Ante la situación económica actual y con el argumento de buscar mejores horizontes y oportunidades en el extranjero, cada año decenas de miles de colombianos salen al exterior en busca de un mejor futuro.
Esto ha hecho que actualmente Colombia ocupe el primer lugar de emigrantes en América Latina. Un estudio del Banco Mundial indica que la migración internacional ha adquirido un papel protagónico en la agenda política, social y económica mundial, dentro del contexto de la globalización y la apertura de las economías, y desde luego Colombia no ha sido ajena a este fenómeno.
Según un reciente estudio de Fedesarrollo denominado ‘Migracióninternacionalyelmercado laboralcolombiano’, desde la primera ola migratoria en los años sesenta, los flujos en el país han tenido un comportamiento disímil.
En la segunda mitad del siglo XX hubo un éxodo masivo de personas, asociado, por una parte, con la búsqueda de mayores oportunidades laborales afuera del país y, por otra, con la rápida expansión del negocio del tráfico de drogas (Cárdenas y Mejía, 2006).
A comienzos del siglo XXI, la migración neta en Colombia tuvo un aumento considerable y se estabilizó en cerca de 120 mil personas.
Colombia, por lo tanto, puede catalogarse como un país de emigración. De hecho, de acuerdo con el Banco Mundial, nuestro país ocupa la mayor cantidad de emigrantes en toda Suramérica. En particular, Venezuela es el primer destino (con un 32,4%), favorecida por la amplia extensión de la frontera colombo-venezolana (de más de 2.200 km).
Le sigue en importancia Estados Unidos, donde los colombianos ocupan el grupo más representativo del total de migrantes (1,8%) entre los países de Suramérica, de acuerdo con el US. Census Bureau, 2011.
En tercer lugar se encuentra España, país que desde los años noventa se ha convertido en uno de los principales destinos de los colombianos, como consecuencia de la búsqueda de nuevas oportunidades y la facilidad del idioma. Este grupo de países es seguido por Ecuador (7%), Canadá (1,9%) y Panamá (1,8%).
Mejora laboral
De acuerdo con un estudio de Cárdenas y Mejía (2006), se encontró que la causa más importante de la emigración de los colombianos, además de motivos políticos y de seguridad, es la búsqueda de mejoras en el plano laboral. Adicionalmente, Khoudour-Castéras (2007) concluye que la población más propensa a migrar en Colombia es la perteneciente a la clase media, con altos niveles de calificación y que viven en los departamentos con mayores niveles de pobreza y problemas de tipo social y económico -como el desempleo y la falta de inversión social-.
Los inmigrantes
De otro lado, contrario al importante volumen de emigración, y de contar con una ubicación estratégica para el comercio e intercambio internacional, Colombia no es un país que históricamente haya sido atractivo como destino para los extranjeros.
De acuerdo con el Banco Mundial, Colombia es uno de los países con menor cantidad de inmigrantes dentro del continente, solo por detrás de Uruguay, Bolivia y Perú. En particular, para 2013, Venezuela fue el primer país de origen, con un 35%, que se puede explicar por la reciente inestabilidad política y económica de ese país. Le siguen en importancia Estados Unidos y Ecuador, con un 14% y un 11%, respectivamente.
No obstante lo anterior, estudios más recientes como el realizado por Migración Colombia (2013) revelan una tendencia ascendente en la llegada de trabajadores al país que ingresaron con el objetivo de vincularse a sectores productivos, en particular con el sector minero-energético, dada la favorable situación económica y por salarios, teniendo en cuenta que es el sector que mejor paga. Sin embargo, dada la reciente caída de los precios del petróleo, es posible que dicho proceso se revierta.
Señala Fedesarrollo, que de acuerdo con el estudio de UNAD (2010), la inmigración laboral del país ha estado concentrada principalmente en hombres (alrededor del 80%) y más del 95% del total de estas personas llega al país a trabajos con cargos de alta importancia a nivel de empresa, pues se ocupan como gerentes, presidentes o vicepresidentes.
Esto podría tener un aspecto positivo, dadas las externalidades que se generan entre la población de mayor educación. Sin embargo, puede ser también el reflejo de las políticas excesivamente restrictivas para la inmigración de extranjeros que tradicionalmente ha mantenido Colombia, incluso para personas de altos niveles educativos, que pudieran venir con vocación emprendedora, sin necesariamente están vinculados desde su llegada a grandes empresas nacionales o multinacionales.
Apertura
Afortunadamente, esta actitud está empezando a cambiar en los últimos años, pero sería deseable seguir avanzando hacia una mayor liberalidad en el otorgamiento de permisos de inmigración permanente y temporal para personas con altos niveles de calificación.
Beneficios
La migración internacional es un tema importante para el diseño de políticas públicas, dadas las consecuencias que tiene no solo económicas, sino también sociales y demográficas. A nivel global, la migración sigue focalizada en economías desarrolladas, poniendo de manifiesto que la búsqueda de una mejora en las condiciones laborales y salariales es tal vez la principal razón del movimiento entre países. Para los países receptores, la inmigración tiene beneficios potenciales, razón por la cual las políticas deberían estar orientadas a tratar de explotarlos al máximo, a la vez que se compensa a los trabajadores perjudicados.
