El parlamento francés inició ayer los debates sobre la ratificación y la aplicación del tratado fiscal europeo, objeto de polémica en la mayoría de izquierda y que podría fragilizar al presidente François Hollande en la escena europea.
El primer ministro Jean-Marc Ayrault afirmó ante los diputados que el tratado no reduce la soberanía de Francia.
"Oigo las dudas", "entre los que vacilan hay algunos amigos", pero "yo no les arrojo la piedra", dijo aludiendo a los diputados de izquierda que cuentan votar contra el tratado.
Recalcó que "el tratado en sí no conlleva ninguna obligación sobre el nivel del gasto público", "ni sobre su reparto" y "no dicta en absoluto el método que se debe emplear para reequilibrar las cuentas públicas".
"La soberanía presupuestaria seguirá en el Parlamento", agregó, argumentando que el tratado, completado por un pacto de crecimiento, significa una "reorientación decisiva para el futuro de la construcción europea".
Poco antes, el Frente de Izquierda reiteró su intención de librar una "batalla sin concesiones" contra el tratado. Los diputados ecologistas franceses también reiteraron mayoritariamente su oposición al texto.
La Asamblea Nacional(Cámara Baja) y el Senado deben pronunciarse de aquí a fines de octubre sobre la ratificación del tratado, que limita el déficit estructural de los 25 Estados firmantes a 0,5% del Producto Interno Bruto (PIB). Votarán asimismo la ley orgánica que fija las modalidades de aplicación del texto.
"La responsabilidad ante la cual está cada uno de nosotros es crucial: la de mantener a Francia en una zona euro solidaria, ya que la consecuencia de un voto negativo en nuestro país sería una crisis política y el hundimiento de la unión monetaria", advirtió el primer ministro.
No obstante, no hay ninguna duda sobre el resultado de la votación en las dos cámaras, dado que los parlamentarios de derecha, con pocas excepciones, aprueban ese tratado, negociado y firmado en marzo por el ex presidente conservador Nicolas Sarkozy.