- La rendición de cuentas de Peñalosa
- Urbe recuperó su vocación de futuro
Faltando un poco más de dos semanas para entregar el cargo, el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, rindió cuentas el lunes pasado sobre los principales logros de su gestión. Resulta positivo que todos los mandatarios salientes hagan su respectivo balance, no solo para que la ciudadanía sepa a ciencia cierta qué se hizo y qué no, sino también para que sus sucesores reciban el respectivo inventario y, avanzados ya como están los empalmes, den también un parte sobre el estado en que reciben la correspondiente jurisdicción.
Fiel a su estilo ejecutivo, el corte de cuentas de Peñalosa estuvo lleno de cifras, balances y diagnósticos en torno a qué encontró en enero de 2016 y cómo deja la ciudad cuatro años después. Sin duda alguna uno de los mayores logros fue la recuperación de la estabilidad institucional y el norte gubernamental, dejando atrás la nefasta época de la administración anterior que removía funcionarios a cada tanto y cambiaba caprichosamente los énfasis de todas las políticas públicas de un día para otro. Las finanzas de la ciudad también se entregan con una potabilidad muy alta, según se deriva de las notas positivas de las calificadoras de riesgo de inversión.
En segundo lugar, el saliente Alcalde deja andando el proceso para la construcción de la primera línea del Metro, superando así las frustraciones de varias décadas en que este proyecto de transporte público masivo se prometió una y otra vez, pero nunca se concretó. Un logro de quilates, indudablemente. A ello se le suma el avance en materia de troncales de Transmilenio (tanto las ya en funcionamiento como las que deja contratadas), el Transmicable y un desarrollo de amplio espectro en malla vial y red de ciclorrutas. Claro, persisten los trancones y las falencias en movilidad, sin embargo es obvio que estos y estas serían hoy insuperables sin las ejecutorias intermodales de la saliente Administración.
En medio de las vicisitudes en seguridad ciudadana propias de una urbe de más de siete millones de personas, hay mejorías innegables en este aspecto, como la rebaja sin precedentes de la tasa de homicidios. No menos destacable es la reducción de la pobreza multidimensional, igualmente a un porcentaje nunca antes alcanzado.
La saliente Administración también resaltó esta semana sus resultados en materia de construcción y rehabilitación de parques y zonas verdes, la recuperación de espacio público así como intervenciones para desmantelar zonas de vicio y alta inseguridad como la “Calle del Bronx”, hoy convertida en puntal de desarrollo urbano y proyectada como distrito creativo. En lo relativo a la planeación se pusieron en marcha importantes proyectos, como la renovación del centro o la formulación del plan de Lagos de Torca, en donde se construirán 130 mil viviendas, con espacios públicos, parques, ciclorrutas y todo el amueblamiento urbano moderno y bajo criterios de desarrollo sostenible.
También es claro que el esfuerzo en infraestructura durante el cuatrienio no tiene precedentes. El Instituto de Desarrollo Urbano resaltaba esta semana que la inversión y gestión de 15 billones de pesos realizada por esa entidad logró generar cerca de 127 mil empleos en más de 150 proyectos durante el cuatrienio que termina. De estos 37 quedan en etapa de construcción, con más de 60 mil plazas de trabajo involucradas.
Tras los escándalos que marcaron las administraciones precedentes, la eficiencia en la lucha contra la corrupción era un imperativo para la alcaldía de Peñalosa. El balance es positivo, tal como lo evidenció esta semana el último Índice de Transparencia presentado por la Corporación Transparencia por Colombia, la Veeduría Distrital, Probogotá y la Cámara de Comercio de la ciudad. En cuanto a un tema tan sensible como la salud, la Secretaría del ramo destacó hechos tan importantes como que en los últimos tres años no hubo muertes de niños por desnutrición en la capital, en tanto la mortalidad materna y los embarazos en adolescentes se redujeron sustancialmente.
De igual manera, son muchos los galardones, premios y reconocimientos que ha recibido Bogotá en los últimos años por ser líder en muchas políticas públicas y de desarrollo privado. Asimismo, la Ciudad-Región fue confirmada estos días, una vez más, como la zona más competitiva del país y el principal centro de negocios y generación de plusvalía nacional… Sería interminable hacer un balance pormenorizado de las ejecutorias en el último cuatrienio en materia ambiental, cultural, social, educativa, turística, de modernización tecnológica así como en otros múltiples aspectos propios de una de las principales y más modernas urbes latinoamericanas.
Lo importante, en todo caso, es que la rendición de cuentas está hecha. Deberán la ciudadanía, los entes de control y la Administración entrante analizarla de forma detallada y, sobre todo, objetiva, sin dejarse contagiar por aspectos políticos, ideológicos ni polarizantes. Caer en el negacionismo per se resultaría no solo injusto sino absolutamente contraevidente.
Para tirios y troyanos es claro que Peñalosa entrega una ciudad transformada, reinstitucionalizada en muchos aspectos, con avances innegables en múltiples políticas, así como potenciada económica y socialmente. Una gestión que permite construir sobre lo construido y darle continuidad a no pocos proyectos, obras y programas. Una urbe proyectada hacia el futuro, con infinidad de retos y obviamente también con problemáticas estructurales y sobrevinientes que no se pueden subdimensionar.
Las urnas ya señalaron a la nueva mandataria y los énfasis gubernamentales que tendrá la capital del país a partir del 1 de enero próximo. Habrá que esperar ese relevo para ir conociendo cómo se implementarán estos y los resultados que se deben producir a corto, mediano y largo plazos. Lo clave, en todo caso, es que Bogotá es hoy más que nunca sinónimo de pujanza, desarrollo y capacidad de progreso. Y eso, al final de cuentas, termina siendo lo más importante ante los desafíos por enfrentar.