La democracia se sustenta en el respeto de los derechos humanos. Los gobiernos no pueden usar la fuerza de manera indiscriminada contra civiles inermes para acallar sus protestas contra la violación de los derechos humanos; la libertad, la libre expresión y el respeto por los valores democráticos, como el derecho a manifestar públicamente su descontento contra la tortura y los continuos atropellos que le han costado la vida a más de veinte personas en Venezuela y multitud de heridos en todo el país. Es todo un sarcasmo que el mismo gobierno que abusa de la fuerza y permite que milicianos armados intenten sofocar la protesta disparando contra los estudiantes, salga a responsabilizar públicamente a los dirigentes de la oposición y encarcele a los jóvenes estudiantes del Tachira, así como el reconocido jefe político de la oposición Leopoldo López, quien sigue detenido en Cabo Verde sin que le resuelvan su situación, a sabiendas de su inocencia. La injusta prisión de los dirigentes estudiantiles del Tachira, fue el detonante que a partir del 12 del presente mes desató un movimiento popular en cadena contra la represión.
Como las detenciones arbitrarias han sido una constante en los últimos años del predominio chavista en el hermano país, quizá el oficialismo calculó que como otras oportunidades usando mano fuerte lograría reprimirlas y conseguir que volviese la calma. Lo que no calcularon en Miraflores, es que el malestar social por la inseguridad, los asaltos, atracos y muertos que por cuenta de los despiadados colectivos armados, así como el desempleo, el desabastecimiento de alimentos, los abusos de las milicias, la desesperanza y la frustración generalizada había colmado la paciencia venezolana. Por lo que en el momento en que Leopoldo López, resolvió desafiar al régimen y entregarse públicamente en Caracas a las autoridades que lo perseguían y amenazaban, como responsable de los gravísimos disturbios que incendiaban el panorama político con cariz insurreccional, consiguió el respaldo formidable y tumultuoso de millones de venezolanos, que admiraban su valor y sentido del sacrificio en tiempos en los cuales los políticos.