Una serie indeterminada de imágenes de tamaño monumental realizadas en barro directamente sobre la pared que superponiéndose unas a otras se completan al mismo tiempo que se suprimen parcialmente para dejar en cada momento la huella del trabajo realizado es la exposición “Arquitecturas rituales”, de Jaime Franco, que se inaugura en la Galería Alonso Garcés este sábado.
La imagen a partir de la cual todo el proyecto adquiere sentido es una síntesis de las estructuras que en la arquitectura han servido como Espacios Rituales tomando ciertos arquetipos que han estado presentes a lo largo de la historia, desde Stonhenge hasta la catedral de Brasilia en la modernidad.
La exposición de Franco la complementan trabajos fotográficos de diversos proyectos realizados por el artista en años anteriores bajo los mismos parámetros y en la misma técnica con barro de diversas procedencias al tiempo que una serie de dibujos y pinturas recientes.
En los últimos años Franco empezó a realizar pinturas sobre pared utilizando materiales orgánicos como barro volcánico. Instalaciones que por su misma naturaleza son efímeras, se hacen para espacios específicos y casi siempre son borradas al final de la exposición. Estas obras encierran por completo el gesto que este artista ha estado indagando en toda su trayectoria. Un interés por la geometría, las composiciones matemáticas y la arquitectura -deseo que seguramente surgió con sus estudios iniciales de ingeniería en Bogotá y se afianzó posteriormente con una larga estadía en Paris-, y ese intento por descubrir la naturaleza misma de la pintura, las relaciones muchas veces accidentales que se dan entre los colores, las formas y los trazos.
Una de estas obras, Vestigio, fue premiada en el Salón Bidimensional de la Fundación Gilberto Álzate Avendaño y varias de ellas han sido realizadas en diversas instituciones, museos y galerías dentro y fuera del país.
Su obra se debate entre dos maneras de aproximarse al objeto artístico. Por un lado, en la cuidadosa reconstrucción de estructuras arquitectónicas donde todo es realizado a través de rigurosos cálculos matemáticos, y por otro, el de la pintura misma, es decir, el recorrido del color en la superficie. Junto a ellos también se reconocen múltiples referencias propias a la historia y a los mitos occidentales.
A través de un juego de relaciones, este artista caleño, entre la representación de las ruinas y la sobrevaloración de la razón nos recuerdan historias que, al igual que en el famoso mito de Sísifo, ha llevado en muchos momentos a la destrucción del hombre.
La obra de Franco ha sido catalogada como geométrica expresionista, sin embargo para él los recursos geométricos (el cuadrado, el rectángulo o el círculo), así como las técnicas que utiliza -el óleo, la encáustica, el barro- simplemente forman parte de su lenguaje en un deambular artístico comenzado en 1987.