Una de las campañas de salud pública más importantes del momento en Colombia es la vacunación de miles de mujeres contra el virus del papiloma humano (VPH). Y no es para menos, toda vez que el cáncer de cuello uterino es la segunda causa de muerte de ellas en nuestro país. Incluso, según el Instituto Nacional de Cancerología, hay 15 tipos virales que generan cáncer de cuello uterino y dos de ellos son responsables del 70 por ciento de los casos de cáncer que se presentan, los cuales son prevenidos por la vacuna y así se reduce el riesgo de presentar esta enfermedad.
Como se ve, no es poca la importancia de despejar todas las inquietudes y dudas que surgen en la ciudadanía frente a la vacuna. Más aún porque en algunas regiones han circulado versiones, claramente mentirosas y sin ningún piso científico, sobre presuntos efectos negativos. Incluso se han visto casos de padres de familia que llevados por esos rumores se oponen a que sus hijas sean inoculadas dentro de la campaña que se realiza a escala nacional.
Se trata de una situación preocupante toda vez que la prevalencia del VPH no sólo es un grave problema de salud pública en América Latina, sino que en Colombia se presentan anualmente 7.500 casos al año y mueren alrededor de tres mil mujeres por esta causa.
Deben derrotarse todas esas versiones erróneas, pues dentro del enfoque preventivo la idea es vacunar a la mayor cantidad de adolescentes, pues si bien las mujeres adultas se pueden inocular, su sistema inmune no es tan efectivo debido a que ya iniciaron su vida sexual.
Precisamente el Ministerio de Salud y Protección Social realizó un foro en el que los expertos señalaron que la vacuna es una de las más seguras del mundo y antes de salir al mercado se realizaron estudios en fase tres con más de 70 mil mujeres. Igualmente las federaciones médicas en varias especialidades han certificado la eficacia y seguridad de la vacuna. Y lo hicieron mediante estudios previos y posteriores con las jóvenes que la recibieron. Si bien hay algunos efectos, éstos son apenas locales y pasajeros, a tal punto que a los pocos días desaparecen totalmente.
Tampoco se puede perder de vista que más de 170 millones de mujeres en todo el planeta han sido vacunadas contra este virus, demostrando su alta eficacia en la prevención del cáncer de cuello uterino así como de otras tipologías de esta enfermedad, por ejemplo el cáncer de esfera orofaríngea.
Es evidente, entonces, que las voces que se oponen a esta vacunación de las jóvenes no tienen razón fáctica para soportar sus peros y críticas, algunas de los cuales han llegado al extremo de la desinformación al acusar al compuesto de presuntas muertes o la generación de enfermedades autoinmunes, neuritis o convulsiones. No hay tal. Incluso, para más seguridad se recalca que esta vacuna está certificada por la Organización Mundial de la Salud, máximo ente de nivel global en la materia.
Dado que se trata de adolescentes, los colegios de secundaria han sido claves dentro del proceso de ampliación de la cobertura de la población vacunada. A ello debe sumarse que la educación sexual allí impartida es clave para despejar todos esos rumores y que sean las propias niñas las encargadas de explicarles a sus padres que no hay riesgo alguno. Todo lo contrario, el peligro aumenta en la medida en que la menor no sea inoculada. Debe tenerse en cuenta que la vacuna lo que hace es evitar la infección pues no existe ningún remedio que quite el virus como tal. No hay, entonces, excusa alguna.