Por Catherine Nieto Morantes
Periodista EL NUEVO SIGLO
CRÓNICA.La polución, los inevitables charcos y los pisones logrados en el transporte urbano, son el principal enemigo del aspecto estético de los zapatos de los habitantes en Bogotá, por lo que los míos no fueron la excepción.
Tras una caminata de cerca de media hora por la avenida Caracas, me di cuenta que mis botas de color negro ya no mantenían su sofisticado color. Ninguna servilleta era válida para restaurar la impecable apariencia con la que salí de casa rumbo al trabajo, por ello decidí recurrir a uno de los hombres expertos en dejarlos como nuevos.
Una hilera de 5 puestos en cada costado del emblemático parque de Lourdes son las oficinas de estos hombres conocidos como Embellecedores de Calzado, quienes se encargan de realizar su arte desde precios que oscilan entre los $2.500 y los $5mil, según el zapato a trabajar.
Su puesto de trabajo consta de un cómodo sillón con espaldar para el cliente, el cual va protegido con un parasol, un butaco en el cual se sienta el trabajador, y en medio, un cajón donde reposa el calzado a embellecer y en el cual caben betunes, cepillos y todos los implementos para realizar la labor.
Su posición para la labor es obligada, no hay de otra, pues deben sentarse en una especie de inclinación fetal para quedar a los pies de quien le brindará el sustento que buscan a diario entre lunes y sábado, de 6:30 a. m., a 4:00 p. m., mientras la lluvia no amenace con ahuyentar al usuario.
Don Luis Carlos Hernández, quien se dedica a este oficio en el sector de Lourdes desde hace 16 años, hace parte de los 476 embellecedores de calzado, que en virtud de la sentencia del Consejo de Estado del 2 de febrero de 2012, lograron ser identificados, carnetizados y uniformados por el Instituto para la Economía Social-IPES, en los ejes viales de que habla la sentencia, delimitados en las Localidades de La Candelaria, Santa Fe, Mártires y Chapinero.
A pesar de estar en el inventario de la entidad Distrital, esto no es garantía para que don Luis Carlos cumpla con la cuota diaria de embellecimientos, ya que según él, ningún día es mejor ni peor que otro y si se presentan fuertes lluvias como las de estos días, “no se logra hacer ni para el tinto”, pues el trabajo es al aire libre, sumado a que “nadie se arriesga a perder en menos de nada lo que pagó por permanecer pulcro”, cuenta.
Según indicó el IPES a EL NUEVO SIGLO, desde el año 2012 y bajo la misma sentencia en la que se carnetizó a estos 476 trabajadores, un registro de 161 lustrabotas de las localidades de Santafé y Candelaria fueron capacitados por la entidad en alianza con el SENA, como guías turísticos, dentro del proyecto de Revitalización del centro de la ciudad, registro que se adelanta actualmente en la localidad de Mártires.
Se trata de una actividad que incluye recorridos en los sectores que hacen parte de la agenda turística de la ciudad, y de acuerdo al conocimiento natural de la zona donde desarrollan su actividad comercial, se convierten en orientadores de los ciudadanos que demandan su servicio.
Don Luis Carlos asegura que inició en este oficio al cumplir sus 35 años de edad, tiempo en el que considera “consumé mi ciclo laboral”, pues ya no era empleado con facilidad en alguna empresa, pero en su oficio como embellecedor de calzado puede realizar entre 15 y 20 lustradas por día, las cuales no tardan más de 10 minutos.
Hoy en día, algunos materiales del calzado hacen parte de la amenaza en la prosperidad de este negocio, ya que la gente usa muchos tenis, sandalias o baletas, debido a la informalidad y comodidad para caminar. Aunque, según cuenta este hombre oriundo de Pensilvania, en el departamento de Caldas, desde hace 30 años, hoy en día sus insumos abarcan otros materiales que también se pueden embellecer con shampoo, betún y grasa.
Así mismo, su clientela más frecuente son los oficinistas que usan zapato en cuero, con el que aplica la grasa, o la gamuza, para lo cual tiene el nobuk.
Don Luis Carlos, quien viste el overol del Distrito y protegido por un gran sombrero, asegura que aunque Bogotá es invivible por el tráfico, la inseguridad y los altos costos de los servicios y arriendos, es la ciudad de todos, “aquí llegamos y nos amañamos, pero por la fuente de empleo”, asegura el embellecedor de calzado, quien debe además responder por $60mil que cuesta mensualmente guardar su puesto de trabajo.
Cada día se desplaza desde Bosa La Libertad, donde vive con su esposa y su hija de 22 años, familia por la que ve con su fuente de empleo, mientras que en su puesto de trabajo comparte con sus compañeros, quienes tienen hasta 35 años de antigüedad en dicho oficio.
Hasta el momento don Luis Carlos asegura no presentar problemas de espalda, por lo que considera seguirá ocupando uno de estos privilegiados puestos en Lourdes, a donde es imposible que llegue otro nuevo por la organización de muchos años que los convierte en un valor representativo del lugar.