Colombia, por su parte, se ha caracterizado históricamente por ser un país estrictamente de emigrantes. No obstante, en los años más recientes ha existido una tendencia ascendente en el ingreso de extranjeros al país, como consecuencia de las condiciones macroeconómicas favorables y del auge del sector minero-energético.
De cara al futuro, el país debe prepararse para una reversión de dicha tendencia, dada la fuerte caída del petróleo y sus posibles implicaciones en lo que respecta a inversión extranjera. Sin embargo, es posible que la inmigración continúe, pero enfocada en otros sectores que tendrán un crecimiento dinámico, y son intensivos en mano de obra, como la construcción de obras civiles.
En el mundo
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para 2013 existían aproximadamente 232 millones de migrantes internacionales, lo cual representa 3,2 por ciento de la población mundial. La mayor parte de la migración internacional de la actualidad está relacionada con la búsqueda de trabajo, como lo demuestra el hecho de que el 90% de todos los migrantes internacionales está constituido por los trabajadores y sus familias.
Colombia no ha sido la excepción a este fenómeno mundial.
Aunque históricamente la migración internacional fue un tema marginado de los debates de política pública del país, durante los últimos años ha ganado la atención de los grupos académicos especializados y de los hacedores de política, gracias a la mayor disponibilidad de información, así como a su creciente importancia dentro de las dinámicas demográficas y económicas del país.
De hecho, en el año 2011, por medio de la Ley 1465, se creó el Sistema Nacional de Migraciones, cuyo objetivo primordial es establecer las condiciones para mejorar las condiciones de vida de los colombianos en el exterior, en el marco del Plan Integral Migratorio (PIM).
En este contexto, uno de los debates más álgidos que han surgido en los últimos años está relacionado con el impacto que tiene la migración internacional sobre el mercado laboral.
Las presiones
A nivel del individuo, se destacan como aspectos positivos las mejoras en el salario y el bienestar, que contrastan con el potencial sub-empleo y abuso laboral.
Los países de origen, por su parte, pueden beneficiarse de las remesas y la reducción de la oferta laboral, pero también enfrentan fuga de cerebros y escasez laboral (en particular, de trabajadores altamente calificados).
En los países de destino, de otro lado, existe evidencia de que los inmigrantes pueden fomentar el crecimiento económico y aliviar el envejecimiento de la población, pero también puede existir presión a la baja sobre los salarios y competencia para trabajos de baja calificación.
Entre 2000 y 2013, el total de migrantes internacionales aumentó en más de 57 millones, representando un crecimiento promedio anual de 2,5%. Si bien prevalece gran heterogeneidad entre regiones, existen ciertas tendencias globales que explican la forma como las personas se están movilizando y los canales a través de los cuales dicha migración influye en el mercado laboral, de acuerdo con estudios recientemente publicados por la OIT (2014) y el Fondo Monetario Internacional (Ozden, 2015).
Es de notar que, a pesar del proceso de globalización, la integración de los mercados de trabajo ha sido limitada, lo cual lleva a que persistan las diferencias salariales a nivel mundial, que crean un incentivo para que los trabajadores migren.
Las diferencias salariales se observan no sólo en sectores de baja calificación, como la construcción y la agricultura, sino también en muchas ocupaciones de mayor calificación (Ozden, 2015).
Por sexo, la migración de los hombres fue la que más contribuyó al incremento de la migración en los últimos años, aunque su distribución no fue homogénea entre regiones. En lo atinente a edad, la distribución por edades muestra también que los migrantes más jóvenes tienden a moverse hacia las regiones menos desarrolladas, mientras que los mayores se trasladan a las más desarrolladas.
Las mujeres
En América Latina se destaca la presencia cada vez más significativa de las mujeres en los flujos migratorios, una concentración en los grupos etarios de entre 15 y 64 años, así como una participación considerable de migrantes calificados. A su vez, en línea con la tendencia global, las migraciones en el continente están determinadas principalmente por objetivos de carácter laboral y económico.
De esta manera, los incentivos a moverse de un lugar a otro se encuentran explicados, por un lado, por la escasez de trabajo, las deficiencias en las condiciones de contratación y la ausencia de perspectivas de mejoras de empleo en los países de origen y, por otro, en las oportunidades laborales y las condiciones generales de inserción en los mercados de trabajo de otros países (OIM, 2012).
Por último, existe un debate álgido en la academia acerca de si la migración crea o destruye puestos de trabajo. De acuerdo con Ozden (2015) las cifras muestran que la migración tiene efectos relativamente pequeños sobre el salario y el empleo.
Lo que sí se ha demostrado es que los inmigrantes no solo sustituyen puestos de trabajo sino que puede existir complementariedad con los trabajadores nacionales en el país de destino, o pueden ocupar puestos que los nacionales no están dispuestos a hacer (a un menor costo). En consecuencia, la migración repercute en reducir los costos de producción y por ende, se traduce en menores precios al consumidor final.