Tenemos alcaldesa | El Nuevo Siglo
Martes, 22 de Abril de 2014

*Prevalece la democracia

*Episodios macondianos en Bogotá

La crisis en la que ha estado zarandeada Bogotá, por cuenta de la  sanción disciplinaria al alcalde Gustavo Petro, ha demostrado que a pesar de las dificultades, de los altibajos y de los conflictos de todo tipo que generó la decisión, incluso de las tutelas en cadena del alto funcionario para intentar seguir en el cargo y las consiguientes demandas de sus abogados en los tribunales colombianos y del exterior, la administración ha seguido su actividad. Así varios de los programas y de las decisiones de fondo que se debieran tomar se postergaran. Es evidente que la interinidad en el gobierno local no es conveniente para los programas a largo plazo de la urbe. Siendo del caso reconocer que Rafael Pardo, como alcalde encargado, supo imprimirle a su breve paso la imparcialidad, la seriedad y prestancia con la que suele actuar en los importantes cargos que ha desempeñado, atendiendo en particular los problemas de seguridad y movilidad, entre los que más afectan a los habitantes.

La terna que había presentado el Partido Verde a la consideración del jefe de Estado, Juan Manuel Santos, había suscitado toda suerte de cábalas sobre la inclinación por uno u otro del gobernante, incluso se decía que de demorarse el asunto podría seguir por más tiempo Pardo, siendo que el mismo había advertido desde su posesión que su paso sería temporal para volver a la cartera de Trabajo. Se decía que de los candidatos el que más posibilidades tenía de conseguir la buena voluntad del Gobierno era Antonio Navarro, puesto que se había desempeñado como exitoso Gobernador, Alcalde de Pasto y fugaz Secretario General de la Alcaldía de Petro. El mismo Navarro en diversas declaraciones dejó saber que fuentes de alta fidelidad de la Casa de Nariño, le informaban de la simpatía que parecía tener el Gobierno por la señora Maldonado, así que por si las moscas pidió que la nombraran lo más pronto posible. Como no fue desmentido y, tampoco, el presidente Santos alcanzó a reunirse con él, dedujo que sus acciones para el cargo estaban a la baja. El otro candidato de la terna, el fogoso Secretario de Gobierno de Petro y quien declaró que trabajaba desde el gobierno municipal por la Presidencia de Petro y en su defensa, en cierta forma estaba inhabilitado, dado que lo  que se necesita es un Alcalde que ejerza el cargo con imparcialidad y termine el mandato siguiendo los lineamientos de desarrollo urbano locales.

Por la prisa de su partida a México para participar en las honras fúnebres de Gabriel García Márquez, el presidente Santos en la Base de la Fuerza Aérea de Catam estuvo lacónico y explicó que  nombraba a la señora María Mercedes Maldonado, como alcaldesa encargada por cuanto “conoce muy bien las políticas de la ciudad y está completamente capacitada para asumir el cargo". Se despejaron los rumores que anunciaban diversas salidas a la crisis, por la vía más democrática, la de respetar a todo trance la legalidad y nombrar a la persona de la terna del Partido Verde que le pareció más idónea para desempeñar el cargo en tan complejas circunstancias.

El nombramiento en forma de la señora Maldonado, abogada y urbanista que conoce a fondo los problemas de la urbe y que es reconocida por defender con ardor sus puntos de vista, se constituye en la decisión política decisiva dentro de la campaña por la reelección presidencial, dado que Bogotá se estaba convirtiendo en una piedra en el zapato. Acatar las reglas de juego y reconocer la legitimidad  de la terna despeja el camino para que todos los candidatos a la Presidencia sepan a qué atenerse.

Al regreso de México, el presidente Juan Manuel Santos tiene prevista la cita con el registrador nacional, Carlos Ariel Sánchez, quien ya cuenta con los fondos para la elección atípica del nuevo alcalde de Bogotá. Lo curioso de todo este accidentado proceso político en Bogotá, es que los comentaristas coinciden en señalar que la capital de la República ha caído precisamente en un proceso macondiano a lo García Márquez, en donde se dan episodios de realismo mágico que determinan que el exalcalde Petro, se vaya y no se vaya, puesto que aún está a la espera del fallo de un tribunal internacional a su favor, pero que podría tardarse y convertirse en simbólico, en cuanto persisten las dudas de competencia.