Por Álvaro E. Sánchez H. *
Especial para EL NUEVO SIGLO
Durante esta semana he tenido la oportunidad de estar en el municipio de Santa Rosa del Sur, en el departamento de Bolívar; es esta una población enclavada en la montaña, con unos ecosistemas envidiables y con una preciosa vista sobre el río Magdalena, fundado por santandereanos y boyacenses que, a base de pujanza, han desarrollado un modelo de municipio en esta apartada región. Pude observar las riquezas ecológicas que presenta esta zona y comprobar cómo la estupidez humana ha ido minando esta riqueza, convirtiéndola en problemas insolubles que han acabado con la tranquilidad y, peor aún, con la salud de los habitantes de la misma.
El sur de Bolívar tiene en su territorio una gran parte de la serranía de San Lucas, serranía que, por demás, está en mora de ser declarada como parque natural. Tiene también un gran valle sobre el río Magdalena y amplios y fértiles terrenos en las estribaciones de la cordillera Occidental; en su territorio, además, es fácil encontrar una gran variedad de minerales que garantizan la riqueza de la zona y cuenta con no menos de 196 quebradas y ríos permanentes que irrigan todos estos terrenos. La inconmensurable variedad de fauna y de flora hacen de este sector uno de los más ricos, no solo de Colombia, sino de todo el planeta.
A pesar de lo anteriormente mencionado, las riquezas naturales de este sector están mermando y tendiendo a desaparecer a pasos agigantados y, peor aún, los habitantes están expuestos a diversas consecuencias que a todas luces van a disminuir su nivel de vida y afectar su salud. La pregunta que entonces surge es: ¿Por qué ocurre este fenómeno? Y las respuestas son muchas:
1. La desidia oficial.El territorio del que hablamos es jurisdicción de la Corporación Autónoma del Sur de Bolívar (CSB), la cual hace poca o nula presencia en el sector; las obligaciones ambientales que debieran tener los ciudadanos no se cumplen y no hay funcionarios permanentes de la misma en la zona; los programas de guardabosques o de familias guardabosques, que contempla la ley, no son implementados en la región por desidia de la autoridad ambiental. Algunos municipios, entre ellos Santa Rosa del Sur, han propendido por tener rellenos sanitarios regionales con el fin de acabar con la proliferación de botaderos de basura a cielo abierto; la CSB tiene desde hace más de tres años, no solo el proyecto, sino algunos dineros para dicho fin y a la fecha no se ha hecho absolutamente nada, permitiendo que el problema aumente día a día. Tampoco se ejerce control a las empresas en los términos del decreto 1299 de 2008, desconozco si cerca de la sede central si se ejerce dicho control pero es claro que en el sur del departamento no ocurre.
Si algún ciudadano quisiera poner alguna queja en el campo ambiental seguramente desistiría pues tendría que ir a Magangué, en un viaje de más de 10 horas, además de tener que permanecer allí mientras se tramita la misma para cerciorarse de que se le dé el trámite correspondiente.
2. El orden público. En la zona se han asentado a través de los últimos años todo tipo de movimientos por fuera de la ley, principalmente el Eln y las Farc, con algunos grupos de las llamadas Bacrim; el problema no es que estén ahí, el problema es el daño que realizan a los ecosistemas, sin contar con el daño que infringen a la población en su seguridad y en su tranquilidad. Estos grupos armados basan su subsistencia, en buena parte, en las siembras de coca y amapola, en la producción de cocaína y en la minería ilegal, habiendo encontrado un caldo de cultivo perfecto en esta preciosa región.
Con estos medios de vida se hacen innumerables daños a los ecosistemas, de manera tal que se camina con rumbo a la destrucción; se deforesta aceleradamente, se extinguen especies de flora y fauna, se expulsan del territorio especies de las mismas características y se contaminan las fuentes de agua que surten los municipios de la región. Por ejemplo, el municipio de Santa Rosa tiene tal cantidad de mercurio en el agua que tomarla puede ser altamente peligroso. Esto obliga a surtirse de aguas de pozo que ya están siendo contaminadas por la percolación de la contaminación superficial.
¿Podrá el Estado garantizar la tranquilidad y la no intervención de actividades ilegales en el sur de Bolívar?
3. El desconocimiento de las consecuencias. Es una respuesta común, al preguntar por el medio de vida del municipio, que el comercio es dicha fuente; lo que no se analiza es que dicho comercio se mantiene gracias a las actividades que legal e ilegalmente y que por desidia o por desconocimiento de las autoridades ambientales, depredan los ecosistemas que lo rodean. La gente, gente buena en su mayoría y trabajadora incansable, busca el dinero a través del comercio, promoviendo sin querer la destrucción de esos ecosistemas que los mantienen vivos; es algo así como un lento suicidio colectivo. Habría que decir que la población llega a esto de manera inconsciente, sin saber con exactitud lo que está sucediendo pues no existen grandes campañas de información que indiquen a los habitantes las consecuencias de sus acciones, ni programas que impulsen otras actividades productivas que les permitan sobrevivir sin impulsar la debacle.
Llamado de atención
El Ideam hizo un análisis de la deforestación que ocurrió entre los años1990 y 2010, ubicando sobre un mapa el contraste. Al observarlo se puede colegir que en solo veinte años se ha perdido más del 22% de la cobertura natural de los bosques de la región y, peor, aún solo se establecen programas de reforestación para el 5% de lo deforestado; por este camino es seguro que llegaremos a un desastre ecológico del que nadie parece darse cuenta.
Habría que llamar la atención del gobierno nacional para que cuide nuestros ecosistemas y para que en el caso de esta región propenda por frenar el desastre antes de que sea demasiado tarde.
* Director Maestría en "Gestión y evaluación ambiental". Escuela de Ingenierías. Universidad Sergio Arboleda. alsanchez2006@yahoo.es @alvaro080255