Camillas, tubos de oxígeno y activistas caracterizados como enfermos postrados en el centro de Bogotá. La escena sorprendió y llamó la atención de los transeúntes por las calles de la ciudad. La acción fue llevada a cabo por Greenpeace, la ONG que bajo el lema “El asbesto sigue enfermando a Colombia”, busca alertar a la ciudadanía del devastador y mortal peligro que el asbesto, de manera silenciosa e invisible, está generando en la salud de los colombianos.
El objetivo de Greenpeace es que las empresas dejen de fabricar y comercializar productos con asbesto, la mayoría de los cuales son destinados al sector de la construcción y que, según diversos estudios internacionales, es causante de enfermedades cancerígenas.
Según un informe elaborado en forma conjunta entre la Universidad de los Andes y Greenpeace, el asbesto -en particular la variedad llamada “crisotilo” que se utiliza actualmente en Colombia- tiene serios impactos en la salud, provocando enfermedades por la inhalación de pequeñas fibras que se desprenden de los productos que las contienen y se desplazan de manera imperceptible por el aire.
Las consecuencias del asbesto para la salud son críticas, aunque los síntomas pueden demorar décadas en aparecer. Sin embargo, se estima que cada año mueren más de 100.000 personas en el mundo por cáncer de pulmón, mesotelioma y asbestosis debido a la exposición a la sustancia.
En medio de este complejo panorama, Greenpeace y familiares de las víctimas del asbesto también llaman la atención respecto del escaso aporte del mundo político para enfrentar una situación que ha terminado por convertirse en una emergencia de salud pública.
“Es hora de que el Congreso, después de varios fracasos, tramite de una buena vez una ley que prohíba el uso y comercialización de asbesto. Hago un llamado a los colombianos para que se sumen a esta exigencia y terminemos con esta amenaza a nuestra salud”, dijo Daniel Pineda, viudo de Ana Cecilia Niño, quien murió en enero de este año y que, mientras estuvo enferma debido a su larga exposición al asbesto, encabezó una campaña para llamar la atención de los irreparables efectos que la sustancia tiene para la salud de los colombianos.
El asbesto o amianto es un mineral conocido por sus características de resistencia que permite aislar el calor y el ruido. Se extrae de minas y su proceso es barato. El asbesto se utiliza para la confección de vestimenta (guantes, buzos antiflama, delantales, manoplas, sogas) en la construcción (fibrocemento, tejas, lozas, etc.), en caucho y en algunos electrodomésticos (planchas, tostadoras, secadoras de pelo, cafeteras).
Se comenzó a extraer y a utilizar comercialmente en América del Norte a finales del siglo XIX. Su uso aumentó durante la Segunda Guerra Mundial. Desde ese entonces, el asbesto se ha usado en muchas industrias. Por ejemplo, se ha usado en la construcción y edificación para reforzar el cemento y los plásticos, así como aislante, en material para techos, material incombustible y para absorber el sonido. La construcción naval ha usado el asbesto para aislar calderas, tuberías de vapor y tuberías de agua caliente. La industria automotriz usa el asbesto en las zapatas de los frenos y en los discos de embrague de vehículos. También se encuentra en las losetas de techos y de pisos; en pinturas, revestimientos y adhesivos, y en los plásticos.
Además, se ha encontrado en productos de jardinería que contienen vermiculita y en algunos lápices de colores con talco.
A fines de la década del 70, la Comisión de Seguridad de los Productos para el Consumidor de EU prohibió el uso del asbesto en los compuestos para la reparación de tablaroca o cartón-yeso y en chimeneas de gas porque las fibras de estos productos podían escaparse al ambiente durante el uso.
La EPA ((U.S. Environmental Protection Agency ) prohibió en 1989 todo uso de asbesto y estableció normas que requieren que las escuelas inspeccionen los edificios para detectar su presencia y eliminar o reducir la exposición de los ocupantes mediante el retiro o el sellado de este mineral3. Sin embargo, los usos establecidos antes de ese año aún se permiten./ Greenpeace