Por Néstor Rosanía*
Especial para EL NUEVO SIGLO
Mañana se da formalmente inicio a las conversaciones de paz con las Farc. Nuevamente el país entra a un proceso de negociación y diálogo para llegar a la terminación del conflicto armado. Los procesos de negociación con esta guerrilla no han sido fáciles. Las Farc son una guerrilla de origen campesino que asumieron bajo el liderazgo de Luis Morantes, alias “Jacobo Arenas” un discurso marxista-leninista y que, a su vez, combinaron con las teorías de la guerra popular prolongada de Mao Tze Tung.
Esto hace que sus posturas sean profundamente dogmáticas y radicales. Las Farc entienden los procesos de paz no como caminos alternativos para la solución del conflicto, sino como estadios y pasos para la toma del poder. Para entender este proceso de negociación es necesario entender las raíces farianas. Lo primero que hay que decir es que las Farc al actuar bajo un modelo de ‘guerra popular prolongada’ intentan manejar dos variables.
La primera es el apoyo popular y el movimiento de masas, cosa que no pasa en el caso de Farc, ya que perdió todo tipo de respaldo popular; y la segunda variable se da desde la acepción “prolongado”, quiere decir esto desde el tiempo como factor determinante en el desarrollo de una revolución. En este modelo de guerra el tiempo no importa, el tiempo no es un factor de presión para las guerrillas, pero sí es un factor de presión para el Estado.
Esta variable se materializa diciendo que mientras las guerrillas no sean derrotadas están ganando, y mientras el Estado no pueda derrotar a las guerrillas el Estado está perdiendo.
El tiempo
La variable tiempo es la que marca este tipo de guerra, donde el tiempo juega a favor de las Farc y en contra del Estado colombiano.
Este modelo de guerra se verá reflejado en el proceso de paz que inicia mañana, el presidente Santos al comunicar al país el inicio del proceso de paz dejó claro que este proceso debe ser rápido y sin dilaciones, a lo que respondió Iván Márquez al inicio del proceso de paz en Oslo, cuando manifestó que no puede existir una “paz expréss”.
Este concepto del tiempo va a marcar el inicio del proceso. Santos sabe que este proceso debe dar algún tipo de resultado rápido; sus contradictores están al acecho y sabe que el país no soportaría un proceso de paz largo en medio de tomas guerrilleras, secuestros y escalonamiento del conflicto.
Sumado a lo anterior, Santos desde ya perfila su candidatura presidencial de reelección y sabe que tener a unas Farc sentadas negociando la paz es un buen paso, pero mostrar resultados de este proceso sería un triunfo asegurado.
Pero como el mismo presidente Santos lo dijo: esto es un riesgo calculado. Sabe que debe estar dispuesto a levantarse rápido de la mesa si no se ve ningún avance. El demorar este proceso sin ningún tipo de resultados el electorado se lo cobraría muy duro.
Ante esta variable de tiempo Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador manifestó en Oslo que el gobierno en ningún momento se sentiría rehén del proceso. Sin haberse sentando los equipos negociadores estamos ante el primer punto de tensión entre el Estado y la guerrilla: el tiempo.
La tierra
Un segundo punto fundamental va a ser el de la tierra, primer punto de la agenda que se comenzará a discutir en la mesa a partir de mañana. Las Farc, desde los guerrilleros marquetalianos del bloque sur de 1964 y de la II Conferencia Nacional de 1966, han tenido en sus Conferencias el tema de la tierra como uno de los ejes centrales de su lucha armada. Hoy es el primer punto de la agenda, y pese a que es el primer paso de la negociación, desde ya se sabe que uno de los más grandes perjudicados contradictoriamente es el mismo campo.
Sin lugar a dudas el campo colombiano necesita una reforma estructural. Las seudo-reformas agrarias propuestas por diferentes gobiernos no han tenido ningún éxito y el grueso de la población pobre en Colombia se ubica en las zonas rurales.
El tema del campo es un problema de Estado, y hablar de una reforma agraria no puede ser de derecha o de izquierda, y mucho menos un bandera de las Farc. Es parte de los intereses nacionales que deberían solucionarse bajo la fórmula de políticas de Estado. Lo peor que le pudo pasar al campo fue que se convirtió en uno de los discursos de lucha de las Farc hecho que generó que se macartizara y que cada vez que se hablara de una restructuración agraria se asumiera como un tema guerrillero, y así casi todos los gobiernos asumieron que el tema de reformas agrarias de fondo era darle la razón a las Farc.
Hoy el tema nuevamente está en la mesa con tres variables. La primera es la que proponen las Farc donde el eje fundamental es darle la prioridad al pequeño y mediano campesino y que el Estado renuncie a una inversión extranjera.
La segunda es la que proponen los grandes industriales, donde se debe tecnificar el campo y generar una gran inversión extranjera que permita formar una verdadera agroindustria en Colombia; y la tercera pasa por los defensores del statu quo, donde se encuentran grandes ganaderos y latifundistas que luchan por mantener el modelo actual. A estas variables se suma no solo el qué hacer con la tierra actual, sino cómo se van a restituir las tierras despojadas producto del conflicto armado.
Las Farc desde ya desconocen la Ley de Tierras del gobierno calificándola como una mentira del Estado, donde los campesinos finalmente sin ningún tipo de recursos se van a ver obligados a vender o arrendar sus tierras a grandes industriales. Ante esta crítica de las Farc a la ley cabe anotar que ellos mismas han sido uno de los mayores despojadores de tierra, que durante más de 50 años han adelantado una reforma agraria armada en sus áreas de influencia, y que hoy muchas tierras ganadas con las armas están en manos de las familias de los comandantes de las Farc, razón por la cual atacan la ley, ya que saben que si se ejecutara tal cual como el Gobierno la plantea, la subversión sería una de las grandes perjudicadas, devolviendo las tierras robadas.
… Las Farc, los paramilitares y el mismo Estado, por medio de la corrupción, han sido despojadores de tierras, ahora el desafío para el equipo negociador del Gobierno es ver como se va a plantear el tema de la tierra, uno de los ejes fundamentales de este conflicto, donde el Estado sin lugar a dudas debe generar reformas agrarias seria y profundas. El gran reto es que estas reformas no se entiendan como concesiones a las Farc, sino que sean parte del deber de Estado. Porque el tema de la tierra es un tema propio del siglo XIX que en Colombia nunca se resolvió.
· Abogado, Magister en Seguridad y Defensa Nacionales, Director del Centro de Estudios en Seguridad, Defensa y Asuntos Internacionales. CESDAI.