Hace 10 años, un 22 de febrero de 2004, el entonces columnista Juan Manuel Santos, hoy Presidente de Colombia, escribió en El Tiempo un vigoroso panfleto contra la despiadada dictadura y la inminente guerra civil que se estaría cocinando en el hermano país venezolano. El Barquero supo de fuentes que tienen por qué saberlo que este escrito ya está en manos de Nicolás Maduro y de su guardia pretoriana, encabezada por Diosdado Cabello.
¿Ceguera o imbecilidad?
Por Juan Manuel Santos, febrero 22 de 2004.
“Venezuela va camino de una despiadada dictadura o hacia una guerra civil. Y a casi nadie parece importarle o darse por enterado. Los últimos hechos así lo confirman y las consecuencias para América Latina, pero sobre todo para nosotros los colombianos, serán funestas”.
Cualquier parecido con Colombia. Santos borra con el codo lo que escribe con la mano y ahora nos aplica a los colombianos las mismas medicinas que tanto criticó. Escribió Santos sobre el régimen bolivariano: “No es sino hacer un breve recuento de las recientes movidas de Chávez para darse plena cuenta de sus verdaderas intenciones... El plan B ya lo anunció Chávez: si el Consejo Electoral no resiste las presiones y convoca el referéndum, de inmediato apelaría al Tribunal Supremo, que por supuesto está a sus enteras órdenes. ¡Cómo es de rico jugar a la democracia con cartas marcadas y árbitros de bolsillo!”.
Descuartiza las Fuerzas Militares. Dijo Santos... y ahora, como Presidente, se lo aplica a nuestro Ejército, y lo escrito, escrito está.
“Las Fuerzas Armadas se encuentran totalmente descuartizadas, su capacidad operativa es mínima”, dijo Santos en su columna. Entonces uno se pregunta ¿Qué hace el general Jorge Enrique Mora Rangel viendo rodar cabezas de generales y el silencio cómplice del mejor policía del mundo, Óscar Naranjo Trujillo, quienes se olvidaron de Valencia Tovar, Landazábal Reyes y de Bedoya Pizarro?
También escribió Santos hace 10 años:“Los oficiales chavistas se están colocando en posiciones políticas claves: dos generales son candidatos a las gobernaciones de Carabobo y Zulia y el hermano del Presidente (su hermano Adán)”. Un contertulio le dijo al Barquero: la historia vuelve a repetirse, con Enrique, el disco duro de los “Guerrilleros del Chicó”), como lo recordó Kienyke y La silla vacía, su vocero en la mesa de diálogo, mientras Adán es nombrado embajador en Cuba. Que coincidencias.
Silenciar la prensa. Así lo intentaron chuzando al periodismo libre, como lo denunciaron en su momento en La Luciérnaga Hernán Peláez y Gardeazábal, víctimas del aparato estatal, como lo han intentado con Fernando Londoño, con atentado incluido, en donde las Farc asesinaron a sus escoltas Rosemberg y Ricardo, y con la persecución infame al director de Periodismo sin Fronteras. Santos escribió también en “Un vecino en llamas” que pretende Chávez “… tomarse los medios de comunicación (por la fuerza si es necesario, como también lo advirtió Chávez)”. Ahora lo hace Maduro con Claudia Gurisatti.
Pdvsa y Ecopetrol. Santos se contradice cuando saca a su mejor ejecutivo, don Fabio Echeverri Correa, de Ecopetrol, para entregárselo a sus amigos de turno, cuando sostenía todo lo contrario, afirmando no sabemos si con “ceguera o imbecilidad” como así aparece en ese memorable panfleto: “Con el control de Pdvsa y el barril de petróleo a 35 dólares, la plata no es problema. Por eso, analistas prestigiosos como Alberto Garrido han denunciado que Chávez se está dando el lujo no sólo de comprar apoyo interno, sino de aupar a los cocaleros de Bolivia, a los piqueteros de Argentina, a los Sin Tierra de Brasil, al Movimiento Indígena Pachacutik del Ecuador... y por supuesto como ya se sabe a la guerrilla colombiana”.
Colofón. Todo esto ante la indiferencia de las democracias continentales. ¿En qué queda la Carta de la OEA? ¿Dónde está la solidaridad democrática? ¿Qué se hicieron los países amigos del Secretario General? Hasta Lula advirtió la semana pasada que Venezuela iba hacia una guerra civil si sigue irrespetando los cauces constitucionales (lo mismo dicen muchos expertos internacionales, como William Ury, el famoso negociador de conflictos) y de pasadita conminó a Chávez a que no se metiera en el conflicto Bolivia-Chile. Pero el resto del continente y del mundo no ha dicho ni mu.
Semejante indiferencia, ceguera o imbecilidad puede resultar cómplice de una catástrofe política y social de enormes magnitudes. Las primeras víctimas serán los propios venezolanos. Las segundas, sus vecinos: nosotros los colombianos.
Twitter @BarberiaBarca