Martes, 10 de Mayo de 2016
*Dos preguntas que guerrilla debe hacerse
*Más allá del pulso sobre los inamovibles
El arranque de la fase pública de conversaciones de paz entre el Gobierno y la guerrilla del Eln se complicó. La insistencia de esa facción subversiva en seguir secuestrando a diestra y siniestra hace literalmente imposible la instalación de la Mesa de Conversaciones en Quito en las próximas semanas, tal y como se había programado desde que en Caracas se anunció a finales de marzo este nuevo paso en los diálogos preliminares y secretos que las partes sostuvieron por casi dos años.
Si bien es cierto que se pactó que se dialogará en medio del conflicto, el Ejecutivo sostiene que acorde con el Derecho Internacional Humanitario el plagio de personas, ya sea por razones económicas o políticas, no es aceptado como una práctica legítima dentro de la guerra. De allí que exigir a la subversión que deje de someter a cautiverio a los civiles inermes no contradice la regla general de que se busca la paz en medio de las hostilidades bélicas. La guerrilla, por el contrario, alega que condicionar el inicio de la fase pública a que se abandone la práctica del secuestro y se libere a todos los plagiados no hace parte de los temas que se acordaron dentro de la agenda a discutir en la Mesa y que, en ese orden de ideas, el Gobierno incurre en una “imposición” unilateral inaceptable que, además, viola la premisa fundamental de que se dialoga en medio de la guerra. Incluso el máximo cabecilla de esa organización ilegal alcanzó a decir días atrás que la condición del no secuestro era similar a que la guerrilla obligara, de entrada, a la libertad de subversivos presos.
¿Qué hacer? No pocos analistas han advertido que el problema no es definir a cuál de las partes le asiste más la razón o qué implica, realmente, que se adelanta un proceso de paz en medio del conflicto armado. Con un enfoque práctico, traen a colación que en las tratativas con las Farc, fue el propio Gobierno el que insistió, desde el primer día en que abrió la posibilidad de una salida negociada a la confrontación armada, en que era prerrequisito que la guerrilla dejara de secuestrar. Y eso lo entendieron las Farc, que renunciaron a esta práctica en febrero de 2012, avanzadas las conversaciones secretas que, en agosto de ese mismo año, darían pie a que las partes anunciaran que se había logrado confeccionar una agenda sobre un “acuerdo general para el fin del conflicto”, lo que permitió instalar oficialmente la mesa de negociación en octubre siguiente en Oslo (Noruega), para trasladarse un mes después a Cuba, donde ha funcionado desde entonces.
¿Por qué no se hizo un proceso similar con el Eln? Esa pregunta aún no tiene una respuesta clara por ninguna de las partes. Sin embargo, esa guerrilla tiene que entender que el secuestro es una práctica absolutamente incompatible con un proceso de paz, incluso si este se realiza en medio de la confrontación militar, no sólo porque la sociedad colombiana en su conjunto ya no tolera este delito bajo ninguna circunstancia y por ello no le da margen de acción al Ejecutivo para sentarse a la mesa con cualquier facción que lo practique, sino porque, bajo ese mismo enfoque práctico, persistir en el plagio lo único que hace es volverse una constante zancadilla al avance mismo de las tratativas. En otras palabras, si el Eln quiere realmente que este proceso de paz llegue a buen término, proscribir el plagio y liberar a los cautivos sería una primera pero contundente señal de su voluntad de alcanzar una salida negociada a la confrontación.
Hoy lo peor que les puede pasar a las partes es imbuirse en un pulso sobre cuál cede primero o cuál se muestra más decidida a no reversar sus inamovibles. Ello lo único que lleva es a dilatar el arranque formal de las conversaciones, algo para lo que una y otra dijeron, en Caracas, estar listas y con voluntad manifiesta.
Privilegiando ese enfoque práctico, convendría que el ‘Comando central’ del Eln se hiciera dos preguntas de forma objetiva y desapasionada: ¿Habrían llegado las negociaciones entre el Gobierno y las Farc al punto inédito en que hoy están, si estas no hubieran proscrito el plagio desde antes de la instalación formal de la Mesa? ¿Si los pocos casos de plagio que se presentaron desde octubre de 2012 a hoy, como el secuestro de un general y dos soldados, generaron graves trabas y puntos críticos en el proceso, qué habría pasado si se hubiera dejado el tema del secuestro para ‘negociarlo’ dentro de la agenda?