario en Girón -Santander-. Recibió un disparo en la espalda. Tenía 22 años y era hija única. Erika, desde niña soñaba con formar parte de la Policía. Sus compañeros la recuerdan con afecto como una persona amable y dedicada a su trabajo. El director de la Policía, general Rodolfo Palomino, le rindió sentido homenaje en las exequias, que se realizaron en El Guamo -Tolima-. Una gran pérdida la muerte trágica a manos de la delincuencia de esta valiente joven, heroína de la Policía.
Son múltiples las veces en que integrantes de esta institución han dado muestras de valor frente a los antisociales, siempre en la misión de proteger vidas y bienes de los ciudadanos.