El equipo de Gamero | El Nuevo Siglo
Viernes, 14 de Noviembre de 2014

Por: Pablo Uribe Ruan

El Tolima fue un justo ganador. Sin duda alguna jugó mejor los dos partidos de la final y en el transcurso de la Copa demostró jerarquía y entereza sacando a un par de históricos. Su triunfo, además de ser la pesadilla de los grandes, fue una muestra que conjugó equilibrio, juventud y disciplina, tres elementos que merecidamente lo llevaron a ganar la Copa 2014, tras derrotar a un incipiente Santa Fe que nunca encontró el rumbo en la final.

 

Da gusto ver al equipo de Gamero, su fútbol es sencillo y preciso, pero con calidad en cada jugada, en cada pase. El Tolima triangula al son de Macalister Silva, quien maneja los hilos del equipo y le da amplitud a su juego. Y por las bandas tiene esas flechas jóvenes que se comen la banda, en especial, Ibargüen, un jugador que vale la pena seguir porque realmente juega, y mucho. Ya que para culminar está Chará, la revelación del fútbol colombiano este año, otro señor futbolista.

Esta nómina se le debe a Camargo, su presidente,  un ejemplo de permanencia y amor por una institución, que más que empresario es un hincha que antepone su sentimiento por encima del negocio (ejemplo para tantos que exprimen a sus equipos). El Tolima es un proyecto que viene de ganar el Sub-20  el año pasado y que cada cuatro años -ya nos tiene acostumbrados- saca una camada de jugadores de buen pie, disciplinados y con futuro, que construyen un equipo que pelea todos los campeonatos.

Sin embargo al Tolima le hacía falta esa chispa de campeón que torneo tras torneo se esfumaba y dejaba al equipo al borde de tocar la copa,  pero por fin, tras varios fracasos  conoció la gloria porque Gamero le inculcó, precisamente, lo que le faltaba: compromiso con la camiseta. Por eso este triunfo es especialmente del samario.