*La corrida española
*El carácter de Rajoy
El recurso desesperado de algunos sujetos que caen de las alturas de la vida social y política al abismo de la infamia, suele ser el chantaje, el intento de manchar a todos, de salpicar a las personalidades más relevantes, de confundir a como dé lugar y a todo trance a la opinión pública. Esa es la audaz y burda empresa de enlodar al gobierno en la que se empeña Bárcenas, exgerente y extesorero del Partido Popular de España. Y en ese proditorio afán todo vale, la injuria, la calumnia, la mentira, la falsedad, las insinuaciones veladas y las consejas infames. El extesorero del PP considera que su mejor defensa es acabar con el prestigio de los cuadros de su partido, que considera lo abandonaron. Él estima que sus copartidarios debían defenderlo y convertirse en cómplices de sus patrañas, por tanto los abomina por no caer en la trampa y quiere desprestigiarlos, desacreditarlos y dejar su honor por el suelo. Lo que demuestra su doble culpabilidad y mentalidad desquiciada, que no vacila en salpicar a los inocentes, con tal de confundir a los jueces.
La oposición aplaude las verdades e inventivas de Bárcenas, que alimenta su arsenal contra el gobierno y les permite lanzar sus injurias y aparentar darle crédito al inculpado y principal responsable del sonado escándalo. Así que los medios de comunicación adversos al gobierno despliegan los titulares y las diatribas irresponsables del hombre que manejó de forma torcida las finanzas del PP, lo que no está en discusión.
Uno de los que más se regocija con sus ocurrencias, en medio del malestar constante que agobia a la economía, es Rubalcaba. El viejo capitán de los socialistas y considerado de los principales responsables de los padecimientos de España, por sus desaciertos y despilfarros en el gobierno anterior, nunca rindió cuentas de su participación en el manejo desastroso de las finanzas y se olvidó de sus culpas y desaciertos. Por arte de birlibirloque se despojó y absolvió a sí mismo de toda responsabilidad con el gobierno anterior, en el cual figuró como ministro estrella, lo que lo llevó a ser candidato de su partido, con los resultados conocidos de la zurra que le propinó Rajoy en las urnas. Así que es de los que más aplaude y respalda los infundios de Bárcenas, en especial desde cuando lanzó su carga de alta potencia contra el mismo presidente del gobierno, Mariano Rajoy. Bárcenas dice que el Presidente español debe explicar de manera categórica e inmediata los alcances de la red de corrupción del PP, así los cargos sean infundados. Y no vacila en exigir la prueba diabólica, que Rajoy demuestre que es inocente. Cuando se presume la inocencia de toda persona que es acusada por otra mediante chismes y afirmaciones propias de truhanes. Hasta ahora lo que está probado es que Bárcenas, manejaba una doble contabilidad y se cayó de su cargo por ejercer el tráfico de influencias y diversas formas de especulación financiera, como por mover dineros en paraísos fiscales. Situación que lo llevó a prisión. La prensa adversa al gobierno le hace el juego a Bárcenas y exige que Rajoy acuda al Parlamento a dar explicaciones, como si el acusado no fuese Bárcenas, sino Rajoy. Como si el responsable de los malos manejos del extesorero del PP fuese el gobernante.
Las cosas se han complicado un tanto desde cuando Bárcenas, en vez de seguir dando explicaciones al juez Pablo Ruiz que investiga el publicitado caso, pasó a convertirse en una suerte de acusador de sus compañeros de partido. A partir de ese momento el traidor se transforma en una especie de héroe de barro, se reciben sus acusaciones y verdades a medias o sus tergiversaciones de los hechos, como si fuese impoluto y tuviese la verdad revelada. Se trata de una comedia en la cual el pillo por un tiempo se muestra cínico y falaz, en otros se presenta como un ángel vengador, que pretende acabar con el PP, por lo menos en cuanto a la reputación de sus dirigentes más caracterizados.
Para la oposición es lo mejor que podría ocurrir, por cuanto de lo que se trata es de llevar a Rajoy contra las cuerdas -así sea inocente- para que le dé asco y se desespere, momento en el cual le pedirían la renuncia y exigirían se convoque a nuevas elecciones. Ellos esperan que sufra una crisis de nervios como la que frente al temor de una derrota llevó a la renuncia al candidato de la derecha en Chile. En eso parecen estar equivocados en tres cosas, puesto que Rajoy es inocente, es gallego y es un hombre de carácter, que mientras tenga sangre en las venas dará la pelea.