Hay que tener cuidado con el endeudamiento de la Nación, señala el directivo
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Un crecimiento menor a 4,5% es insuficiente para solventar las grandes necesidades de una economía como la colombiana, por lo que es necesario completar el ajuste a los choques y sentar las bases para aumentar el crecimiento potencial, aseguró el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría.
En el más reciente Informe del Gerente, Echavarría sostiene que un ajuste exitoso implica no solamente que se corrijan los desequilibrios macroeconómicos generados por el choque externo, sino que se eliminen todas las vulnerabilidades que puedan afectar la capacidad de Colombia para enfrentar nuevos episodios desfavorables en el frente externo e interno. Solamente así se crearán las condiciones para un crecimiento mayor que permita elevar de nuevo el crecimiento potencial.
Sostuvo el directivo que el proceso de ajuste y corrección de las vulnerabilidades se ha venido dando progresivamente en los tres años posteriores al choque petrolero, y la información reciente permite afirmar que ya se encuentra en su etapa final. Los desequilibrios macroeconómicos inducidos por el choque se han corregido en su mayor parte, las primas de riesgo se han reducido y existen las condiciones propicias para que la economía logre un punto de inflexión que debe llevar a un progresivo repunte en su tasa de crecimiento en el segundo semestre de 2017 y aún más durante 2018.
Para el ejecutivo a economía colombiana no debería completar este proceso de ajuste con un mayor nivel de endeudamiento, ya que se afectaría su capacidad de enfrentar cualquier otro choque externo futuro, relativamente probable en un ambiente internacional altamente incierto.
Para que el ajuste de la economía sea exitoso, también se requiere continuar con un ajuste fiscal que garantice que la deuda pública se reduzca, tal como lo contempla la actual regla fiscal.
Mejoría exportadora
Según el informe, las cifras recientes muestran que entre enero y julio del presente año comenzó a registrarse un repunte notorio en los diferentes rubros relacionados con los ingresos externos, lo que ha contribuido a reducir el déficit de la cuenta corriente.
Efectivamente, durante esos siete meses del año las exportaciones totales crecieron a una tasa anual de 22,7%, con incrementos en las ventas externas de los bienes de origen minero, de 34,8%, agrícola 12,9%, y de otras exportaciones, resto: 7,8%, las cuales se mantuvieron en terreno negativo durante más de tres años.
El incremento en el valor exportado obedece a una mejora en los precios externos, particularmente para minerales, pero de igual manera refleja un incremento en las cantidades, en especial de los principales productos agrícolas y de servicios.
De mantenerse y profundizarse esta tendencia, la economía colombiana podría asegurar una recuperación sostenible, sin incurrir en el riesgo de ampliar el desequilibrio externo y los niveles de endeudamiento.
Los ingresos corrientes del país están compuestos en su mayoría por las exportaciones de bienes, seguidos de las ventas externas de servicios, transferencias corrientes, en especial las remesas de trabajadores, y la renta de las inversiones extranjeras.
Las exportaciones totales de bienes se redujeron 47% (-US$ 27.429 millones) entre 2013 y 2016, desde US$ 58.824 hasta US$ 31.394 millones, debido en particular a la caída de los precios internacionales del petróleo y de otros productos mineros.
De hecho, las menores ventas externas de petróleo y sus derivados explicaron cerca del 80% de la disminución de las exportaciones totales en el período mencionado. También, se destaca la reducción de las ventas de carbón, oro y ferroníquel, así como de algunos productos industriales.
El declive de las exportaciones de bienes de origen minero produjo en Colombia una caída de su participación en el valor total exportado, que se hizo visible a partir de 2013 y se acentuó desde mediados de 2014 por el desplome de la cotización internacional del crudo y de otros minerales.
Esta situación redujo las inversiones en el sector, lo que a su vez se reflejó en menores cantidades producidas y exportadas.
La canasta exportadora del país registró así un cambio en composición a favor de los bienes de origen agrícola e industrial, los cuales de todas formas mostraron un pobre desempeño.
Entre 2013 y 2016 las exportaciones de los principales bienes de origen agropecuario tuvieron un buen desempeño en precios y en volumen, con resultados sobresalientes para banano y café, que crecieron 20% y 28%, respectivamente. Vale la pena destacar que el banano colombiano accedió a cinco nuevos mercados en Asia en 2016, y hoy se exporta a quince países europeos. Los despachos de café mantuvieron su tendencia positiva y se incrementaron 13% en 2017, lo mismo sucedió con las flores 8%.
Las ventas externas de los demás productos agrícolas han mantenido un comportamiento mixto después del choque petrolero. Desde el segundo semestre de 2015 y hasta el primero de 2016 tuvieron crecimientos anuales positivos y superiores al 10%. Sin embargo, desde finales de 2016 y lo corrido de 2017 su valor ha caído. De todas formas, se ha ampliado el número de destinos, en especial hacia los países del Caribe.
Las exportaciones de bienes industriales se redujeron cerca de 22% entre 2013 y 2016, y para los primeros seis meses de 2017 su crecimiento continuaba siendo bajo. La disminución de las exportaciones de manufacturas ha estado explicada principalmente por la reducción de sus precios de venta en dólares, y en menor medida por la caída en las cantidades vendidas. Igualmente, se recortó el número de productos exportados en todos los sectores, especialmente en las exportaciones de manufacturas dirigidas a los países de América Latina.
Los países de la Alianza del Pacífico (Perú, México y Chile), junto con Centroamérica, han sido los lugares preferidos por los empresarios colombianos para expandir sus inversiones directas.
Las empresas colombianas han enfocado sus inversiones en el sector bancario, asegurador y de pensiones, en la producción de cemento y alimentos, en el suministro de energía eléctrica y en el comercio.
Las mayores utilidades han sido acompañadas de un incremento del 33% en el saldo de las inversiones, mientras que la rentabilidad implícita se mantuvo alrededor del 7% en los últimos años.
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