La violencia volvió a ensangrentar Egipto el viernes con al menos 83 muertos en enfrentamientos entre las fuerzas del orden y partidarios del presidente islamista derrocado Mohamed Mursi, que han convocado movilizaciones diarias.
En la noche, la policía egipcia rodeaba una mezquita en El Cairo, que hace las funciones de morgue, donde se encontraban atrincherados manifestantes islamistas, según responsables de la seguridad.
Barrios enteros de El Cairo se transformaron en verdaderos campos de batalla el viernes, aunque los partidarios de Mursi se movilizaron en todo el país. Una hora hora después de la entrada en vigor del toque de queda nocturno los manifestantes se retiraron, siguiendo el llamado de la "Alianza contra el Golpe de Estado".
Sin embargo, esta alianza pidió a los seguidores que sigan manifestándose diariamente para denunciar la muerte el miércoles de al menos 578 personas --los Hermanos Musulmanes hablan de 2.200 muertos--, la mayoría partidarios de Mursi en el desmantelamiento de sus campamentos en El Cairo, en la jornada más sangrienta desde la caída del régimen de Hosni Mubarak en febrero de 2011.
El gobierno egipcio instalado por el ejército tras el golpe el 3 de julio, aseguró que se enfrenta a "un complot terrorista malintencionado" de los Hermanos Musulmanes. El viernes autorizó a las fuerzas del orden a abrir fuego contra los manifestantes en caso de peligro.
Ante esta escalada, que hace temer que el país --en estado de emergencia-- se hunda en el caos, varios países europeos contemplan incluso revisar sus relaciones con El Cairo.
Disparos de armas automáticas
La capital está blindada por el ejército y sembrada de "comités populares" partidarios del nuevo poder -a menudo milicias de jóvenes armados y exaltados-. A lo largo de la jornada se oyeron disparos de armas automáticas en varios barrios, en particular, alrededor de la plaza Ramsés donde se congregaban miles de islamistas.
En dos morgues improvisadas en mezquitas del barrio, un corresponsal de la AFP y testigos contaron 39 cuerpos. Una de ellas era la que la policía rodeaba en la noche.
Asimismo, 44 personas murieron en otras provincias, de ellas diez en Suez, por las fuerzas del orden, por ignorar el toque de queda, según fuente de la seguridad.
El partido de la Libertad y la Justicia, el brazo político de los Hermanos Musulmanes, informó de 130 muertos solo en la capital.
En el Centro de El Cairo, testigos dijeron haber visto a un hombre saltar de un puente para escapar a las balas cuando tanques se dirigían hacia los manifestantes. Las televisiones han mostrado a hombres disparando con kalashnikov desde un puente en El Cairo pero no fue posible saber si se trataba de manifestantes o de policías en civil.
También hubo disparos en otras grandes ciudades del país, como Alejandría (norte), Beni Sueif y Fayum en el sur de la capital, y en la ciudad turística de Hurgada en el mar Rojo.
El ministerio del Interior denunció que las fuerzas del orden habían sido objeto de varios ataques de los partidarios de Mursi.
La UE reclama "medidas apropiadas"
Varios países occidentales han condenado el baño de sangre del miércoles y que prosiga la violencia, y los 15 países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU pidieron el "máximo de contención" a los responsables egipcios.
El viernes, la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, invitó a los Estados miembros de la Unión Europea que adopten las "medidas apropiadas" en la reunión que tendrá lugar el lunes en Bruselas.
La mayoría de los países europeos desaconsejan los viajes a Egipto, al igual que Estados Unidos, que ha cancelado los ejercicios militares conjuntos, mientras Suecia, Noruega y Finlandia ya han repatriado a sus ciudadanos que estaban de viaje turístico.
Turquía ha convocado a su embajador en Egipto, cuyas autoridades han hecho otro tanto y han anulado las maniobras navales previstas con Turquía en protesta por lo que considera una "injerencia".
En cambio, el rey Abdalá de Arabia Saudita proclamó su apoyo a las autoridades egipcias y advirtió del peligro de "injerencias" en los asuntos internos de El Cairo, lo mismo que ha hecho Jordania.
El país está totalmente dividido entre los partidarios del ejército y los islamistas de Mursi.
Los partidarios del primer presidente democráticamente elegido en Egipto denuncian el golpe de Estado mientras que los detractores le acusan de haber gobernado solo para los Hermanos Musulmanes y de haber dejado la economía hundirse en la crisis.