Elegidos infieles no rinden cuentas | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Septiembre de 2012

Las colectividades pueden quedar como simples fábricas de apoyos en elecciones.

 

El voto programático es a simple vista la garantía de que la gestión del elegido estará inspirada en la plataforma política e ideológica del partido que le dio su aval, sin embargo, no hay una normativa clara para que esto se cumpla, ni siquiera que asegure que gobernará con ese color político.  

En este punto la controversia no surge en el sentido que el mandatario debe gobernar para y con el partido o el movimiento político que le dio su respaldo para ser elegido, pues es claro que quien gana un cargo uninominal o una curul en un cuerpo colegiado, su primer compromiso es cumplir con el programa de gobierno que propuso en campaña, en el primer caso, o con su función legislativa y de control político, en el segundo caso.

Pero también es cierto que el ‘mundo ideal’ sería que quien busca el aval de un Partido, ya sea porque surge de las canteras de la militancia o porque llega de otra colectividad, lo haga porque le atrae y comparte el fundamento ideológico de esa colectividad. De lo contrario, los partidos quedarían reducidos a una ‘fábrica’ de avales al servicio de los intereses personales de quien pretende llegar a un cargo de elección popular.

La normatividad es clara en señalar que el aval es un compromiso que asume un candidato con el partido o movimiento que le brindó su apoyo para unos comicios, que en el caso de ser elegido se mantendrá hasta que finalice el periodo en el cargo. Así lo establece la Ley 1475 de 2011, que reglamentó la Reforma Política de 2009, en su artículo Nº 20: “Los candidatos que resulten electos, siempre que fueren inscritos por un partido o movimiento político, deberán pertenecer al que los inscribió mientras ostenten la investidura o cargo, y si deciden presentarse a la siguiente elección por un partido o movimiento político distinto, deberán renunciar a la curul al menos doce meses antes del primer día de inscripciones”. Aclara la norma que el incumplimiento de esta disposición es causal de doble militancia.

Incluso en caso de faltas absolutas de gobernadores o alcaldes, el Presidente de la República o el gobernador, según el caso, solicitará al partido, movimiento o coalición que inscribió al candidato una terna integrada por ciudadanos pertenecientes al respectivo partido, movimiento o coalición para de ahí elegir a un mandatario en calidad de encargado mientras que se realizan nuevas elecciones atípicas, si hay lugar a ello.

 

El mundo real

Tras el escándalo del ‘carrusel de la contratación en Bogotá’, por el cual hoy está a punto de ir a juicio el exalcalde Samuel Moreno, el dirigente del Polo Democrático, Carlos Gaviria, dijo que “nos quedamos con el pecado y sin el género”.

De esta forma, el exmagistrado quiso ilustrar su afirmación de que Moreno no gobernó con el Polo pero sí debió la colectividad asumir “la responsabilidad política por sus actuaciones”.

En esa oportunidad Gaviria advirtió que el Polo no quería cogobernar la ciudad, pero sí saber cómo se estaba gobernando. Dijo también que siendo para la época presidente del Polo, intentó en varias oportunidades hablar con el entonces alcalde, pero no le pasó al teléfono.

Por su parte, el presidente del Consejo Nacional Electoral, José Joaquín Plata, aclaró que de acuerdo con la Ley 1475, “los candidatos elegidos o no elegidos responden ante el partido”.

Sin embargo anotó que “el problema es que está en la ley pero no tiene consecuencias jurídicas” pues una vez elegido “se va y el Partido no puede hacer prácticamente nada contra éste”, dijo

Por su parte, la presidenta del Polo, Clara López, adelantó que en la reforma estatutaria que piensan sacar adelante en el III Congreso de la colectividad, en diciembre de este año, “vamos a buscar reglas más estrictas de rendición de cuentas de los elegidos, no solamente a cargos uninominales sino en términos generales, pero claro con reglas especiales para cargos uninominales, porque en el fondo los estatutos del Partido no contemplaban ningún compromiso vinculante de rendición de cuentas de manera permanente a las directivas del Partido. Porque entonces se queda como pasó con Antonio Navarro, en Nariño, por ejemplo, que él nunca recibió a nadie del Polo”.