El barril de los puercos. Nada más apropiado como escenario que Cartagena de Indias para soltar un globo, en medio de una hecatombe.
La historia es del siguiente tenor: el jueves último, en la tierra de doña Soledad Román, los alcaldes del país protestaron por la falta de seriedad que contienen las promesas billonarias que a través del Ejecutivo central se vienen haciendo desde el 7 de agosto de 2012 y que hasta el momento el llamado "barril de los puercos" continúa vacío, pues de la consabida mermeladita no ha llegado nada.
Primer mitin. Los alcaldes esperaron ansiosamente al ministro de Vivienda, Germán Vargas Lleras con sus respectivas cuentas de cobro, desde Útica, en Cundinamarca, y Gramalote, en Norte de Santander, hasta las víctimas del barrio Cervantes, de Manizales; los reclamos de los burgomaestres de pueblos ribereños del río Magdalena, que padecen la indiferencia oficial, hablando por quienes lo perdieron todo y que viven en la pobreza absoluta en cambuches al sol y al agua, viendo cómo los alimentos se pudren en las bodegas oficiales. Muchos reconocieron que solo la contralora Sandra Morelli habla por ellos, pero el Ejecutivo no oye, ve ni entiende. En medio de su mortificación, al unísono, gritan por triplicado el apellido del expresidente. El ministro Vargas (el del palustre y el casco protector) no soportó la rechifla y se marchó del auditorio.
Pan y circo. Vargas Lleras fue conminado a que regresara al recinto, pues de lo contrario se verían obligados a no recibir al presidente Santos y armar un plantón frente al encopetado Hotel Hilton.
El Ministro regresó y ofreció soluciones inmediatas: al día siguiente llegó el Presidente y se activaron la ensordecedoras vuvuzelas africanas; los pitos y reaparecieron otra vez los torturantes vivas a Uribe.
El presidente Santos pidió la calma y sacó de su manga una carta que tenía guardada: les ofreció de manera repentina a los alcaldes, gobernadores y congresistas dos años de ñapa, en sus respectivos períodos constitucionales, en cuyo catálogo (a la manera del finado presidente Chávez), también cabrían otros 2 años de su mandato. Entonces, vuelven los aplausos y regresa la calma de los fogosos alcaldes de toda la geografía patria.
El piñón santista de reversa. Ante avalancha de críticas que suscitó la propuesta de los dos años más, de cuya autoría culpan algunos al presidente del Congreso, Roy Barreras, el presidente Santos, experto en “reversas hacia atrás” (como diría el destituido entrenador del DIM, Hernán Darío “Bolillo” Gómez) se arrepintió de su propuesta. El Mandatario dijo que “había sido mal interpretado” y que no insistiría en su desafortunada e improcedente fórmula de Cartagena. Otras reversas históricas de Santos: la hundida reforma judicial que le costó el ministerio de Juan Carlos Esguerra y la reforma tributaria, que en campaña prometió no presentar y por poco acaba con la clase media.