- Tareas de Gobierno, sector privado y ciudadanía
- Plan de choque para proteger economía y empleo
La pandemia del coronavirus está estremeciendo los cimientos de la economía mundial a tal punto que algunos analistas de primer orden señalan que no resulta descabellado prever que se necesitará una especie de “Plan Marshall” global para paliar los efectos de corto, mediano y largo plazos derivados de esta emergencia sanitaria planetaria. Claro, una vez se pueda superar y controlar la ola de contagios, que ayer se acercaba a las 150 mil personas infectadas y un saldo mortal que iba rumbo a los 6.000 decesos.
Como bien lo indicaron los expertos epidemiólogos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se trata de una “pandemia controlable” que llegará a todos los rincones del orbe y lo importante es que cada territorio aplique los protocolos sanitarios de forma estricta para frenar su expansión. De hecho, que China, en donde se originó el llamado oficialmente Covid-19, y Corea del Sur, uno de los primeros países en confirmar pacientes por fuera de la potencia asiática, hayan pasado ya el punto crítico del brote y comiencen a volver a la normalidad, finalizando cuarentenas y reactivando sus ciclos productivos y la vida cotidiana de su población, se constituye en una esperanza para Europa y América, que desde esta semana se convirtieron en el nuevo foco de expansión del virus, con una tasa de contagio alarmante.
Colombia registraba hasta ayer -al cierre de esta edición- muy pocos casos confirmados del coronavirus y el Gobierno insistía en que los protocolos sanitarios que se activaron, que combinan la movilización institucional a gran escala y la rápida socialización de las medidas de protección básicas entre la población, pueden llevar a que el brote epidémico sea controlable, con una baja tasa de contagios y las menores muertes posibles. Confiamos en que esa previsión sea acertada.
Por lo pronto es evidente que el mundo continúa su marcha en medio de los cuantiosos impactos humanitarios, políticos y económicos de las últimas semanas derivados de la expansión del virus. En cuanto a estos últimos la evidencia del temor global se refleja en las persistentes descolgadas del mercado bursátil, los bandazos cambiarios, los altibajos en la fluctuación de capitales, la crisis en los precios del petróleo (aupada también por el pulso entre Rusia y Arabia Saudita) así como en las grandes afectaciones al turismo, transporte, comercio local e internacional, consumo de hogares, ritmo productivo y dinámica laboral. Cada país, según su nivel de riesgo o daño sufrido, está anunciando medidas económicas de emergencia cuya efectividad, por estar todavía en medio de la crisis, es muy temprano para evaluar. Se sabe, igualmente, que la banca multilateral, con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial a la cabeza, evalúan ya planes de contingencia de alcance global.
En nuestro país esta semana tanto el Gobierno como el Banco de la República anunciaron un primer paquete de medidas para amortiguar el impacto de la pandemia en la economía local. En primer lugar, se dispusieron líneas de crédito, alivios arancelarios y flexibilidades tributarias y de pago de parafiscales a empresas del sector turístico, aéreo y de salud. También están en estudio otras modalidades de apoyo al sector privado, al tiempo que se flexibilizó la normatividad para el teletrabajo. A su turno el Emisor activó un plan de contingencia para enfrentar la escalada del dólar, que pasó de largo por los $4.000. Con el fin de inyectar liquidez a un mercado muy nervioso habrá una subasta por un monto de 1.000 millones de dólares, al tiempo que se permitirá el uso de papeles de deuda privada calificada, entre otros aspectos.
Como se dijo, en Colombia apenas estamos en la primera fase del brote epidémico y lo importante ahora es volcar todos los esfuerzos institucionales en su contención, limitando lo más posible la curva de contagios. Igualmente es claro que cada persona, con aplicar sencillas pero obligatorias normas de higiene y prevención, será determinante para sufragar de forma positiva esta emergencia sanitaria, sin tener que caer en las medidas extremas de cuarentena masiva que se están aplicando en Italia o España. El Gobierno tiene que garantizar que el sistema de salud esté listo para atender la epidemia de forma eficaz y proactiva, sin dejar que las conocidas falencias de este se conviertan en una barrera para aplicar el protocolo. Igual el sector privado está en la obligación de garantizar el circuito de productos, bienes y servicios sin que se caiga en la especulación y el acaparamiento que ya empieza a asomar en asuntos tan sensibles como los tapabocas…
Si el país logra sufragar este difícil momento, en el que la prioridad ha sido, es y será la protección de la salud individual y colectiva, podrá salir adelante sin una afectación productiva y económica mayor. Como lo dijimos en un editorial de esta semana: la lucha contra el Covid-19 es una batalla en donde todos los colombianos deben poner de su parte, aplicando las medidas de prevención ya ampliamente difundidas, entre las cuales lavarse las manos, evitar factores de riesgo y limitar el contacto físico directo, no tienen mayor complejidad pero sí son determinantes para combatir el virus. Gobierno, sector privado y ciudadanía tienen sus respectivas responsabilidades y si alguna de esas piezas flaquea, la situación se podría complicar gravemente, como está ocurriendo en Europa.