Una semana telúrica | El Nuevo Siglo
Viernes, 8 de Julio de 2022

* Creciente nerviosismo en flanco económico

* El gobierno electo debe enviar más señales

 

Incertidumbre. Esa puede ser la palabra que mejor define lo que está ocurriendo en la economía global y, por aquello de la inexorable e inesquivable globalización, en la colombiana. La volatilidad está marcando la cotización de los principales indicadores y hay un clima generalizado de nerviosismo, sobre todo por las alertas tempranas sobre el riesgo de una recesión en Estados Unidos.

Paradójicamente las propias autoridades y analistas norteamericanos han salido a tratar de calmar las aguas afirmando que si bien fue negativo el último dato del Producto Interno Bruto (PIB) y la inflación -como ocurre en todo el planeta- continúa muy alta, no se puede caer en el alarmismo ni desconocer que hay indicadores en terreno positivo. De hecho, el reporte sobre empleo el viernes pasado tranquilizó los ánimos e impactó al alza las ruedas bursátiles y el precio de los hidrocarburos, que venían a lo largo de este mes con muchos altibajos.

Pero no solo es lo que pasa en Estados Unidos. El repunte del covid-19 en China también prendió alarmas debido a lo que podría pasar con la economía del gigante asiático si continúa extendiendo las cuarentenas y restricciones productivas. Paradójicamente esta circunstancia resultó tener una mayor consecuencia en el precio del petróleo que la persistencia de los efectos lesivos globales de la guerra en Ucrania, que ya supera los cuatro meses y medio. Al final de cuentas, las dos referencias del barril de crudo cerraron la semana en un promedio de 105 dólares, dejando sin piso los pronósticos días atrás que advertían de una descolgada drástica al corto plazo.

En el caso colombiano ese convulsionado escenario internacional tiene cada día más impacto. La principal prueba de ello es lo que pasó esta semana con la cotización del dólar que tuvo fuertes altibajos jornada tras jornada. Lo cierto es que la divisa abrió el lunes con un precio de $4.198 y cerró el viernes en $4.369. Es decir, que se encareció más de 170 pesos en cinco días, presionada más por los ya aludidos efectos externos que por circunstancias internas. La acción de Ecopetrol, de otra parte, tuvo contrastes en tanto que el mercado de valores reflejó cierto nerviosismo. Muy preocupante resultó el índice de inflación anualizada, que se ubicó en 9,67%, evidenciando que atajar el crecimiento del costo de vida se torna cada día más difícil porque depende de variables externas y poco incide el alza de intereses del Banco de la República o las medidas gubernamentales para frenar la carestía de alimentos y agroinsumos.

Para algunos analistas es necesario tener una mayor perspectiva a la hora de analizar el rumbo de la economía nacional en medio de este complicado escenario global. Incluso recordaron que el clima de pesimismo que reinó esta semana difiere del optimista del lapso inmediatamente anterior, cuando se celebró con bombos y platillos que el desempleo cayó a 10,6% así como el aumento de las exportaciones y la inversión extranjera. Ya en lo que hace al inmediato futuro hay expectativa sobre el crecimiento del PIB en el segundo trimestre, que podría ser incluso superior al muy positivo 8,5% del primero. Es más, el propio Presidente saliente reiteró que espera que este indicador se ubique por encima del 6% a diciembre, toda una proeza en medio de tan difícil coyuntura mundial.

Más allá de lo anterior, resulta claro que es urgente mandar señales de tranquilidad a la economía local. Faltando menos de un mes para el relevo en la Casa de Nariño esa tarea, como es apenas obvio, les corresponde al Presidente electo y el equipo económico entrante. Aunque es más que natural que se hable de las reformas que se preparan y sus alcances, resulta evidente que el sector privado, los mercados y la ciudadanía están urgiendo que se aterrice prioritariamente cómo se atacará la inflación y la volatilidad cambiaria así como cuál será finalmente la ruta en materia de hidrocarburos o el impacto de un ajuste tributario en medio de un escenario tan incierto. Es necesario, igualmente, que se unifique la vocería de la administración entrante y que por esa vía se transmita una sola postura sobre el cambio que se propone, sus etapas e implicaciones.  

Como se dijo al comienzo, la semana que termina fue casi que telúrica en algunos aspectos e indicadores. Sin embargo, es necesario tener cabeza fría para analizar lo que está ocurriendo, especialmente a la hora de determinar cuáles son las causas externas e internas de las alarmas económicas y sociales. No hay que caer en el fatalismo como tampoco subdimensionar la crisis que parece asomar con más fuerza.