El Centro Interdisciplinario de Estudios de Desarrollo (Cider) de la Universidad de Los Andes, con el apoyo financiero de la embajada suiza, realizó hace dos semanas el seminario-taller "Cómo enfrentar el postconflicto en Colombia?". El invitado especial fue el doctorado en economía Jairo Morales, quien ha trabajado en los procesos de transición hacia la paz y desarrollo en América Latina, Europa, Asia y África. Aquí los principales extractos de los acápites 5, 6 y 7 de su ponencia “Esbozo de una estrategia postconflicto"
4. La hermenéutica de la estrategia postconflicto
Un elemento importantísimo que trasciende toda la dimensión normativa y de gobernabilidad antes descrita es lo que aquí denominaremos la ‘hermenéutica’ de la estrategia, es decir, la manera cómo reconocemos un problema, la manera de analizarlo y la manera de solucionarlo.
La secuencia hermenéutica identificar-analizar-solucionar es una razón consustancial al diseño e implementación de cualquier estrategia exitosa pues nos dice que si no hay solución del problema, no hay éxito. Es decir, no basta un buen diagnóstico y análisis si no se resuelve el problema y si la solución no produce cambios fundamentales en el sentido de que las condiciones de vida de las poblaciones castigadas por el conflicto sean mucho mejores que antes y que ese ‘antes’ no se repita nunca jamás. En otras palabras, la paz es por encima de todo un proceso de cambio social para vivir mejor hoy y en el futuro.
Si estamos de acuerdo con este planteamiento general, el problema a esclarecer ahora es: ¿Cómo hacer del pensamiento hermenéutico un hecho práctico y adaptable a una situación postconflicto?
De nuestra praxis y experimentación social, hemos aprendido que una de las claves, prima facie, está en la formulación y adopción de claros principios de acción para la transformación. De una lista más o menos copiosa de principios he seleccionado cuatro que me parecen muy pertinentes para el caso colombiano.
Principio 1: Dueños de procesos, no beneficiarios
En el lenguaje hermenéutico moderno se habla de beneficiarios en el caso de individuos y grupos socialmente necesitados de la acción subsidiaria del Estado y la caridad. En el caso de los individuos y/o poblaciones pobres que no entran en esta categoría, es decir, aquellos que estarían en la capacidad de hacer de las inversiones o gastos del Estado una operación socialmente rentable, la denominación cambia por el concepto de dueños de procesos. La transición de beneficiarios a dueños requiere desde luego de cambios en la teoría y práctica social al considerar a los pobres como activos sociales y no como cargas a ‘fondo perdido’. Para ello habrá que promover conspicuas reformas que posibiliten la capitalización de los pobres con potencial a través del acceso a mercados y medios de producción (trabajo, tierra, capital y tecnología) y, también habrá que promover la creación de instituciones que posibiliten que esas reformas se lleven a cabo y que expandan las capacidades de los pobres con potencial para que dejen de ser pobres.
Principio 2: Participación ciudadana directa con derecho de elección publica
En el lenguaje hermenéutico moderno, la participación ciudadana se define como la capacidad de los individuos para acceder de manera directa al proceso público de toma de decisiones y para realizar sus intereses y expresar libremente sus preferencias en temas que afectan su desarrollo y bienestar. El concepto hermenéutico de la participación ciudadana va más allá de la concepción burocrática de reunir y organizar a los pobres para reducir los costos de las inversiones públicas y elevar la rentabilidad de las mismas a cuenta de un trabajo social no remunerado. También va más allá de la praxis de la democracia parlamentaria representativa, que usualmente opera a escalas muy agregadas y muy distantes de los intereses inmediatos de los ciudadanos comunes y corrientes. La idea hermenéutica de la participación ciudadana (siguiendo a Habermas) busca maximizar la praxis de la democracia directa sin excesiva intermediación política y burocrática del centro. Es decir, se busca facilitar una relación y comunicación franca, transparente y directa entre las autoridades del gobierno local y los ciudadanos en la búsqueda de consensos y acuerdos sobre muchos aspectos de la vida cotidiana y otros más fundamentales.
Principio 3: Igualación de capacidades y oportunidades
En la igualdad entre capacidades y oportunidades se encuentra una de las claves del desarrollo humano (siguiendo a Amartya Sen). Las capacidades se asocian al concepto de demanda de bienestar por parte de las poblaciones. Las oportunidades representan la oferta de bienestar por parte del resto de la sociedad. Algunas veces existen capacidades y no oportunidades. En otras ocasiones, hay oportunidades pero no capacidades. Al igualar ambos lados de la ecuación, aparece un vector, una tercera fuerza que tiene una enorme incidencia en el progreso y bienestar humano y en la reducción de la desigualdad social y del potencial de conflicto de una población. En el manejo de procesos postconflicto, la igualación entre capacidades y oportunidades usualmente se realiza a partir de la conjunción de dos vectores esenciales del desarrollo humano. Por un lado, la formación de capital humano en su acepción más amplia (educación, conocimiento e innovación); y, por otro, la disponibilidad de capital físico e institucional para asegurar la potenciación del capital humano. Ambos conceptos van siempre de la mano.
Principio 4: Conexión sistémica entre totalidad y especificidad
El arte de la transformación hermenéutica se expresa en la habilidad de combinar el entendimiento de la complejidad social con el entendimiento de la especificidad individual y viceversa. Un pensamiento hermenéutico adquiere su mayor potencial de transformación cuando establece un relación sistémica de causalidad entre el todo y las partes y, cuando ofrece respuestas entradas en lo especifico y tangible. La aplicación de este principio sistémico es central en el manejo de sociedades postconflicto que por definición presentan múltiples fracturas y desligamientos sociales, territoriales e institucionales. Sólo un enfoque sistémico puede ayudarnos a reconstruir las averías locales como parte de un cuerpo social global.
