Hace un mes, en esta misma columna, advertíamos sobre el inminente regreso de Piedad Córdoba al Congreso de la República. Ahora, a través de una acción de tutela, se cocina la determinación, por mandato expreso de la Corte Constitucional: el magistrado ponente Jorge Iván Palacio tiene sobre su escritorio el borrador de la decisión judicial que le reabriría las puertas del Parlamento a la polémica congresista antioqueña que había sido destituida por el procurador Alejandro Ordóñez.
Unos efectos posteriores
De darse oficialmente el fallo de la alta Corte en tal sentido, se le abriría de carambola la puerta a Iván Moreno Rojas, a quien el mismo procurador Ordóñez sacó del Senado en el marco de la investigación por el llamado “carrusel de la contratación distrital”.
Quedarían, pues, sin piso las providencias proferidas por el jefe del Ministerio Público contra miembros de la cámara alta.
Reacomodando el ajedrez político
Aunque no se conoce la motivación de la ponencia del magistrado Palacio, lo cierto es que la misma vendría a reacomodar el ajedrez político en el Congreso. Igualmente, la ex senadora Córdoba, viene ejerciendo una interlocución permanente en temas puntuales que la alejan diametralmente de la “doctrina Ordóñez”, tales como el proceso de paz con las Farc, el matrimonio gay, la adopción de niños por parejas del mismo sexo y el aborto.
Un rudo golpe
El retorno de la doña del turbante al Capitolio Nacional, en hombros de la Corte Constitucional, sería un golpe bien duro para el procurador Ordóñez, quien, dicho sea de paso, viene manejando una verdadera “encrucijada del alma”, puesto que hasta el momento no sabe si pensar en su reelección para otros cuatro años o en ser el candidato presidencial del Partido Conservador para el 2014-2018.
¿Gina o Antanas?
Son más los puntos que los acercan que los que los distancian. Para ambos la clase política encarna los peores males de la sociedad colombiana. Los dos han sido víctimas de los señalamientos hechos en el pasado reciente por el ex presidente Uribe.
Recordemos, de un lado, el penoso episodio del “caballito discapacitado”, apelativo anticristiano que el ex mandatario le impuso públicamente al profesor Mockus, en plena efervescencia electoral, por el mal de salud que lo aquejaba. Este insulto distanció para siempre a los dos personajes de la política nacional.
El otro episodio
Cabe recordar, igualmente, un largo diálogo privado entre el entonces presidente Uribe y la entonces senadora Gina Parody, cuando ella prefirió renunciar a su curul parlamentaria antes que acceder a prohijar con su voto, en la Comisión Primera del Senado, la irresponsable tarea de reelegir a Uribe. Doña Gina optó por distanciarse del uribismo antes que claudicar y con mano de hierro, al mejor estilo de doña Margaret Thatcher, le hizo frente a las imposiciones palaciegas que pretendían imponerle los áulicos de turno y que ella, con gran dignidad, supo disipar.