Donald Trump recibió este sábado a su exrival en las primarias republicanas Mitt Romney en uno de sus campos de golf, donde continúa sus consultas para formar el nuevo gobierno estadounidense.
Ninguno de los dos hombres, que se habían profusamente atacado durante la campaña presidencial, confirmó si Romney sigue en carrera para ocupar el cargo de secretario de Estado, o si se trató simplemente de una visita de cortesía destinada a suturar las heridas en el campo republicano.
"Mantuvimos una buena conversación sobre los diversos escenarios mundiales en los cuales Estados Unidos tiene intereses significativos", declaró al concluir este encuentro, de una hora 25 minutos de duración, en el campo de golf Trump de Bedminster, en Nueva Jersey, donde el futuro sucesor de Barack Obama pasa el fin de semana.
El presidente electo hizo gala de deferencia por su interlocutor: lo recibió a la entrada al predio y los acompañó a la salida, despidiéndose de él con un largo apretón de manos ante la prensa.
"Conversamos sobre esos temas e intercambiamos opiniones. Fue una conversación muy completa y profunda, durante el tiempo que nos fue impartido. Valoro la ocasión de hablar con el presidente electo, y espero con impaciencia la próxima administración", dijo Romney en una breve declaración focalizada en los asuntos internacionales.
"Estuvo muy bien", lanzó de lejos el mandatario electo.
Trump nombró el viernes a tres miembros de su equipo (Justicia, CIA y Consejero de Seguridad Nacional), pero le quedan todavía una quincena de puestos para rellenar y armar así su gabinete gubernamental, en particular en los departamentos de Estado y de Defensa y miles de cargos en Washington, una operación supervisada por su equipo de transición.
Entre las otras figuras que fueron recibidas el sábado en Bedminster figuraron el general retirado James Mattis, potencial candidato al Pentágono, y Michelle Rhee, controvertida exdirectora de las escuelas de Washington, a quien Trump calificó de "muy talentosa".
Según señaló, este sábado "podría" haber algunas designaciones.
Desde su elección, Trump recibió también a decenas de candidatos a diversos puestos en la Torre Trump de Nueva York, como varios legisladores y el actual director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), el almirante Mike Rogers.
Mantuvo contactos igualmente con una treintena de dirigentes extranjeros, entre los cuales los primeros ministros de Irak, Haider Al Abadi, y de Japón, Shinzo Abe, según señaló su entorno.
Las únicas declaraciones públicas recientes de Trump llegaron vía Twitter.
A través de esa red social, reaccionó el sábado al acuerdo extrajudicial oficializado la noche anterior con los exestudiantes de su enterrado programa de formación "Universidad Trump" que reclamaban daños e intereses por promesas fraudulentas.
Los demandantes recibirán 25 millones de dólares a cambio del abandono de las acciones judiciales.
¿Romney jefe de la diplomacia?
El nombramiento de Mitt Romney, candidato del Partido Republicano a la Casa Blanca en 2012, representaría una buena movida y podría dar seguridad a los aliados de Estados Unidos.
Mitt Romney, de 69 años, vive bastante alejado de la política estadounidense desde que perdió ante Barack Obama cuatro años atrás, pero había criticado duramente en marzo pasado el ascenso de Trump en las primarias, por su lenguaje y sus ideas.
"Donald Trump es un charlatán, un farsante. Sus promesas no valen más que un diploma en la universidad Trump. Trata a los estadounidenses como palomas", declaró en un discurso mordaz.
Los dos hombres no podrían ser más diferentes en sus estilos. Romney es un patricio mormón con un lenguaje pulido, y más bien rígido cuando se expresa en público. Pertenece, además, al establishment republicano que tanto critica Trump.
Si fuera nombrado secretario de Estado, el puesto más importante en el orden protocolar luego del vicepresidente, el excandidato a la Casa Blanca podría apoyarse en su fuerte notoriedad mundial, aunque no tenga casi nada de experiencia en diplomacia.
Pero faltaría que se pusiera de acuerdo con Trump, en particular sobre Rusia. Mientras que el presidente electo multiplica las declaraciones de conciliación hacia Vladimir Putin, Romney había dicho en 2012 que Moscú era el enemigo geopolítico número uno de Estados Unidos.