Como insumo para el ordenamiento territorial previsto del archipiélago de San Andrés servirán los estudios de suelo que durante el primer semestre de este año ha adelantado el Instituto Geográfico Agustín Codazzi.
Aunque la isla de San Andrés cuenta con 2.700 hectáreas, tan solo una tercera parte, ubicada en la parte baja, cuenta con suelos aptos para la agricultura. El resto de su territorio está ocupado por viviendas, vías, comercio y hoteles, indica el IGAC.
No obstante, los isleños se las han ingeniado para aprovechar los suelos aptos para cultivar productos como yuca, plátano, caña, melón, patilla y batata, pero sin cumplir con ninguna técnica de siembra que ponga en riesgo la sostenibilidad del suelo de la isla en el futuro.
Cuando el terreno ya no tiene indicios de verde y su tierra se pinta de un color rojizo, estos agricultores instalan varios montículos de tierra en el parche, en donde plantan las semillas; finalmente, para bajarle la acidez al suelo utilizan gallinaza como fertilizante.
Culminada la cosecha abandonan el parche y empiezan a buscar otra zona verde para continuar con su agricultura artesanal. En menos de un año, el parche vuelve a regenerarse, pero poco a poco su suelo va perdiendo calidad.
Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, que desde la semana pasada empezó a realizar el levantamiento de la información de los suelos y la vegetación de todo el archipiélago, incluidas Providencia y Santa Catalina, este tipo de actividades generará que en algunos años los suelos ya no sean aptos para ningún tipo de cultivo.
“Esta agricultura no está tecnificada, ya que no cuenta con ningún patrón de siembra. Los campesinos utilizan cualquier terreno que consideren viable y luego lo abandonan, sin realizar ningún tipo de tratamiento. Esto le quita características físicas, químicas y biológicas al suelo, que en el futuro no se podrá recuperar”, manifestó Juan Antonio Nieto Escalante, director general del IGAC.