Estados Unidos, con toda la infraestructura sofisticada en sus archivos de datos, es vulnerable ante quienes se han propuesto develar información privada en las redes. Julian Assange, el australiano refugiado en la sede diplomática de Ecuador en Londres, inició la nueva saga de espionaje. Ahora, otro quizá para emularlo, un extécnico de la CIA, Edward Snowden, hizo filtraciones de programas de la Agencia de Seguridad Nacional -NSA-, que han causado revuelo en el mundo. El Secretario de Defensa, Chug Hagel, admite que no se puede tener un ciento por ciento de seguridad en ese tipo de filtraciones ya que las relaciones con contratistas externos en temas de inteligencia ‘son negocio imperfecto’.
Se creía que el gobierno ecuatoriano podría conceder asilo. Ante la demora de respuesta, Snowden lo solicitó a Rusia. Situación compleja para Washington que pareciera revivir uno de los capítulos de la ‘guerra fría’. El presidente Putin ha dicho que el espía norteamericano puede permanecer en territorio ruso si deja de hacer daño a EE.UU. y que ‘no es agente de Rusia’. Guionistas deben estar tomando nota de estos episodios para filmes de la era del espionaje del siglo XXI, que evoca tiempos de pulso entre las dos grandes potencias, la URSS y EE.UU.