* Prohibición del secuestro, prioridad en la mesa
* La política de “paz total” va de tumbo en tumbo
La reanudación hoy de la negociación entre el Gobierno y el Eln se da en un escenario muy complicado. Las tratativas se retoman en México en medio de la crisis generada por el secuestro del padre del jugador de la selección Colombia, Luis Díaz, que dejó al descubierto que esa facción subversiva estaba violando de manera flagrante el cese el fuego y de hostilidades que pactó con el Ejecutivo desde agosto pasado.
La indignación nacional por este plagio obligó al Ejecutivo a exigir no solo la liberación inmediata del progenitor del deportista, sino de una treintena de personas más que estarían en manos de ese grupo armado ilegal. Lo primero se cumplió sin mayor show mediático, pero frente a la segunda exigencia no hubo respuesta alguna de la organización subversiva. Por el contrario, sus cabecillas no solo reiteraron que recurren al secuestro para financiarse sino que llegaron al extremo de advertir que seguirán haciéndolo mientras que no se pacte un mecanismo que les direccione recursos para el mantenimiento de su pie de fuerza.
Es más, en una afirmación que generó rechazo en múltiples sectores nacionales e internacionales, el máximo comandante eleno dijo que plagiaban porque eran una “organización pobre”. Casi de inmediato se conoció un informe de la Fiscalía que advirtió que en los últimos cuatro años se le han incautado a esa guerrilla dineros y propiedades por más de 1,6 billones de pesos. Además, existen múltiples evidencias de su relación directa con el narcotráfico y la minería criminal, al punto que sus enfrentamientos armados con las disidencias de las Farc y el ‘Clan del Golfo’ se deben, precisamente, a la pelea por el dominio de los enclaves de estas economías ilícitas.
Como si lo anterior fuera poco, al inicio hoy en México del quinto ciclo de negociación se llega con una gran cantidad de denuncias sobre más violaciones al cese el fuego. De hecho, esa guerrilla está imponiendo a sangre y fuego un ‘paro armado’ en varias zonas del Chocó. Incluso la Defensoría del Pueblo le reiteró a ese grupo armado ilegal la obligatoriedad de respetar los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario, es decir que no puede seguir incurriendo en secuestro y reclutamiento forzado de menores de edad. “El Eln debe y tiene que cesar las retenciones arbitrarias, las detenciones y los secuestros, conductas que transgreden los derechos a la vida, a la libertad, a la integridad y la seguridad. Su delegación no se puede sentar a la mesa de diálogos como si nada, ignorando que el flagelo del secuestro, como anormal método de financiación, lo único que causa es daño, además de que degrada la condición humana”, advirtió el Defensor del Pueblo en carta a la mesa de negociación, en la que también instó, como muchos otros sectores del país, al equipo negociador del Gobierno que le exijan al grupo guerrillero no afectar más a la población civil.
Visto todo lo anterior, es claro que el Ejecutivo no puede sentarse a la mesa con el Eln como si no hubiera pasado nada. Reanudar la agenda en el mismo punto en que se cerró el cuarto ciclo de negociación en Caracas sería muy grave y peligroso para la institucionalidad y la población. Hay que insistir en que se aborde de una vez por todas la prohibición del secuestro y de otras acciones contra las personas que no hacen parte del conflicto. Y ello, en modo alguno, puede estar supeditado o subordinado al argumento, abiertamente chantajista, de la cúpula subversiva en torno a que el Estado o la comunidad internacional deben, primero, definir un mecanismo para financiar a ese grupo armado.
Está por verse qué impacto tendrá en la mesa que quien se ha venido desempeñando como jefe negociador gubernamental con el Eln ahora sea el nuevo Alto Comisionado de Paz. Ese mayor estatus de Otty Patiño debería traducirse en un peso específico mayor para insistir en la exigencia de proscribir definitivamente el secuestro. Si no hay efecto alguno, no habrá cambiado nada frente a los continuos descaches y ópticas erradas del ya ido Danilo Rueda.
Es innegable que la política de “paz total” está haciendo agua, va de tumbo en tumbo. No solo hay crisis en el proceso con el Eln, que ya completó un año sin dar un solo resultado concreto, sino que también hay problemas con las disidencias de las Farc y en otros frentes de esta accidentada estrategia. Hemos insistido en estas páginas que se requiere un timonazo en la estructuración e implementación de la misma, pero hasta el momento, cual barrena, cada día el panorama es más caótico y preocupante: no se avanza hacia la paz y sí se profundiza la violencia.