*Amanecer político
*La misión: capitanear el rumbo
Las elecciones del Congreso despejaron en cierta forma el panorama político, al consagrar las mayorías populares el apoyo a los partidos miembros de la Coalición de la Unidad Nacional, que consiguieron el triunfo. Con la Constitución de 1991 surgieron en el país nuevos partidos y fuerzas políticas, que cambiaron el curso de la historia bipartidista del país. En el pasado los partidos históricos tenían en su seno distintas tendencias y matices que, según la dinámica de las luchas por el poder, producían cambios en la dirigencia partidista, en el Congreso y en el Gobierno. En el conservatismo se movieron corrientes centristas, nacionalistas, hasta liberalizantes y de diversa estirpe, que en un Partido policlasista y abierto a las ideas e innovaciones se manifestaban según la movilidad de sus cuadros y elites. En el Partido Liberal, casi desde los tiempos de Santander, la variopinta de ideas iba de un extremo a otro, al punto que siendo el liberalismo roussoniano e individualista tenía matices que se comunicaban con el socialismo. Desde finales del siglo XX el liberalismo colombiano se afilió a la Internacional Socialista. Algo impensable en naciones donde las ideologías operan con fronteras claramente establecidas y por tanto, no se dan confusiones doctrinarias de esa naturaleza. Por lo mismo señalando semejantes contradicciones y con fina ironía don Miguel Antonio Caro sostenía que no se pueden hacer reformas católicas con obispos protestantes.
En pleno siglo XXI y con la vigencia de la Constitución de 1991 han surgido diversos partidos, hasta de origen religioso, algunos barruntan determinada ideologías, otros son formaciones electorales de coyuntura, que emergen para llevar unos legisladores al Congreso que dependen de la bolsa que los financie. No falta el caudillismo un tanto decimonónico que consigue en torno de una figura nacional que suscita grandes controversias, solidaridades y hostilidad, conformar en dos meses una agrupación electoral que obtiene multitudinario apoyo nacional. Así como se da un partidismo instintivamente afecto al Gobierno, en tanto, surgen fuerzas en la izquierda tan antiguas como los seguidores de las ideas de Carlos Marx, pese a que se derrumbaron con el Muro de Berlín y la Cortina de Hierro, así como es archiconocido el estruendoso fracaso económico que produjo la dictadura familiar de los Castro en Cuba. La reelección tiende a fortalecer a los partidos afines al Gobierno, al tiempo que se produce un natural desgaste político que deja el ejercicio del poder, que se contrarresta cuando se producen resultados económicos positivos.
A su vez, por la prolongación del mandato presidencial las fuerzas antagónicas buscan un político que las aglutine, pero que en el caso de Álvaro Uribe, produce una cosecha de votos al Congreso sin que, por ahora, consiga trasladar su popularidad en la oposición al candidato presidencial del Centro Democrático. En las demás candidaturas partidistas de izquierda la atonía es sorprendente, quizá afectados por el desgobierno y lo escándalos de las últimas administraciones en la Alcaldía de Bogotá.
Mientras los candidatos minoritarios a la Presidencia tienden a desaparecer en las encuestas y en el escenario político, surge la opción que capitanea por la Alianza Verde el exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa. Peñalosa se destacó como un gerente eficaz al frente de los destinos de Bogotá y en contraste con las dos últimas administraciones de la ciudad.
El Partido Conservador colombiano al que quisieron aniquilar con una campaña de desprestigio y de intimidación contra nuestros legisladores en la pasada Convención estatutaria, con el voto popular y mayoritario ha demostrado que está por el entendimiento político y el apoyo responsable al Gobierno, así como el electorado respalda y entiende la negociación por la paz. Para Colombia la presencia conservadora en el Congreso es vital para sostener el sistema democrático, la sociedad puede dormir tranquila que el conservatismo va a velar por el fortalecimiento democrático de nuestras instituciones con justicia social. En los países de la región en donde sucumbió el conservatismo se desmoronaron con el tiempo las instituciones y se abrió paso el socialismo de izquierda y el populismo, que se toman el poder y en algunos casos pretenden establecer regímenes autoritarios y eternizarse en el mando. En tanto el conservatismo en nuestra región mientras tuvo apoyo popular consiguió en alianza con partidos afines preservar el sistema democrático. Tras el triunfo conservador en la urnas en tan difíciles circunstancias, su misión es la de propiciar el cambio, las grandes reformas políticas, económicas y sociales y demostrar en alianza con los sectores afines que es la fuerza pensante más importante del país.