Visita relámpago | El Nuevo Siglo
Sábado, 22 de Septiembre de 2012

*Neutralidad colombiana

*Coincidencias entre Capriles y Chávez

 

La  visita a Colombia del candidato de la oposición venezolano, Henrique Capriles, se distinguió del arribo de otros políticos extranjeros a Colombia por cuanto fue un tanto enigmática, y pese a que apareció una foto oficial del presidente Juan Manuel Santos y el fogoso político, poco trascendió de lo que se trató en diez minutos de intercambio de ideas. No obstante el reducido tiempo que los ocupó, la mayoría de los comentaristas están de acuerdo en señalar que fue un encuentro bilateral de la mayor importancia.

Las relaciones entre Colombia y Venezuela han cobrado especial relevancia puesto que ese país hace parte como facilitador de las negociaciones con la subversión, que se llevarán a efecto en Oslo. Además, la proximidad de las elecciones presidenciales que se efectuarán en Venezuela tiene enorme importancia para esa nación y para nosotros, tanto por las implicaciones para los millones de colombianos que viven allí como para la economía y la estabilidad política en las dos repúblicas. Al respecto el presidente Santos ha sido categórico en advertir que Colombia mantiene una posición neutral frente a los comicios del vecino país, lo que en lenguaje diplomático no quiere decir que seamos indiferentes.

En Venezuela se quejan algunos sectores influyentes de la presencia de agentes de la subversión en su territorio, los cuales suelen cometer diversos delitos y constituyen una amenaza para la tranquilidad, en especial en la frontera común. Varios dirigentes de la oposición en Colombia advierten que allá se refugian reconocidos jefes de las Farc y de otros grupos armados ilegales. Ha trascendido que la oposición venezolana de llegar al poder no toleraría por más tiempo la presencia de grupos foráneos desestabilizadores, menos de colombianos y cubanos. Así que el tiempo se les agota a los que están refugiados allí en la eventualidad de un triunfo de la oposición coincidente con la negociación de paz en Oslo. Lo que interpretan algunos expertos como una presión que obligaría a las Farc a que los comandantes que se esconden en Venezuela tomaran rumbo a Cuba o regresaran a combatir en Colombia, en donde la vigilancia constante del Ejército y la actividad de la Fuerza Aérea Colombiana tienden a cerrar el cerco de tal manera que los alzados en armas están agónicos, podrán ocultarse en sus madrigueras, pero aún así con las bombas más modernas que tiene nuestra aviación pueden caer en eses cuevas de hormigón que antes eran invulnerables, como les ha ocurrido a varios miembros del Secretariado. Esa situación la conoce el Gobierno, la viven las Farc y ha cambiado literalmente el curso del conflicto armado, lo que les impide pasar a la ofensiva como cuando el comandante Jojoy anunciaba que atacaría las ciudades. Lo anterior significa que la guerra sigue en dos versiones, la que libran nuestras tropas en Colombia y los escarceos diplomáticos en Cuba y Oslo.

Nada de esto se le escapa al Gobierno del comandante Hugo Chávez ni a su contrincante, en cuanto es evidente que el conflicto colombiano ha trascendido las fronteras y sigue siendo motivo de discordia con ciertos países vecinos. Como lo reconocen quienes han examinado el comportamiento de los grupos armados en etapas de negociaciones e incluso en posconflicto, la violencia suele intensificarse y Colombia debe prepararse para esa eventualidad. Es allí cuando la solidaridad nacional y la acción del Ejército y los servicios de Inteligencia se tornan decisivos para que en un futuro Colombia no se convierta en un charco de sangre, como en su momento pasó en El Salvador con trágicas y dolorosas consecuencias para ese país.

El candidato Capriles y el presidente de Venezuela Hugo Chávez, por primera vez coinciden en un tema tan importante como el conflicto armado colombiano, ambos esperan que de alcanzar la paz en Colombia el coletazo de la violencia no se traslade a su país, lo mismo en poner freno a los negocios ilícitos en la frontera.