*Adhesión del país a idea del Reino Unido
*Defraudación de la FIFA no tiene arreglo
UNA de dos: la FIFA se acaba o se limpia y restructura de tal manera que prácticamente se funde un organismo nuevo. Porque con la renuncia de Joseph Blatter lo que ha quedado demostrado, no sólo era la evidente insostenibilidad en su cargo, sino precisamente la improcedencia de la federación tal y como fue concebida desde su fundación. De tal tamaño, sin duda, es el daño causado a una de las multinacionales que más había contribuido al entretenimiento mundial. Porque la sensación de corrupción generalizada, después de capturados varios de los más altos dignatarios de la corporación, no puede resolverse con paños de agua tibia. De modo que nadie dudaría de que se trata de un mal sistémico que no va a arreglarse tan fácilmente.
Lo más grave, por supuesto, es el sentimiento de orfandad y manipulación por parte del hincha común, en todos los rincones del orbe. Nada, como el fútbol, ciertamente, para concitar la unión de las almas a través del deporte. Inclusive por encima de los Olímpicos. Porque el fútbol se convirtió en una especie de religión, un mecanismo de unión entre los humanos del más diverso origen, que ha servido para unificar el espíritu mundial en un balón. Saber que detrás de todo ello; detrás de las consignas de fair play y antirracismo; detrás de las campañas antidroga y la lucha contra el doping; saber que detrás de tanto reflector y tantas planas periodísticas se escondía, por el contrario, el más protervo de los materialismos humanos, ha sido para el planeta una verdadera defraudación. Porque tal vez sea éste el peor escándalo, a nivel orbital, de cuantos se hayan conocido, por lo menos recientemente.
En principio, gusta la idea del ministro de Deporte del Reino Unido, John Whittingdale, de organizar seriamente un Mundial de Fútbol alternativo al de la FIFA, a partir de un acuerdo europeo, en lo que cuenta con el apoyo decidido del primer ministro, David Cameron. Podría incluso Colombia, a través del director de Coldeportes, Andrés Botero Phillipsbourne, quien cuenta con buen crédito internacional, revisar esta opción y adherir a esa posibilidad. El fútbol es, a fin de cuentas, primero europeo y suramericano y resultaría interesante para el país participar de las nuevas ideas por fuera de los círculos viciados de las federaciones que, seguramente algunas pocas a salvo de la contumelia, ya no tienen facultad ni fuerza, ni menos la confianza, para ser las voceras del deporte a nivel planetario.
La reputación de la FIFA, desde luego, ha quedado por el piso. Levantarse de semejante trauma será tarea de años, si no cuaja la idea de hacer un organismo nuevo e independiente. Por lo pronto, los eventos en Rusia y Qatar deben ser motivo de revisión, conocido ya que la escogencia de Sudáfrica, por ejemplo, estuvo incidida por maniobras fraudulentas, las mismas que se sospechan en la selección de las sedes anteriores. Y no es cohonestando ningún fraude como pueda recomponerse lo que de suyo aparece putrefacto e irrigado en todos los niveles. Porque si hasta ahora se conoce lo que por gracia de la Fiscalía de Estados Unidos se ha venido a saber, cómo será lo que se desconoce. Y lo que falta. Sobornos por 150 millones de dólares, repartidos entre múltiples implicados, parecen ser sólo la punta del iceberg.
Siendo así es muy difícil encontrar a alguien que pueda dominar la jauría de lobos que hay adentro. De manera que, en lo absoluto, puede ser un insider el que sustituya a Blatter sino que tiene necesariamente que ser un outsider. Tanto como que tendría que ser una persona, no sólo prenda de todas las garantías éticas, sino que tenga las capacidades y el temple para maniobrar en medio de aguas tormentosas. Un poco al estilo de lo que sucedió recientemente en Italia cuando, por la crisis económica, los partidos políticos se hicieron a un lado del gobierno del país y eligieron a una persona de altísimo nivel, ajena a los ajetreos de la política. En tal sentido, sería un verdadero exabrupto volver a ver en las próximas elecciones para la presidencia de FIFA a los mismos con las mismas. Que es lo que pareciera pretenderse en los candidatos que ya se avizoran.
En tanto, salvar al fútbol de las garras de quienes han detentado el poder como rueda suelta sin control internacional alguno, nos sigue pareciendo un imposible, por más cárcel de tanto protagonista. En cambio, un Mundial alternativo, como el sugerido por los británicos, tiene todas las luces. Y en ello Colombia podría ser partícipe, si nos movemos.