Analistas lo consideran un paso adelante.
Las candidaturas de coalición es una de las principales novedades que la Reforma Política ofrece en los comicios regionales de este domingo. Sin embargo, más allá del aspecto mecánico que significa que varios partidos avalen a un mismo aspirante, están los efectos que seguramente se darán en materia de repartición burocrática.
La Reforma Política de 2009 establece que la suscripción del acuerdo de coalición tiene carácter vinculante y por tanto los partidos y movimientos políticos y sus directivos y los promotores de los grupos significativos de ciudadanos no podrán inscribir ni apoyar candidato distinto al que fue designado por la coalición. “La inobservancia de este precepto será causal de nulidad o revocatoria de la inscripción del candidato que se apoye, diferente al designado en la coalición”.
Sin embargo, la Reforma Política no establece cómo será la repartición burocrática entre los partidos de coalición si su candidato gana.
En ese sentido antes de la llegada de las coaliciones las alianzas entre partidos reinaban, por lo que un candidato avalado por determinado partido y con buenas posibilidades de ganar iba sumando respaldos de otras colectividades, a las cuales luego les daba participación burocrática en su gobierno, pero bajo el entendido de que el pedazo más grande de la tajada sería para la colectividad que lo avaló.
¿Cómo funcionará la repartición burocrática con el mecanismo de la coalición, si el candidato ganador representa a todas las colectividades por igual?, ¿quién asumirá el costo político si el gobernante no logra sus objetivos y termina en la picota pública, como sucedió con Samuel Moreno por causa de la contratación, quien fue avalado por el Polo?
Estos y otros interrogantes tendrán respuesta a partir del 1º de enero del próximo año, cuando se posesionen varios de los gobernadores y alcaldes que resulten elegidos en todo el país con el aval de coalición de partidos.
El entonces congresista Tarquino Pacheco fue uno de los ponentes del proyecto de Reforma Política en 2009. Sobre el particular explica los motivos que inspiraron la introducción de las candidaturas de coalición. “Básicamente, lo que se buscaba con ello es que en la misma dinámica de la actividad democrática en todas las partes del mundo los partidos tienen la posibilidad de hacer alianzas con aquellos que tengan una propuesta, un programa similar. En esa oportunidad se consideraba importante que eso se diera en nuestro país porque dinamizaba la actividad política” frente a aspectos como luchar contra la abstención.
Pacheco considera que los partidos dentro de una coalición no chocarán por el reparto burocrático pues “yo pienso que los partidos pueden hacer coaliciones para un programa de gobierno, para orientar unas políticas, en materia social, de seguridad, en materias administrativas. La parte burocrática para mí es un elemento que no es considerado”.
Por su parte, el politólogo Pedro Medellín señaló que hay que diferenciar “que las coaliciones tienen un carácter definido y un propósito establecido. Las coaliciones se hacen para compartir la tarea de gobierno, mientras que las alianzas se hacen para compartir el esfuerzo de ganar una elección”.
En ese sentido dijo que las coaliciones exigen un acuerdo programático y por “eso son benéficas en la medida que ayudan a fortalecer la acción de gobierno”, a diferencia de las alianzas.
En materia burocrática, explicó Medellín, “la naturaleza de las coaliciones exige la repartición del poder, es decir, no puede haber una coalición en la cual las responsabilidades o los compromisos no se asuman por las partes, y eso supone que si son dos partidos, pues la participación burocrática debe ser proporcional al compromiso de gobierno”.