El presidente egipcio, el islamista Mohamed Mursi, declaró este domingo el estado de emergencia en tres provincias del norte, escenario de disturbios que dejaron decenas de muertos el fin de semana, incluyendo Puerto Saíd, y llamó a la oposición a dialogar a partir del lunes.
Las medidas de emergencia, que incluyen un toque de queda, se aplicarán a partir de las 22H00 GMT del domingo en Puerto Saíd, Suez e Ismailia "por un plazo de 30 días", dijo Mursi en un mensaje difundido por la televisión estatal. El mandatario amenazó además con tomar "otras medidas excepcionales" si se reanudan los disturbios.
Mursi llamó a un diálogo nacional a partir del lunes entres los "dirigentes de las fuerzas políticas" del país.
Seis personas murieron y más de 460 resultaron heridas el domingo en Puerto Saíd, en una segunda jornada de violencia tras las condenas a muerte, la víspera, de 21 seguidores de un equipo de fútbol local, Al Masry.
La muchedumbre había intentado asaltar tres comisarías de policía e incendiar un club perteneciente a las fuerzas armadas, que fue saqueado, según fuentes de seguridad.
Un responsable de los hospitales de Puerto Said, Abdelramán Farag, afirmó que entre los muertos había un adolescente que recibió un disparo en el pecho. En total unas 467 personas resultaron heridas--38 por bala-- en los disturbios.
Varios miles de personas participaron en un clima de tensión en estos funerales. Entre las víctimas mortales figuraban dos policías, cuyos funerales fueron celebrados en El Cairo. El ministro del Interior Mohamed Ibrahim no pudo asistir a la ceremonia, ya que fue impedido de participar en ella por encolerizados policías, según la agencia oficial Mena.
Los seguidores del club local habían condenados por su implicación en los actos violentos que en febrero de 2012 dejaron 74 muertos, después de un partido contra un equipo de El Cairo, Al Ahly.
Fuentes médicas indicaron a la AFP que todas las víctimas del sábado murieron por impactos de balas reales. El ejército desmintió haber utilizado este tipo de munición.
Durante el traslado de los restos mortales de los fallecidos desde la mezquita hacia el cementerio se escucharon varios disparos de procedencia desconocida, lo que provocó inicialmente el pánico en la multitud.
Los habitantes que participaban en el cortejo fúnebre ocuparon la calle principal de la ciudad. "No hay más Dios que Dios", gritaba la multitud. Algunos mostraron su ira contra el poder islamista, coreando "Abajo el poder del guía" de los Hermanos Musulmanes, formación de la que procede el presidente Mohamed Mursi.
El sábado, los militares se desplegado en esta ciudad portuaria situada en la entrada norte del canal de Suez para proteger los edificios públicos y los lugares emblemáticos.
"Una sentencia política"
Algunos habitantes de Puerto Saíd aseguran que las condenas a muerte estuvieron motivadas por el deseo de evitar enfrentamientos todavía más graves con los seguidores muy organizados del Al Ahly, los "ultras", que amenazaron con sembrar el "caos" si el veredicto no era lo suficientemente severo.
"Es un veredicto político que sacrificó a nuestros hijos para evitar el caos. Nuestros hijos son chivos expiatorios". afirmó a la AFP un habitante, Ashraf Sayed.
El sábado, vecinos de Puerto Saíd ya atacaron dos comisarías y allegados de los condenados a muerte intentaron asaltar la prisión en la que estos últimos están detenidos.
Desde el viernes, varias ciudades de Egipto, entre ellas El Cairo, vivieron enfrentamientos durante la celebración del segundo aniversario del comienzo del movimiento popular que depuso al entonces presidente Hosni Mubarak.
En El Cairo este domingo continuaban, por cuarto día consecutivo, los choques entre pequeños grupos de jóvenes manifestantes y policías cerca de la plaza Tahrir, donde las fuerzas de seguridad respondían a las pedradas con gases lacrimógenos.
En Suez también se registraron enfrentamientos durante la noche en la entrada del canal del mismo nombre.
La embajada de Estados Unidos anunció que suspendía sus servicios al público por estos enfrentamientos que se desarrollaban cerca de sus oficinas.
AFP