Golpes duros de coalición contra Estado Islámico
Lucha será prolongada
La coalición internacional que lidera Estados Unidos se enfrenta a uno de los retos más duros de los últimos tiempos, contra un adversario radical extremo, en el que el fanatismo religioso es motor principal. Ya no se trata de una potencia que pugna por el predomino político y económico como sucedía antes de la caída del muro de Berlín con el enfrentamiento entre dos ideologías, la marxista de la URSS y la democrática de Estados Unidos.
Desaparecida la amenaza ideológica, emergió algo más peligroso: el terrorismo, conformado por redes como Al Qaeda. El ataque perpetrado en 2001 en el mismo territorio norteamericano contra las Torres Gemelas, de Nueva York y el edificio del Pentágono, algo que jamás se imaginaron las agencias de seguridad de la mayor potencia del mundo, ni siquiera los guionistas de cine, que un grupo de alienados fuera capaz de utilizar aviones comerciales como misiles, ocurrió. Desde ese momento el mundo occidental se encontró con un enemigo difícil de combatir, porque ataca por sorpresa. Las redes de fanáticos están activas y prestas a colaborar con facciones islámicas extremas que son afines a su radicalismo religioso, como el grupo denominado Estado Islámico -EI-, cuyo propósito es el establecimiento de un califato y ha puesto la mira en Irak, donde cuando comenzó los ataques logró tomar importantes posiciones, en el sur de Bagdad. Además su meta no solo es este antiquísimo territorio, Siria es otro objetivo clave, en su idea de conquista. El avance del EI quizá se debió a que no hubo pronta decisión de actuar de las potencias occidentales. Las ejecuciones de periodistas y funcionarios estadounidenses y británicos que, con alarde de crueldad mostraron en videos los fundamentalistas de la yihad islámica, pudieron incidir en el sentido de que era indispensable detener la orgía sangrienta.
Una vez se determinó la ofensiva de la coalición, los ataques aéreos demoledores que significaron fuertes derrotas a los yihadistas, obligaron a éstos a emprender la retirada de diversas regiones que habían ocupado. Hace un mes el EI fue sacado de la zona estratégica de Jurf al Sakhr, en Bagdad y de la ciudad de Baiji, en el norte. Este fue un golpe decisivo ya que les tocó dejar una de las mayores presas de la nación, en Udhaim, y dos ciudades próximas a la frontera con Irán.
El retroceso de los yihadistas no implica que éstos se resignen. Probablemente van a emprender campañas violentas y para esto la coalición debe estar preparada. En esta campaña de la coalición occidental para recuperar territorios y lograr el dominio en la región objeto de los yihadistas es vital la ayuda de la población, como los kurdos y en general quienes no quieren que los desalojen de sus pueblos las fuerzas yihadistas.
En esta lucha que libra la coalición para restablecer la soberanía de regiones invadidas por EI, las victorias logradas hasta ahora parecieran las más fáciles. Para las próximas van a tener los occidentales que afinar las estrategias ante los yihadistas reagrupados en sus bastiones que aún conservan, como la ciudad de Mosul, segunda de Irak, y la provincia de Al Anbar. Hasta ahora el control con los bombardeos en áreas rurales funciona y pone en fuga al grupo EI. Sin embargo, en las partes urbanas, las cosas son a otro precio, porque se debe actuar con cuidado a fin de evitar que haya víctimas civiles.
Expertos y estrategas internacionales coinciden en que al final puede ser vencido el Estado Islámico por la coalición occidental, a la que se le han sumado muchos países, incluso árabes, no obstante el combate va a prolongarse. Cuando anunció el EI que construiría un nuevo califato a estas alturas del siglo XXI, tal vez muchos no lo creyeron. Los hechos mostraron lo contrario: un grupo violento determinado a conseguirlo mediante una crueldad sin límites hizo que de urgencia Estados Unidos se decidiera a conformar una coalición para contener a los bárbaros modernos que pretenden implantar califato, que implicaría sometimiento de varias naciones a la opresión y el fanatismo de radicales religiosos.
La ofensiva occidental va a continuar y con la tecnología bélica moderna seguramente a la postre será vencido el EI. No hay posibilidad de disuasión frente al radicalismo, que no va a capitular. Es una lucha compleja no solo contra el EI sino contra las redes terroristas con afinidades religiosas que lo respaldan. Una misión salvadora de la autonomía de regiones que no quieren estar bajo el dominio del grupo radical que ha demostrado que para lograr sus fines es capaz de los actos más extremos de crueldad y sevicia, como el de decapitar personas inermes y mostrarlo al mundo en directo.