El Trumpcare y el escabroso sistema de salud en EU | El Nuevo Siglo
Foto Xinhua
Domingo, 25 de Junio de 2017
Giovanni Reyes

Varios analistas que publican en medios como The Independent, New York Times y The Guardian -en particular aquellos que son independientes o bien se apartan de las posiciones extremas del “tea party”- van coincidiendo en la perspectiva de que el Trumpcare está generando resultados no previstos por los más conservadores.  Se refiere esto a la precipitada propuesta, mediante al cual el mandatario Trump desea substituir y enterrar el sistema de Obamacare.

En efecto, tal y como se hace evidente en el Congreso estadounidense, Trump y los republicanos se han propuesto una lucha avasallante, casi contra el tiempo, con la intención de poner en marcha esta iniciativa sobre los servicios de salud.  Lo que se deja entrever ahora es que no tienen una alternativa efectiva al Obamacare, al menos desde la perspectiva del acceso.  A todo esto, es de reconocer que el problema de la salud, incluyendo los costosos seguros que operan en Estados Unidos, han hecho que este país se encuentre en el lugar 17 en cuanto a eficacia, pero que sea el más caro en el mundo desarrollado.

La implementación del Trumpcare podría estar implicando de entrada, un recorte efectivo de impuestos y gastos de salud de unos 580 millones de dólares, beneficiando a grandes corporaciones en el país.  Este dato surge de los costos comparativos y de oportunidad que tendría el dinero en inversiones alternativas.  En todo caso, en la medida que se va conociendo el contenido de la iniciativa de Trump, se están fortaleciendo las alianzas de la sociedad civil a fin de enfrentar la adversidad de la propuesta.

No se trata tampoco de alabar ni mucho menos, el contenido del Obamacare.  Aunque al menos, este sistema, acertaría en dos aspectos.  Primero permitió que al menos 38 millones de personas pudiesen contar con cobertura de salud.  Segundo, restringió los abusos de las entidades proveedoras del servicio en cuanto a negarse a atender casos de enfermedades o afecciones preexistentes. 

Hasta allí bien, no obstante, la iniciativa de Obama forzaba a los individuos y las familias a comprar los seguros médicos. Al mismo tiempo, la ley no obligaba a las empresas a vender los seguros ni a prestar servicios de salud de manera generalizada.  La cobertura desde el lado de la oferta quedaba en poder de las empresas, de manera total.

Con esos elementos en cuenta, lo que ocurrió especialmente en pequeños poblados, o áreas de suburbios  -en lo que es la “América Profunda”, la de los conservadores- fue que las empresas restringieron la cobertura.  Las entidades de seguro y proveedoras de la salud se focalizaron en lugares más poblados que permitieran disminuir los costos promedio y los costos fijos.  Esto era de esperarse de conformidad con elementales modelos de producción en mercados tendientes a oligopolios. A todo esto, en centros urbanos pequeños, los habitantes que debían comprar un seguro se encontraron con ofertas raquíticas, o bien con presencia de un sólo proveedor, con servicios limitados, además de caros.

Este habría sido uno de los factores por los cuales la población pasó la factura a los demócratas y favorecieron las promesas de campaña de Trump.  Es claro ver en esto la articulación con la derrota de Hillary Clinton, y la saturación de mensajes extremos y tendenciosos que inagotablemente se lanzaron desde los medios más conservadores.  Se exacerbó el odio.  En ello, la cadena Fox News fue muy importante. Durante los viajes de campaña, el ahora mandatario, prometió que en lugar del “odiado” Obamacare, él pondría en práctica un “fantástico sistema de cobertura y atención de salud”.

Hoy se sabe que no se contaba con una alternativa, pero el 4 de mayo pasado, la Cámara de Representantes aprobó la primera versión del Trumpcare.  Se aprobó con una notable oposición.  El margen de victoria fue de 117 a 114 votos, tal y como lo reporta UE News.  Tómese en cuenta que allí está incluida la oposición de cierto de grupo de republicanos, toda vez que el margen por el cual los demócratas están en minoría en la Cámara de Representantes es de 45 escaños. 

Entre todo esto, un detalle que es digno de tomar en consideración: la aprobación primera se llevó a cabo sin haber tenido el estudio de repercusiones que normalmente hace la Oficina de Presupuesto del Congreso.  Evitar ese criterio suena a imposiciones.  Para decidir normalmente se debe tener un conjunto de elementos de criterio.  Los congresistas republicanos lo han negado. Se está frente a la toma de decisión de un problema tan grave y tan estratégico, algo que tiene grandes repercusiones en la vida nacional.

Los republicanos evitaron contar con este estudio, no obstante, el dominio más conservador que tienen en ambas cámaras.  Los legisladores, no obstante, deben cuidarse con sus electorados.  Siguen con ello la lógica de todos los políticos en el mundo: conservar y si se puede, expandir su poder político.

Conglomerados y monopolios

A medida que se ha ido conociendo el contenido del Trumpcare, los sectores sociales van definiendo una posición contraria.  Ante ello se nota que al menos los voceros de la actual Casa Blanca, han tendido a distanciarse de la aprobación.  A un inicio Trump celebró la aprobación.  Ahora -aunque camaleónicamente dependiendo del auditorio- ha llegado a reconocer que hay “malas intenciones”.

Por supuesto que en el Congreso se encuentra muy activo todo el vasto engranaje del cabildeo, del “lobby” tanto de la industria farmacéutica, como de los sectores profesionales involucrados, como de aseguradoras y cadenas de hospitales.  En ciertas regiones ese peso propio de los monopolios funcionales es determinante. Un ejemplo al respecto es UPMC –University of Pittsburgh Medical Center- que posee ya la mayoría de hospitales, generales y especializados, en la sub-región occidental de Pensilvania.

Se hace evidente que los grandes conglomerados que tienen más bien una tendencia monopólica en los seguros, prestación de servicios y de acceso a los cuidados de salud, desean tener cada vez más el incentivo de ganancias tan rápidas como fáciles en el mercado de casi 330 millones de personas, que representa Estados Unidos.

No obstante este escabroso camino en la aprobación del Trumpcare se ha dado a conocer ya, al menos los contenidos preliminares y datos concluyentes producto del análisis que respecto a esta iniciativa hiciera la Oficina de Presupuesto del Congreso.  El resultado es crucial: de implementarse el Trumpcare, al menos 23 millones de personas quedarían sin cobertura de salud. 

La obstinación de perseguir ganancias de manera exclusiva, con mercados estratificados y excluyentes, está haciendo que los beneficios del Medicare, no sean generalizables para toda la población.  Los fundamentos de este programa pueden permitir un acceso a servicios de salud en condiciones ventajosas.  Para ello, y esto es el corazón del problema, las empresas deben restringir muy relativamente sus niveles de ingresos netos, pero la cobertura se extendería, sin que para ello se impongan temidas nacionalizaciones en la cadena de prestación de servicios de salud en Estados Unidos.

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard.  Profesor, Universidad Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario.

(El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna)