Como una “flagrante e inaceptable” violación del derecho internacional, calificó la ministra del Interior de Reino Unido, Theresa May, el envenenamiento en Londres del ex agente ruso Alexander Litvinenko, tras conocerse el fallo judicial del juez, Robert Owen, quien sostuvo que Vladimir Putin “probablemente aprobó” que se suministrara esa bebida letal.
El fallo, de 328 páginas, salpica a miembros de las fuerzas de seguridad rusas y, aunque sin señalar culpables, asegura que Putin estuvo al tanto del magnicidio y posiblemente autorizó que se realizara. Nikolai Patrushez, jefe de servicios de seguridad, es el principal implicado junto a dos agentes, Andrei Lugovoi y Dmitri Kowtum, quienes habrían preparado la infusión mortal.
Litvinenko murió en noviembre de 2007, a los 43 años, luego de haber ingerido plutonio –una sustancia radioactiva- cuando tomaba una taza de té verde en el suntuoso Hotel Millenium, según el periódico The Guardian. Desde entonces, su caso ha sido objeto de investigación generando tensas relaciones diplomáticas entre Londres y el Kremlin, que rechaza de plano las acusaciones desde Inglaterra.
De acuerdo a medios ingleses, Litvinenko había sido una piedra en el zapato para Moscú desde que en 1990 se peleó con sus jefes. Teniente Coronel del Servicio Federal de Seguridad (FSB-siglas en inglés) y de una agencia sucesora de la KGB, el ex agente fue encarcelado por abuso de su cargo y luego de varios meses absuelto por la justicia rusa en 2000. Tras ello huyó a Londres, donde vivía como asilado junto a su familia.
Según la providencia del juez Owen, dos agente del FSB fueron los autores materiales del envenenamiento. Tras conocerse el fallo, en horas de la tarde uno de los implicados se pronunció desde Moscú. Andrei Lugovoi, que hoy es político y presentador de televisión, declaró que tales acusaciones son “absurdas”, poniendo en entredicho el informe del juez Owen.
Pero detrás de esta “fría” historia suena un nombre de mucho más peso: Vladimir Putin. Ex agente de la KGB y conocedor del arte del espionaje secreto, al igual que Litvinenko, el hoy presidente ruso presuntamente está implicado, por razones diferentes a las de Estado, en el envenenamiento de Litvinenko.
“El Kremlin pedófilo”
En un artículo publicado el 22 de noviembre (cuatro meses antes de ser asesinado) en el portal web information liberation, de Londres, el disidente ruso escribió un artículo titulado “El Kremlin pedófilo”. En él aseguraba que el presidente abusaba de los niños, luego de ser fotografiado besando a uno en el estómago durante una visita de turistas al palacio de gobierno.
"La opinión pública mundial se sorprende", escribió. "Nadie puede entender por qué el presidente ruso hizo una cosa tan extraña como besar en el estómago a un niño desconocido”. La viuda del ex agente, Marina Litvinenko, dijo durante la lectura del informe que este artículo fue escrito “en 2006, después de que todo el mundo vio cómo Putin se comportó cuando se encontró con un niño pequeño en un grupo de turistas del Kremlin. La subió su camiseta y le besó el estómago. "
La viuda del disidente le pidió acuciosamente a Reino Unido que expulse a los agentes rusos que estén en el país e igualmente exigió que se dicten nuevas sanciones contra Rusia, como represalia al asesinato de su esposo. Durante la rueda de prensa que tuvo lugar tras la lectura del informe, también admitió que esta noticia le llegó por sorpresa y destacó la corajuda tarea del juez Owen. “Pocas personas están dispuestas a acusar a presidente de Rusia de manera directa, o para tomar un curso tan valiente. "Fue un mensaje muy importante", dijo la viuda.
A primera vista las exigencias de Marina Litvinenko parecían inconcebibles. Sin embargo, el parlamento inglés luego de la interevención de Theresa May, la ministra de Cameron, anunció que va estudiar a fondo las posibles represalias contra Rusia. "Este fue un acto de asesinato que tuvo lugar en las calles de Londres y fue patrocinada por el Estado", dijo May. "La conclusión de que el Estado ruso fue probablemente involucrado en el asesinato de Litvinenko es profundamente inquietante”, concluyó.
Ante los parlamentarios, la ministra conservadora sostuvo que está dispuesta a pedirle a la Interpol que emita órdenes de captura contra Andrei Lugovoi y Dmitri Kovtun, pero no se refirió a la presunta culpabilidad de Putin y a posibles sanciones contra el estado ruso. Horas más tarde, se conoció que Reino Unido congeló los activos de los sujetos implicados.
David Cameron, primer Ministro de Reino, también se refirió desde Davos al informe de Owen, diciendo que: “lo que pasó fue absolutamente abominable, y este informe confirma lo que siempre creímos y lo que el último gobierno laborista pensaba en el horrible asesinato de este hombre”. Y sentenció su intervención con la célebre frase: “se trató de un acto de Estado”.
Rusia, por su parte, calificó la sentencia de Owen como “un sutil humor británico”, aludiendo a las conocidas bromas de la isla para desvirtuar la certeza del fallo. Un portavoz de Putin, Dmitry Peskov, la declaró de “cuasi-investigación” y puso en ridículo el término “probablemente”, que hace referencia a la posible vinculación del presidente ruso en el hecho.
Cae la nieve, se congelan las relaciones
La sentencia de la investigación del juez, Sir Robert Owen, llega en un momento sensible entre las relaciones Occidente y Rusia. Luego de la anexión de Crimea y las reiteradas acciones en Ucrania, maniobras que causaron innumerables críticas de la comunidad internacional, el Kremlin volvió lentamente a acercarse a la Unión Europea para poner fin a la guerra en Siria.
Con el conocimiento previo del fallo, el gobierno decidió ultimar una ruta de guía para manejar las quebrantadas relaciones con el Kremlin, sin declarar el cese bilateral de relaciones. Así lo aseguraron varios funcionarios, quienes tras conocer las 328 páginas, aseguraron que van a salvaguardar las relaciones diplomáticas con Moscú, a pesar del duro discurso de Theresa May ante el parlamento.
Lo cierto es que Rusia ha recuperado su posición a nivel mundial. A pesar de su reiterado incumplimiento de las normas internacionales, su presencia en múltiples conflictos globales, bien sea como atacante o estratégico mediador, se ha vuelto indispensable.
Rusia media en Paquistán y en Afganistán con los gobiernos locales y a la vez es el país que tiene más efectivos en Siria. Además, cumple un rol fundamental con la nueva incursión de Irán en la comunidad internacional y es cercana a gobiernos, como el de Egipto, que se caracterizan por su inestabilidad.
Sombrío y audaz, Putin sabe que su mirada de ex agente de la KGB, que pone a tambalear a todo el que se le acerque, es más fuerte que las normas internacionales. Bombardeó a los rebeles sirios en la frontera turca, que son apoyados por Estados Unidos, y una semanas después ya estaba siendo lo mismo en el terreno permitido, Siria. Igualmente, recibió 25.000 libras de uranio de Irán como agradecimiento por el acuerdo recientemente firmado, a pesar de la molestia de Occidente.
Es Putin, un ex agente subido al poder, y es Rusia, una potencia que está despertando. El caso Litvinenko podrá ser un motivo de desacuerdos y descalificadoras declaraciones, pero nunca será una razón para que Inglaterra, bajo el auspicio occidental, rompa relaciones con el Kremlin. Rusia es un jugador imprescindible en el escenario mundial.