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Como podemos concluir, el pensamiento hermenéutico es un buen punto de entrada para entender una realidad y transformarla. He querido introducir este concepto no sólo con la idea de facilitar la exposición, sino también para mostrar las oportunidades que ofrece una coyuntura de transición para introducir cambios.
5. Dimensión local de la estrategia postconflicto
La paz no es un concepto abstracto. Es una realidad muy concreta relacionada con territorios, poblaciones e instituciones que han estado envueltos por más de medio siglo en la tragedia de un conflicto armado de alta intensidad.
Veamos: muchos territorios se han convertido en campamentos militares de uno y otro lado con limitado acceso de la población civil por la intensa actividad militar y bélica; por la extensión de los suelos minados; y por la operación de las bandas criminales dedicadas a los cultivos ilícitos y al narcotráfico. Las poblaciones en esas áreas han sido víctimas de masacres, homicidios, secuestros, desapariciones, violaciones de todo tipo, desarraigo, desalojo y usurpación de sus bienes y pertenecías; miles de personas están refugiadas en países vecinos. Muchas de las instituciones del estado y de la sociedad civil han colapsado debido al asesinado de alcaldes y servidores públicos y a la muerte y desaparición de defensores de los derechos humanos, sindicalistas y periodistas, además de actos terroristas de diverso tipo.
Una vívida evidencia estadística sobre la tragedia colombiana la aporta un reciente informe de la Revista Semana que menciona una cifra aterradora: 5.5 millones de colombianos, o sea el 11.5% de la población, han sufrido de manera directa el poder destructivo del conflicto armado en los pasados treinta años! Por su parte, el Centro de Memoria Histórica en su informe “Basta ya!” confirma que “entre 1958 y 2012 el conflicto armado ha ocasionado la muerte de por lo menos 220.000 personas”.
Reparar daños humanos y reconstruir la conexión de las poblaciones afectadas con sus territorios de origen y entornos institucionales más inmediatos, es uno de los más grandes desafíos que la sociedad colombiana tendrá que enfrentar en la próxima década. La reparación humana y la reconstrucción territorial e institucional es una labor de alta cirugía societal que involucra a todo el aparato institucional del estado, la sociedad y las fuerzas de mercado y, también, a la comunidad internacional. Si esa cirugía social reconstructiva no ocurre o se hace mal o a medias, es previsible un nacimiento defectuoso del proceso de paz y un pronto renacimiento de diversas expresiones de violencia con severas consecuencias para la estabilidad global del país, su credibilidad e imagen internacional.
6. Territorios de paz, escenarios de reconciliación
Entendido así el problema y sus dimensiones, emerge entonces una pregunta clave: ¿Acaso existen métodos y técnicas que nos permitan reparar el sistema social dañado por el conflicto armado? La respuesta es afirmativa: sí existen las formas de hacerlo y además, a bajo costo, con rapidez y efectividad. Veamos en forma resumida cómo responder a esta pregunta.
El objetivo principal es configurar lo que en adelante llamaremos ‘territorios de paz’ o ‘escenarios de reconciliación’. La creación de un territorio de paz es una obra colectiva mediante la cual se hace una simulación en tiempo real de un nuevo orden social deseado a escala local, recreado a partir de cambios en el sistema axiológico (valores) de los individuos, en las instituciones (normas y organizaciones), en las formas de gobernanza, en las formas de generación, apropiación y distribución de la riqueza y el bienestar, y en las formas de convivencia e interacción de los individuos con la naturaleza (biosfera). Por ello, darle una dimensión físico-espacial y local a la estrategia postconflicto es extraordinariamente importante tanto para la implementación como para la evaluación de su impacto.
Los territorios de paz son unidades geográficas delimitadas en arreglo a la descentralización política y administrativa del estado colombiano. El municipio es entonces la entidad territorial natural para la identificación, localización y formación de los territorios de paz. Ello se entiende perfectamente pues en el municipio confluyen el poder político local y el aparato de la administración pública local y nacional. También, el municipio es el espacio natural de acción e interacción de las poblaciones con las instituciones. Todas estas circunstancias le dan al municipio un rol preponderante en el manejo de la transición hacia la paz y la reconciliación; por ende, estas entidades locales y sus administradores tendrán que prepararse muy bien para enfrentar este gran desafío histórico en el futuro inmediato.
La identificación y localización de un territorio de paz es un procedimiento metodológico que tiene como fuentes de información: los acuerdos de paz; el conocimiento local; y, los estudios que para los efectos tendrá que hacer el Departamento Nacional de Planeación.
Los pasos metodológicos básicos para la construcción de un territorio de paz son, en versión simplificada, los siguientes:
Paso 1: Re-ordenamiento territorial para la paz
Paso 2: Re-organización de un sistema social para la paz
Paso 3: Construcción de una organización institucional para la paz
Paso 4: Promoción de un sistema de inversiones públicas para la paz.
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Un territorio de paz puede estar conformado por la asociación de varios municipios que comparten una historia similar del conflicto y que encuentran más ventajas en actuar juntos que separados. Esta es una excelente opción para hacer economías de escala a diversos niveles y tener más de cerca la presencia y apoyo de las autoridades departamentales que tienen mucho que decir y aportar en el proceso de administración del posconflicto y en el manejo de sus consecuencias políticas regionales que son cuasi-determinantes del éxito de la estrategia.