El técnico Jupp Heynckes está explotando al máximo las condiciones del ‘10’ colombiano
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Solo necesitó unos cuantos minutos para confirmar lo que de él ya se sabía y lo que el presidente del Real Madrid sigue recordando: “James -Rodríguez- es un gran jugador”.
Lo fue en Banfield de Argentina, Porto de Portugal, Mónaco de Francia y en el Real Madrid de España mientras estuvo sentado en el banco técnico el italiano Carlo Ancelotti.
Pero por esas cosas del fútbol, generalmente inentendibles, de ser el de mayor asistencias y uno de los mayores anotadores en el cuadro merengue, pasó a ser suplente de los suplentes, gracias a ‘Rafa’ Benítez, quien se fue por la puerta de atrás, y a Zinedine Zidane.
El técnico francés siempre dijo contar con James, lo elogiaba pero no lo ponía a jugar, situación totalmente contraria a lo que ocurría con la Selección Colombia, a la que el ‘10’ llegaba y sacaba a relucir lo mejor de su repertorio futbolístico.
Dejar al Real Madrid no era sencillo. James siempre quiso jugar allí, tuvo una primera gran temporada y su juego le decía que tenía con qué pelear un puesto, pero otra cosa pensaba el entrenador.
Finalmente se dio el traspaso, a préstamo al Bayer Múnich en donde el técnico que lo vio triunfar en el Real Madrid, Ancelotti, lo pidió como refuerzo. Y los directivos se lo dieron.
James llegó y empezó a mostrar su clase y aunque tuvo partidos flojos, la afición lo fue acogiendo, pero vino lo inesperado: Ancelotti fue cesado por la directiva del elenco bávaro y nuevamente afloraron los temores.
Sin embargo, James siempre guardó la esperanza de que su fútbol, su talento, su clase, su ingenio, le abrieran un lugar en la formación titular.
Y, llegó Jupp Heynckes a tomar el lugar que había dejado Ancelotti. De entrada el veterano estratega, que llevaba cuatro años alejado de la dirección técnica, valoró al ‘10’ colombiano y dijo que tendría su oportunidad y dependería de él aprovecharla.
Con pocas palabras pero con mucho fútbol y una alta dosis de sacrificio, el volante colombiano, goleador en el Mundial de Brasil 2014 y estandarte de la Selección Colombia en la eliminatoria para Rusia 2018, se fue abriendo campo en la formación titular del Bayern Múnich.
Desde luego que también contó con una buena dosis de fortuna porque las lesiones de Roben, Ribery y Müller le dieron cabida en el plantel base, pero más allá de ello, estuvo de por medio la actitud del colombiano.
Para Zidane, James era un extremo por derecha. Siempre lo utilizó en el lugar equivocado, mientras que Heynckes, quien es un hombre experimentado, guerrero de mil batallas y viejo zorro del fútbol, lo ha ido probando acá y allá, entregándole responsabilidades, exigiéndole cada día más y más. Y James le ha respondido.
El colombiano es excelente con el balón en sus pies. Precioso en los pases, ingenioso, habilidoso, pero no es lo único que aporta. No. En el Bayern se le ha visto como extremo por derecha al lado de Roben, por izquierda junto a Ribery; como centro delantero, como falso nueve, como enganche y como volante de marca. Sí, como recuperador de balones, en una labor completamente de sacrificio y le ha cumplido al técnico.
Todos ganan
El técnico actual del Bayern gana con la presencia de James. Lo puede emplear en cualquier posición y sabe que le va a cumplir, que lo hace con gusto porque se siente a gusto, bien tratado en el club.
Y si el club bávaro gana con James, la Selección Colombia ni se diga. El técnico José Pekerman debe estar feliz porque en la medida en que el ‘10’ tenga minutos, va recuperando su mejor forma y puede llegar al Mundial de Rusia en un nivel tan bueno como a Brasil 2014 o mucho mejor porque ya tiene más experiencia y se está fogueando en las grandes ligas del balompié universal.
Además, los aficionados bávaros reconocen la capacidad y el talento del colombiano, lo disfrutan y por ello lo aplauden a rabiar cuando abandona el terreno de juego, muchas veces porque el técnico así lo decide solo para que lo estimulen.
Mientras ello ocurre, en Madrid se rasgan las vestiduras. Ya no tienen a James para criticarlo porque se sienta con los brazos cruzados en el banco de suplentes, porque se ríe o porque está serio, porque juega o porque no.
Bien lo dijeron en alguna ocasión en El Chiringuito: “todos los días criticamos a James y queremos que se vaya, pero el día que se vaya, ah falta que nos va hacer”.
Así ha sido. En el mismo programa y en otros, en la prensa añoran el talento de James y sus compañeros lo dicen abiertamente. Marcelo puso en su cuenta de Twitter: James te extrañamos y Cristiano Ronaldo se lo dijo a la prensa: ya no tenemos a James, Pepe y Morata.
Además el presidente del Real Madrid no deja olvidar que “James es un grandísimo jugador… y sigue siendo del Madrid”.
Mientras tanto, James Rodríguez sigue feliz en Múnich, haciendo lo que más le gusta, disfrutando del cariño de sus aficionados, del reconocimiento de su técnico y, para resaltar, de sus compañeros.
Ribery, Lewandowski, Vidal y demás estrellas del plantel lo aplauden cuando los pone mano a mano con el arquero contrario, lo abrazan cuando hay gol o cuando recupera un balón y sale jugando desde su área.
Lo mejor que le pudo pasar a James fue irse del Real y recalar en otro de los grandes del fútbol europeo porque allí está mostrando lo que es y lo que vale como jugador. No es, como se llegó a decir, un jugador del montón que tuvo una buena temporada, sino una figura de nivel mundial que algunos técnicos no valoraron en su verdadera dimensión.
Ahora solo le resta seguir mostrando esa actitud, esas ganas y desplegando lo mejor de su talento para que el técnico del Bayern lo siga teniendo en cuenta y para que llegue al Mundial de Rusia en su más alto nivel.