Las “debilidades” del Santo Padre han sido los pobres, los ancianos, los jóvenes, los niños, los enfermos, las familias, la Virgen, Benedicto XVI, Argentina, el “mate”, el fútbol y, en general, la gente.
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En un mensaje del papa Francisco a los participantes en la Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida, en ocasión del XX aniversario del nacimiento de esa institución, el pontífice dijo: que “En nuestra sociedad existe la tiranía de una lógica económica que excluye y a veces mata, y de la que muchas personas hoy en día son víctimas, comenzando por las personas mayores”.
Dicha Academia, que tiene por objetivo estudiar, informar y formar sobre los principales problemas de la biomedicina y del derecho, relativos a la promoción y defensa de la vida, especialmente en la relación directa que tienen con la moral cristiana y las directivas del Magisterio de la Iglesia.
No ha sido la primera vez que el Pontífice ha señalado que debido a la denominada cultura del “residuo”, a los excluidos ya no se les “explota” sino que pasan a ser desechos, “sobras”.
Ante estas discriminaciones, Francisco ha planteado en su pontificado la cuestión antropológica sobre el valor del hombre y las bases en que se asienta: “La salud es sin duda un valor importante, pero no determina el valor de la persona. La salud no es una garantía de felicidad: ésta, de hecho, puede abundar incluso en presencia de problemas de salud... Por lo tanto, -añade- la falta de salud y la discapacidad no son una buena razón para excluir, o peor aún, para quitar de en medio a una persona”, nada más parecido con un tema de reciente controversia en Colombia.
El Papa insiste en la importancia de escuchar a los jóvenes y a los ancianos cada vez que se quiera leer en la realidad actual los signos de los tiempos, y dijo que “una sociedad es realmente acogedora frente a la vida cuando reconoce que ésta es valiosa, incluso en la vejez, en la discapacidad, en la enfermedad grave e incluso cuando se está apagando; cuando enseña que la llamada a la realización humana no excluye el sufrimiento, sino que, enseña que la persona que está enferma y que sufre es un regalo para toda la comunidad, una presencia que llama a la solidaridad y la responsabilidad”. A esto Francisco lo denomina “Evangelio de la Vida”.
Igualmente ha reflexionado sobre la familia, en la cual se puede aprender que la pérdida de la salud no es una razón para discriminar ciertas vidas humanas; la familia enseña que el “cuidar” se convierte en la base de la existencia humana y en una actitud moral qué promover, a través de los valores de compromiso y solidaridad.
Como se sabe, el pontificado de Francisco se ha caracterizado por ser un “tiempo de misericordia” tal y como lo ha descrito él mismo, lo cual da origen, precisamente a la declaración del “Año de la Misericordia”. En estos intensos momentos, contamos con un Papa venido “del fin del mundo” que nos pide que recemos por él, comenzando un nuevo método de trabajo, lento pero firme, que ha atraído una renovada atención a cuestiones no solo eclesiásticas. Un trabajo incansable, aunque cuando siente necesidad de tomarse un momento de pausa, no es que cierre los ojos y no haga nada: “se sienta y reza el Rosario”, ahí está su arma secreta.
El papa Francisco empezó a pronunciarse desde el primer momento de su elección, tal vez el documento oficial más importante de los primeros días de su pontificado, fue el sermón que pronunció el martes 19 de marzo de 2013 en la Misa de Inicio del Ministerio Petrino del Obispo de Roma, que oficialmente marca el inicio de su labor pastoral al frente de la Iglesia, como “párroco del mundo”, tal y como lo bautizó su Secretario Privado, monseñor Alfred Xuereb.
En este tiempo, las “debilidades” de Francisco han sido los pobres, los ancianos, los jóvenes, los niños, los enfermos, las familias, la Virgen, Benedicto XVI, Argentina, el “mate”, el fútbol y, en general, la gente. Por eso se dice que la gente iba a Roma con Juan Pablo II a verlo, con Benedicto XVI a escucharlo y con Francisco, a “tocarlo”.
La Iglesia, aunque ciertamente es una institución humana e histórica con todo lo que esto comporta, no tiene una naturaleza política, sino esencialmente espiritual: Es el pueblo de Dios. El santo pueblo de Dios que camina hacia el encuentro con Jesucristo (Audiencia del 16 de marzo de 2013).
El cardenal Bergoglio, más que un jesuita, ha sido un Pastor, un hombre que al llegar al pontificado ha deslumbrado con su trato y encuentro personal sencillo y ajeno a protocolos y miramientos, un ser “sensible y a la vez firme y muy agudo”; su obsesión desde siempre, ha sido el encuentro y la unidad, buscando siempre “ponerse la patria al hombro”.
La presencia continua del Papa en los medios y, principalmente en las TICs, ha sido un factor determinante para que su mensaje sea visible y sus palabras meditadas, incluso por no creyentes.
Casi sobre los cien días de inicio de su pontificado, se produjo la primera encíclica del papa Francisco “Lumen Fidei”, publicada el 5 de julio de 2013 y fechada el 29 de junio del mismo año. Posteriormente, el papa Francisco el 26 de noviembre de 2013 presentó la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”, que traduce: “La Alegría del Evangelio” y en 2015 “Laudato Si”, sobre el cuidado de la Casa Común, nuestro planeta; son muchos sus mensajes, saludos, homilías, catequesis de los miércoles y bendiciones de los domingos; esperemos su análisis sobre lo que ocurre en el resto del mundo en su nuevo viaje pastoral al extranjero.
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