A propósito del debate sobre más recursos para la educación pública es importante ver que lo que se discute no es un tema técnico sino político, y el tema de fondo es qué tipo de universidad se quiere. A continuación el origen organizacional de las mismas
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La definición de universidad viene del latín universitās magistrōrum et scholārium, que significa comunidad de profesores y académicos. Las primeras universidades tienen origen durante la Edad Media asociando gremios de aprendizaje. Las más antiguas fueron las de Bolonia, París y Oxford. Las dos primeras evidencian en sus orígenes una concepción diferente, las dos grandes diferencias vienen de la relación invariante estudiante – profesor.
Hay una relación invariante para definir una sociedad, quién es cliente y quién proveedor, quien padre y quién hijo, y sin duda la relación invariante para definir una universidad es la relación estudiante -profesor, sin ella no existe la universidad. Eso no quiere decir que existan otras formas de aprender cómo ser autodidacta o estudiar online, pero en ninguno de esos casos se puede hablar de universidad (otro tema para debatir más adelante).
Universidades de disciplinas:
En ella el papel protagónico es el de los profesores que definen unas áreas para disciplinar a unos estudiantes. El primer ejemplo es la Universidad de París en 1256, donde los profesores deberían atraer a unos estudiantes para disciplinarlos, de ahí la expresión en inglés donde castigo es igual que disciplinar. Cuando los profesores escogen a los estudiantes se trata de ir formando una comunidad que se adoctrinan por igual. Las comunidades pedían condiciones especiales del lugar donde se formaban y como las obtenían, se realizaban más presiones. Uno de los “logros” de París fue hacer expulsar a todos los extranjeros para mantener los privilegios de los que se consideraban acreedores. Desde ese momento el concepto de visa de estudiante se hace necesario para poder ingresar allí, bajo unas restricciones específicas.
Universidades de estudiantes:
El principal exponente de ese origen es la Universidad de Bolonia en 1317, donde un grupo de estudiantes deciden quiénes los van a formar y escogen a los profesores para esa tarea. En este caso el primer rector fue un estudiante y la comunidad se forma desde el interés colectivo. En el fondo los estudiantes tienen una fuerte incidencia sobre cómo se destinan los recursos. No existe un gremio que desde la fuerza logre resultados frente a intereses específicos.
Los dos casos demuestran que pueden existir dos casos extremos, uno donde se les asignan los recursos a unos profesores y ellos atraen a los estudiantes con sus disciplinas, otra donde los recursos son del estudiante y él decide dónde los quiere invertir.
Con el paso de los años las universidades se fueron convirtiendo más en disciplinas y es así como surgen la mayoría de las universidades estatales con la creación de los Estados Nacionales durante el siglo XIX, porque las primeras fueron de origen religioso o gremial. Las universidades que hoy llamamos públicas son una mezcla donde existe un gremio docente (academia) que recibe los recursos públicos para ofertar programas sin necesidad de atraer a los estudiantes, por otro lado, tampoco son universidades donde los estudiantes pueden escoger la formación que quieren. Lo anterior demuestra cómo el debate en contra del programa Ser Pilo Paga se ha politizado y en el fondo lo que interesa es quién se queda con los recursos, más allá de si los beneficiados siguen accediendo a una formación con calidad, o no.
En todos los argumentos que expresan los enemigos del programa, como Julián de Zubiría, afirman que los recursos se los quitan a las universidades públicas, lo que se olvida es que esos recursos no son de las universidades, ni públicas, ni privadas, no hacen parte de su presupuesto y se le están dando a jóvenes que no pueden acceder a la universidad para que ellos escojan quién quiere que los forme.
Un debate que nunca esgrimen los críticos es qué están haciendo las universidades estatales para atraer estudiantes, para mejorar la imagen frente a los que pueden decidir dónde estudiar. Sin ir muy lejos ¿cuántos de los contradictores del programa: políticos y académicos estudiaron en universidades públicas? ¿Cuántos hijos de los rectores y profesores de planta que se formaron en universidades públicas, tienen a sus hijos en estas universidades? ¿Será que no quieren que los más pobres del país accedan a la educación que ellos recibieron o dieron sus hijos?
Se le ha querido responsabilizar al programa una serie de problemas estructurales de la educación superior. Independiente de si logran acabar con el programa ya tuvo un logro, perturbar el sistema, sacudirlo y hacer evidente sus debilidades y limitaciones. Por eso pensar que tipo de universidad queremos para el futuro es una de las tareas para construir en conjunto.
¿Cuál fue la primera acreditación?
Facultad: era la atribución que le daba el Papa para otorgar títulos, a una universidad, en el caso de las monarquías europeas la facultad era dada por el rey y el Papa, de ahí que las primeras acreditaciones de calidad dieran origen al nombre donde hoy se concentran las carreras y programas académicos, un hecho interesante para demostrar que exigir calidad a las universidades no es un invento moderno o neoliberal.
*Geógrafo, magíster en Estudios Políticos. Profesor universitario. Autor y editor de libros y de revistas especializadas en educación. Sígalo en: @hurtadobeltran
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