La técnica conocida como “genética de poblaciones” evidenció que al haber una población tan reducida de tortuga carranchina, propia del Caribe colombiano, estas se están reproduciendo entre familiares, lo cual reduce su variabilidad genética e incrementa el riesgo de extinción.
La tala de árboles, las quemas controladas y la ampliación de la frontera ganadera para producción de ganado cebú son algunos de los factores que han hecho que el hábitat de la Mesoclemmys dahli, conocida popularmente tortuga carrancha –o carranchina–, se esté reduciendo, lo cual pone en riesgo la supervivencia de la especie.
Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Bogotá y de la Universidad de los Andes aplicaron la genética de poblaciones para conocer los principios teóricos de la evolución de una especie, en este caso la carranchina, la cual habita en los bosques secos tropicales de Cesar, Córdoba, Magdalena y Bolívar.
Para obtener los resultados extrajeron sangre de los especímenes estudiados y revisaron el ADN de los animales. Después, por medio de generadores moleculares, conocidos como microsatélites (pequeños “trozos” de genoma que tiene repeticiones), se determinó el riesgo de extinción.
Los investigadores Natalia Gallego y Mario Vargas afirman que “la secuencia de genes que tiene esta especie presenta una fragmentación, es decir una característica adversa para la supervivencia de la especie”.
También gracias al estudio se supo que desde 1900 se empezó a intervenir el hábitat de las tortugas carranchina por la producción ganadera y el desarrollo urbanístico que fragmentó el bosque seco.
Al respecto, el profesor Mario Vargas señala que “la tortuga vivía en el bosque seco tropical colombiano, uno de los espacios más amenazados que tiene el país hoy en día, debido a que ha sido utilizado por el hombre para actividades rurales y de construcción de infraestructura”.
Por medio de pesquisas, el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt confirma que este ecosistema cubría más de 9 millones de hectáreas, de las cuales queda en la actualidad apenas un 8 % y presenta desertificación.
Según la investigadora Gallego, de la Universidad de los Andes, la tortuga carranchina ya se encontraba en peligro de extinción, y se conocía solo en el Bajo Sinú, provincia de Córdoba. Después de que se encontró en César, la especie pasó de ser “críticamente amenazada” a “vulnerable”.
“Gracias a los resultados del estudios estamos proponiendo que la especie se vuelva a subir de categoría para que el Gobierno Nacional y las agencias de conservación emprendan acciones que permitan garantizar su supervivencia”.
Función ecológica
La especie Mesoclemmys dahli cumple funciones ecológicas en el ecosistema que se encuentra. El investigador Vargas destaca que la tortuga transforma los nutrientes para que sean útiles para otras especies, son dispersoras de semillas y controladoras de plagas.
En ese sentido, los resultados del estudio son relevantes porque utiliza técnicas y tecnologías novedosas de la genética de poblaciones, para ayudar a detectar situaciones vulnerables de manera que se puedan tomar medidas de conservación urgente.
Los investigadores enfatizan en que la destrucción del hábitat de la tortuga carranchina sería una gran pérdida para la biodiversidad del país.
En Colombia existen varias especies de la familia Mesoclemmys, actualmente existe cuatro variedades, como la Mesoclemmys Gibus, que vive en la Amazonia. Así mismo, es la única familia con integrantes en el norte y el occidente de los Andes.
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