*Nación y Distrito tras urgente articulación
*Pensar más allá de diciembre de 2015
El segundo semestre del año marca una coyuntura muy importante para las relaciones entre el Gobierno nacional y la Administración distrital. De un lado, reinstalado el mandatario capitalino, no siendo inminente un fallo del Consejo de Estado sobre su caso y pasado ya el umbral de los últimos 18 meses para la terminación de su periodo en diciembre de 2015, está claro que el programa denominado “Bogotá Humana” irá hasta el último día y que estará en cabeza del petrismo. Y de otra parte, se surtió ya la posesión del Presidente de la República para su segundo mandato, están definidas las coaliciones oficialista y de oposición, así como designada la nueva nómina ministerial, lo que señala, en consecuencia, el arranque de la gestión para este cuatrienio gubernamental.
Visto ese panorama, es claro que el escenario está dado para que se relancen las relaciones entre la Casa de Nariño y el Palacio Liévano, las mismas que en el último año sufrieron altibajos muy notorios que fracturaron la articulación que, más allá de diferenciaciones o coincidencias políticas, debe existir entre las líneas de acción del Gobierno nacional y la capital del país.
Por lo tanto lo que se requiere ahora es que se piense, diseñe y construya una estrategia para recuperar el terreno perdido. Una estrategia que bien podría bautizarse como “Plan Bogotá” y que contenga metas a corto, mediano y largo plazos. Un marco de acción que lleve a acelerar lo más posible la interlocución entre las esferas de la Nación y el Distrito con el fin de implementar, respetando las respectivas jurisdicciones funcionales, legales y constitucionales, lo más rápido posible iniciativas en materia de infraestructura vial, vivienda, salud, seguridad, medio ambiente, trabajo, economía y muchos otros campos en donde la complementariedad institucional es casi obligada. Quedan alrededor de 17 meses de trabajo conjunto entre los mandatos Santos y Petro, tiempo suficiente para concretar algunas obras, programas y proyectos que se requieren urgentemente en la ciudad o, al menos, lapso adecuado para estructurar iniciativas de más largo aliento. Una cumbre entre los ministros y los secretarios distritales sería un buen banderazo para aterrizar y ponerle fechas puntuales al nuevo plan de acción.
De ese “Plan Bogotá” deberían hacer parte no sólo las esferas gubernamentales del orden Nacional y Distrital, sino también incluso instancias del Congreso y el Concejo, y hasta los propios gremios económicos, las fuerzas políticas y sociales. Obviamente para que no se convierta todo en una torre de Babel tan confusa como interminable, es necesario fijar una hoja de ruta puntual y con fechas límites para definir rápidamente las columnas vertebrales de la estrategia en cuestión. Hay que apostar por lo concreto y realizable, dejando de lado lo gaseoso e hipotético.
Es claro que gran parte de la atención de la ciudadanía capitalina está centrada en el desarrollo de la judicialización de escándalos tan ruinosos para las finanzas bogotanas como el carrusel de la contratación y otras denuncias de irregularidades posteriores. Es necesario dejar que la Fiscalía y los jueces hagan su respectivo trabajo. Lo visto últimamente sobre embargos a concejales y exconcejales, condenas a varios de los responsables del descalabro, reveladoras confesiones y acusaciones sobre escándalos más recientes, ponen en evidencia que la justicia está apretando el acelerador y poco a poco el escenario del tinglado criminal que se montó para esquilmar el erario bogotano queda al descubierto.
Pero mientras ello pasa la ciudad requiere de una visión de largo plazo que debe empezar a construirse desde ya. Un “Plan Bogotá” que supere las coyunturas de recambio gubernamental, como ha ocurrido en otras grandes urbes internacionales que hoy son sinónimo de progreso y modernidad. Los gobiernos Santos y Petro son los llamados a sentar las bases de esa estrategia, con pragmatismo, proactividad y, sobre todo, con cronogramas a corto, mediano y largo plazos ¿Lo harán?