Una imponente pintura de Simón Bolívar y su tropa, estampada en un gran pendón con la reseña: “Hoy usamos Transmilenio para movernos por la ciudad. Hace dos siglos el caballo fue el medio de transporte que hizo posible el desplazamiento de los soldados de la campaña libertadora”, hace referencia a la estación subterránea que lleva el nombre de Museo Nacional, lugar que contiene en su interior las historias que hacen a Colombia.
Dicho aviso invita al transeúnte a que una vez emerja de la parada Museo Nacional, ubicada en el Centro Internacional de la capital, cruce la séptima hacia el oriente (carrera 7ª 28-66), y se adentre totalmente gratis en una experiencia enriquecedora sobre nuestro patrimonio nacional.
Y no es para menos, pues el Museo Nacional de Colombia cumplirá el próximo 28 de julio, 193 años, luego de su fundación en 1823, lo cual lo ratifica como el más antiguo del país y uno de los primeros de América. Durante casi dos siglos se ha consagrado a la conservación y divulgación de testimonios representativos de los valores culturales de la Nación.
Ocupó sedes como el actual Museo de Arte colonial y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural; para el 9 de abril de 1948 estaba prevista su inauguración en su vigente estructura, pero debido al Bogotazo, esta apertura tuvo que posponerse hasta el 2 de mayo de ese mismo año.
Desde el mismo ingreso al Museo, la arqueada puerta negra reforzada con rejas del mismo color, le brinda la indudable identidad arquitectónica, cuyo diseño pertenece al de una cárcel de máxima seguridad, pues antes de abrirse como centro de exposición, allí funcionaba la antigua Penitenciaría Central de Cundinamarca, mejor conocida como panóptico y por dichos valores arquitectónicos, el 11 de agosto de 1975 el Gobierno lo declaró Monumento Nacional.
Los espacios se reparten intrínsecamente en una composición en cruz y adentro, entre lo rústico del piso, la imponencia de los barrotes que dividen las salas y las obras exhibidas, se reúne historia y cultura.
Cerca de 2.500 obras y objetos, símbolos de la historia y el patrimonio nacional se reparten a lo largo de 17 salas de exposición, en los tres pisos que componen este lugar. Algunos visitantes llegan con el fin de cumplir tareas académicas, otros con el ánimo de fortalecer sus conocimientos sobre la historia de nuestro país. Otro tanto, son extranjeros que se admiran durante cada recorrido en cada sala y toman fotografías para llevar un importante recuerdo.
“Los extranjeros nos visitan mucho. Nos dan las gracias porque les ayudamos a entender mejor la historia de Colombia, nos felicitan porque les gusta mucho el museo, dicen que es diferente a los de otras partes del mundo. En los últimos años ha subido el turismo de extranjeros y nacionales, eso nos complace mucho”, afirma a EL NUEVO SIGLO María Andrea Izquierdo, vocera de la entidad, quien además destaca que el Museo ha fortalecido elementos para personas en condición de discapacidad como el braille, pantallas con intérpretes del lenguaje de señas y rampas para el fácil acceso de quienes lleven bebés en coche, usen silla de ruedas, o tengan dificultad para caminar.
La exposición pura fibra está dirigida para dicha población, que además puede presentar discapacidad cognitiva, quienes pueden realizar su visita abierta o en grupo realizando reservas.
“Queremos resaltar que cada vez el Museo se ha enfocado en la atención a los públicos, en convertirse en un espacio de diálogo, sabemos que el papel del Museo ya no es el de tratar de enseñarles a las personas, sino que ellas puedan preguntarse cosas, hablar con otras personas, con los mismos mediadores del Museo, entonces todo está pensado a eso. Para que sea un acompañamiento y una invitación a dialogar, es un enfoque distinto a los públicos”, asegura Izquierdo.
Dentro de lo que caracteriza al Museo es la experiencia en programas de accesibilidad, con alternativas de disfrute del patrimonio para diferentes grupos, ejemplo, adultos mayores o primera infancia, población vulnerable y por esta razón el Museo ha llegado a 18 de las 20 localidades, para que esta población conozca el Museo Nacional de Colombia. Todos los días hay actividades en las cuales se puede participar como parte de la renovación de guiones.
En el recorrido que puede tardar desde 15 minutos hasta 8 horas, según la inquietud del visitante, se pueden percibir óleos y esculturas de Fernando Botero, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, Andrés de Santa María, Fídolo González Camargo, Roberto Páramo, Rómulo Rozo, Marco Tobón Mejía, Francisco Antonio Cano, Gustavo Arcila Uribe, José Domingo Rodríguez, Alejandro Obregón, Enrique Grau, Édgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, Santiago Martínez Delgado, Ricardo Gómez Campuzano, Roberto Pizano, Guillermo Wiedemann y Álvaro Barrios, entre otros.
Además puede verse la mayor colección iconográfica de Simón Bolívar en América Latina con numerosos óleos, dibujos y grabados elaborados por José María Espinosa y Pedro José Figueroa, entre otros.
Uno de los fragmentos más antiguos es la cerámica que está en la sala Tierra Como Recurso, una pieza de 3.100 años antes de Cristo, conocida como la Vasija de Puerto Chacho, pero hay piezas 10mil años antes de Cristo como raspadores y puntas de lanza. Allí en la misma sala hay obras de artistas contemporáneos que trabajan sobre problemáticas actuales, como Clemencia Echeverry, Antonio Caro, artistas con buena trayectoria, pero que están todavía activos trabajando en arte.
Los guías del lugar, identificados con chaleco rojo, son estudiantes de últimos semestres o graduados de carreras profesionales, quienes poseen una formación de más de 9 meses, dentro del trabajo voluntario, tras cumplir con un riguroso filtro para poder dominar los temas propios del Museo y poder atender a las cerca de 400mil personas que visitan el Museo Nacional de Colombia durante el año.
Una experiencia distinta que puede vivirse de martes a domingo, donde no sólo sirve para relacionarse de otra manera con su entorno y el Museo, sino explorar patrimonios que comparan la diversidad cultural donde vivimos.