El presidente turco Recep Tayyip Erdogan se comprometió a llevar "hasta el final" las operaciones militares contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), calificando a los rebeldes kurdos de "ateos" y de "zoroástricos", una minoría religiosa preislámica.
"¿Acaso no han destruido nuestras mezquitas? Esta gente es atea, son zoroástricos (...) No actúan en función de nuestros valores", exclamó Erdogan en un discurso lleno de retórica religiosa en Diyarbakir, ciudad del sureste de mayoría kurda de Turquía.
"¿Por qué no nos atreveríamos a decir esto, explicarle a nuestros hermanos kurdos que son creyentes?", continuó el presidente islamoconservador turco. "Si nuestros hermanos kurdos creyentes, devotos y virtuosos no toman su lugar en esta lucha hasta el final, entonces será difícil".
Erdogan, que mantiene una línea dura frente al PKK, afirmó que las operaciones militares iban a "continuar hasta el final". "Dejar las armas no será suficiente. Deberán enterrarlas, hundirlas en el cemento y darnos las coordenadas (geográficas) (...) sino, las retomarán en el futuro", añadió.
El jefe del Estado turco y su primer ministro Binali Yildirim realizaron el sábado una visita simbólica a Diyarbakir, corazón del sureste de Turquía envuelto en enfrentamientos desde hace más o menos un año con la reanudación de los combates entre las fuerzas de seguridad y los rebeldes kurdos.
El nuevo jefe del gobierno, por su parte, instó a los jóvenes miembros del PKK a rendirse a las autoridades. "Renunciad a este callejón sin salida, a este camino sombrío, rendíos", declaró.
Las operaciones realizadas por las Fuerzas Armadas para neutralizar a los militantes del PKK, que levantaron barricadas en varias ciudades del sureste y proclamaron un "levantamiento urbano", provocaron la muerte de decenas de civiles y el éxodo de otra decena de miles.
Cientos de rebeldes murieron a manos de las fuerzas de seguridad, que también sufrieron numerosas pérdidas entre sus filas.